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El Barça se despide de la euforia ahogándose bajo la lluvia en Madrid (2-1)

Los errores defensivos en la primera parte condenan al equipo de Koeman, que cae hasta la tercera posición

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Messi, decepcionat al campo del Real Madrid

BarcelonaDespués de unas semanas encima de una nube, el Barça despertó del sueño que estaba viviendo en un clásico alocado donde la reacción, más con el corazón que con la cabeza, de la segunda parte no sirvió para evitar la caída. En una noche triste bajo un diluvio en Valdebebas, el Real Madrid golpeó por la espalda al equipo de Koeman (2-1), que sigue sin encontrar la tecla cuando le toca enfrentarse a los rivales de más entidad. El clásico que tenía que servir para elevarse camino del doblete se convirtió en un tirón de orejas a un equipo mal organizado en defensa que tendrá una oportunidad para recuperar la autoestima dentro de pocos días en la final de Copa. La herida de Valdebebas, sin embargo, queda abierta. Y la Liga se complica, a pesar de que el liderato no queda lejos a la espera del partido del Atlético en el campo del Betis. Pero además de perder el goal average contra un Madrid que ya lleva dos años sin perder con el Barça, lo peor fueron las sensaciones en la primera parte de un equipo en el que uno de los mejores fue Mingueza, quien hizo soñar en una remontada en la segunda parte con su gol.

Era un clásico extraño en un estadio de miniatura, con un Barça estrenando una camiseta especial, con los colores de la senyera, como si quisiera hacer suyo el espíritu de Puyol. No fue el caso. En un partido en el que los dos equipos tenían bajas importantes, sin Sergio Ramos y un Piqué finalmente suplente, el Madrid interpretó un papel que se sabe de memoria. Un rival que ha construido su identidad centrándose en ganar sea como sea, sin que les piten los oídos si renuncian a la pelota jugando en casa. Le da igual, al Madrid. Zidane, de hecho, dejó en el banquillo a un orfebre, Marco Asensio, para poner en su lugar a un obrero, Fede Valverde. La idea era dejar arriba a Benzema y Vinicius, para hacer daño con espacios. Y lo consiguieron, encontrando siempre rendijas por medio del campo de un Barça que tenía la pelota, sin saber muy bien qué hacer con ella. Koeman había sacrificado a Griezmann, un futbolista con sueldo de estrella destinado a papeles secundarios, situando a De Jong en el medio del campo. Pero la defensa de tres centrales, con Mingueza, Lenglet y Araujo, hizo aguas con los ataques de un Madrid que chutó cuatro veces a portería en la primera parte, marcando dos goles y enviando una pelota al palo. El primer gol fue de los que más duelen, cuando el equipo de Zidane no había hecho nada. De los que duelen porque fue precioso y ni tan solo se pudo protestar una posible falta de Lucas sobre Messi, pues era una acción legal. La centrada del gallego la remató con la espuela Benzema, que se había zampado a Araujo en un abrir y cerrar de ojos. Si el primer gol local fue precioso, el segundo no. En este caso también dolió, pero por otras razones. En primer lugar, porque venía de una falta inexistente sobre Casemiro. Y después, porque la suerte le sonrió al Madrid, pues el chut de Kroos tocó en dos futbolistas del Barça antes de entrar en la portería. 

Mingueza, al rescate

Golpeado por la espalda con las contras locales y con poco acierto en un ataque en el que Dembélé era un alma en pena, el Barça fue poniéndose nervioso protestando un penalti no pitado sobre Lenglet y viendo cómo cada carrera de Vinicius a la contra era un peligro. Zidane, que no necesita la posesión de pelota para triunfar, le había ganado la partida táctica en la primera parte a un Koeman que modificó su dibujo en el descanso, recuperando la defensa de cuatro apostando por Griezmann. Bajo un temporal de lluvia y un fuerte viento que complicaba el juego en un estadio sin gradas altas, el clásico se convirtió en una ruleta rusa en la que el Madrid se hartó de desaprovechar ocasiones para sentenciar a la contra, pero en la que el Barça levantó la cabeza cuando Mingueza, con un remate extraño, batió a Courtois. El equipo de Koeman, sin jugar bien, se negó a aceptar la derrota dejándose la piel a medida que el orden desaparecía del terreno de juego. Ilaix Moriba, que demostró tener mucho carácter, casi marcó el gol de la redención azulgrana en el último segundo con un chut al larguero, mientras que Messi, el día que empataba con Sergio Ramos como el futbolista con más clásicos jugados, 45, chocaba contra la barrera defensiva cuando tuvo tres faltas muy claras en la frontal. Pero no era el día.

Castigado por los ataques de un Madrid frío y calculador, cargando la mochila de un mal primer tiempo y reclamando un posible penalti sobre Braithwaite al final, el Barça vio cómo la euforia que lo había acompañado los últimos días se bajaba de su tren para subirse al del Real Madrid.

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