Matar periodísticamente

El doctor Daniel Gamper Sachse es profesor titular de filosofía moral y política de la UAB, tiene una amplia producción literaria y académica, como de traductor (Nietzsche, Habermas…), y ganó el premio Anagrama de ensayo 2019. Es un lujo para el Defensor del Lector tener una reflexión suya, en este caso a cuento del uso abatir como sinónimo de matar. Su comunicación hace referencia a la noticia de un tiroteo en Calldetenes, en el que intervinieron los Mossos, publicada en la sección de sucesos el pasado día 8. Escribe Gamper:

"Desde hace unos años es habitual que los periodistas, en castellano y en catalán, utilicen este verbo para designar las acciones policiales que acaban de forma intencionada con la vida de una persona. A menudo son terroristas o asesinos los que son «abatidos». Hay un acuerdo total entre el gremio periodístico en utilizar esa expresión, lo hacen todos los medios, lo hacen todos los medios. del deseo de evitar el término asesinar, que, por definición no es algo que puedan hacer los policías en el ejercicio de sus funciones (de igual modo que, por definición, en una democracia no hay ni puede haber «presos políticos»).

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"Si consultamos el DIEC2, se nos dice, entre otros significados que «abatir» es «1 3 v. tr. [LC] por ext. Abatir un pájaro, un avión. Lo han abatido a tiros». No son personas lo que se abate, sino animales u objetos. Es un término que asociamos con la caza. Por tanto, si utilizamos el término abatir estamos tratando a la persona que es abatida como un animal, algo habitual en la historia de la civilización occidental, que suele describir al criminal como un ser no humano, una bestia. Hay que preguntarse, en mi opinión, si queremos conservar esta visión de la criminalidad. Entiendo que los policías, cuando matan a terroristas o en caso de que aquí nos ocupa, lo hacen en defensa legítima, no van a la cacería de aquella persona, sino que la matan como último recurso para defenderse.

"No tengo claro cuál sería la alternativa, ni siquiera si hay que abandonar ese uso, pero con este mensaje quisiera subrayar lo que el verbo implica y llamar la atención a los periodistas que lo usan para que, como mínimo, tomen conciencia (en caso de que no lo hayan hecho). Una opción sería escribir «matar», «dar amable, en mi opinión, como «abatir») como «liquida», o eufemismos como «neutralizar» o «finalizar»".

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He trasladado el tema en primera instancia a Pau Domènech, jefe de Lengua, que responde:

"En cuanto a la reflexión del doctor Gamper, siempre es pertinente detenerse a pensar sobre qué decimos, cómo lo decimos y por qué lo decimos. En este caso que nos plantea, no acabo de coincidir con él en la base de su caso. Encontramos una definición exacta deabatiren el sentido que nos ocupa, por ejemplo, en el GDLC, en su punto 5: «5. Matar. La policía ha abatido a un terrorista».

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"Coincido con él, eso sí, en que a veces se utiliza este verbo en detrimento de otros más comunes, o si quiere naturales, como ahoramatar. Podría decirse perfectamente «La policía mata a tiros a un terrorista armado», aunque por cuestión de espacio a veces es más útil la otra opción. En resumen, es una cuestión de alternancia, de no hacerlo pasar por delante de opciones más naturales sistemáticamente, ya menudo también de espacio, pero yo no descartaría su uso. Aparte de estar muy extendido (en lenguaje periodístico y en lenguaje policial), está apoyado sobre obras lexicográficas de prestigio".

David Miró, subdirector encargado de política, a quien he remitido también la cuestión, argumenta:

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"Lo cierto es que nunca había consultado las acepciones del verbo abatir en el diccionario y, por tanto, desconocía tanto que en el DIEC se utiliza para matar animales (pájaros) u objetos (aviones), pero no personas, como que en el GDLC sí incluye la definición corriente en el uso periodístico de matar a alguien, especialmente si lo que mata es un policía o un miembro de cualquier otra fuerza de orden. Dejo el criterio puramente lingüístico para Pau Domènech, pero como periodista el escrito de Gamper me hace reflexionar sobre cómo utilizamos el lenguaje. En este caso, los periodistas utilizamos el verbo abatir como una especie de código para informar al lector de que el sujeto de la acción de matar tiene, de alguna u otra forma, el aval legal para ello. Seguramente es inconsciente, pero así es. Nos podemos encontrar por ejemplo con una frase como «El presunto asesino ha sido abatido por la policía», y por tanto tenemos una persona que asesina y otra que abate, aunque el resultado final de ambos verbos sea el mismo. Por tanto, hay un matiz que aporta información. Ahora bien, esto no excluye que la palabra abatir quizá no sea la más indicada porque es también la que utilizamos en contextos con animales, como la caza. Igualmente, yo creo que los periodistas no tienen (o tenemos) esto en mente cuando utilizan el verbo, pero el comentario de Gamper me hace ver que tú puedes escribir sin ninguna mala intención pero alguien de fuera puede interpretarlo de otra manera, y por tanto nunca está de más dar dos vueltas a nuestras elecciones léxicas”.

El criterio de este Defensor es que cuando la vulneración grave de derechos humanos –empezando por matar– sale del ámbito personal y se traslada a la sociedad oa la política, las denotaciones sufren una sobrecarga de connotaciones de cara a absolver, sería el caso de otras, abatir, o de criminalizar, y entonces usaríamos asesinar. Recordemos el solemne final del Testimonio de cargo del tándem genial Christie/Wilder, cuando Marlene Dietrich apuñala a Tyrone Power, y Charles Laughton, cuando en la sala de vistas alguien grita "¡lo ha asesinado!", responde: "¡No, lo ha ejecutado!"

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En los conflictos políticos los lenguajes absolutorios y criminalizadores se creen según el bando de la fuente; ahora mismo se manifiesta la arraigada tradición de situar la guerra entre israelíes y palestinos en el eje soldados-terroristas, mientras vemos que la extensión del terror con fines políticos que define la palabra está repartida... "asesinan".

Como sugiere el subdirector Miró, el periodismo debe medir bien qué palabra elige en cada caso concreto y no de aliento en temas tan sensibles; si lo hace partidariamente en positivo a favor de las víctimas, como que una mujer ha sido "asesinada" y no "muerta" por su marido en un caso de violencia de género. O si, a sensu contrario, el periodista hace suyo –compra, que dicen ahora– el lenguaje de una determinada fuente, pongamos por caso, referido a abatir, el lenguaje policial eufemístico. Constato como un defecto atávico del periodismo aceptaciones acríticas del lenguaje policial, lo de "la policía se ha visto obligada a intervenir" en una manifestación.

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Ante las dudas, nunca falla referir el término a una fuente, quien dice qué, o bien optar por los términos más claros, blancos y no contaminados por hermenéuticas más allá del derecho natural o la moral, en este caso matar. El ARA del día 15 titulaba en esta línea una noticia, "Maten a tiros a un hombre en el Eixample de Barcelona a pleno día", pero, en una ampliación posterior, en el texto se hablaba de "ejecución". Efectivamente, el periodismo de precisión debe empezar por el vocabulario. No perdamos los diccionarios, más aún cuando tenemos la facilidad de la aplicación online del Institut d'Estudis Catalans. Y escribir con vistas al Alcover-Moll alegra la mirada y la ensancha.

El Defensor del Lector presta atención a las dudas, sugerencias, críticas y quejas sobre los contenidos del diario en sus ediciones digital y en papel, y cuida de que el tratamiento de las informaciones sea conforme a los códigos deontológicos.

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