Barça

El Barça se eleva gracias al sorpresivo mundo de Ousmane Dembélé (4-0)

El francés reparte tres asistencias y abre el marcador en la goleada contra el Athletic en un partido en el que Xavi rehace el sistema y el equipo de nuevo

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Dembélé y Lewandowski, celebrando el gol del delantero polaco contra el Athletic

BarcelonaEl Barça tiene corazón. Tan rápido como se hundió en los infiernos hace pocos días, ha vuelto a salir otra vez. Dos primeros tiempos para enmarcar, contra el Vila-real y el Athletic Club, han servido para recuperar la autoestima por un proyecto que tiene mucho campo para correr, que tiene mucho por ganar, especialmente cuando brilla la estrella de Dembélé, uno de los jugadores más indescifrables que ha conocido el Camp Nou. Un hombre que acierta cuando pocos lo esperan y se equivoca cuando parece imposible hacerlo. Un verso libre, capaz de dejar pinceladas de talento en tres goles en 25 minutos, antes de esfumarse durante media hora y reaparecer después para poner la guinda a una fiesta azulgrana. Lástima de la herida europea. Justo antes de la extraña jornada del próximo miércoles, en la que tocará recibir al Bayern después de haber puesto una vela al Viktoria Plzen, el Barça se quitó de encima a un Athletic que cayó roto en mil pedazos.

Xavi Hernández no tiene tiempo para perder. Su cabeza no para de dar vueltas, buscando soluciones y revisando sus propias ideas. Si contra el Vila-real ya rehizo el equipo, contra los leones tres cuartos de lo mismo. Es como un aviso a navegantes: que nadie espere saberse de memoria el equipo que saldrá titular en el Barça. Los entrenadores rivales se tendrán que romper la cabeza para intentar leer la mente del técnico. Unai Emery lo sufrió el jueves, Valverde el domingo. Triste regreso, el de Ernesto Valverde. Ni silbado ni aplaudido por un Camp Nou que lo ignoró, centrado cómo está en pensar en el futuro. Y Valverde forma parte de un pasado que duele. El barcelonismo está harto de este pasado, de estas piedras en los bolsillos, de este peso en el corazón. Quiere volver a sonreír. Quiere ganar.

Xavi lo rehizo todo, renunciando a su idea de jugar siempre con extremos puros. Modificó el plan que le funcionó contra el Vila-real, pero con cambio de sombreros. En vez de Ferran, Dembélé. En vez de un Ansu que parecía destinado a ser titular, acercó a Pedri a la portería rival. El laboratorio de ideas de Xavi exploró una nueva fórmula: hizo jugar juntos a la niña de los ojos del técnico, Sergio Busquets, con un Frenkie de Jong cotizando al alza. Una especie de doble pívot más creativo que destructivo, que mantuvo el control del partido. También cuando el Barça perdió a Gavi, lesionado después de un choque muy violento con Dani Garcia. Una vez entró Kessie por Gavi, el partido perdió un poco de electricidad, la que siempre da el jugador andaluz. El resultado ayudaba, cierto. El Barça ganaba 3-0 después de 25 minutos de fútbol de babero que dejaron mustio a Valverde.

Sergi Roberto, secundario de lujo

El primero lo había marcado Dembélé en una jugada en la que, como si fuera una juguesca, se cambiaron los papeles con Lewandowski. Centro del polaco y remate de cabeza del francés, disfrazado de número 9. El segundo fue una internada de un Sergi Roberto que acabó lesionado, justo ahora que sigue sumando minutos, cuando no hace tanto todo el mundo daba por hecho que se marcharía del club. Su chut fue desviado por un rival, superando a un Unai Simon que pasó a engordar la lista de víctimas de Lewandowski poco después. El polaco giró sobre sí mismo, como una peonza, mareando a la defensa vasca para marcar el tercero. Tanto Sergi Roberto como Lewandowski con asistencia de un Dembélé que encaraba, tal como le gusta, con metros por delante. El francés se hizo perdonar los pecados de Milán y Madrid. Le hacía falta. Y de paso dio argumentos a sus sufridos defensores. Los críticos todavía no lo ven claro. Están escarmentados, puesto que une grandes actuaciones con días en que desaparece. O hace las dos cosas en 90 minutos. Dembélé es una moneda al aire, es un artista incomprendido. Una caja de sorpresas.

Igual que pasó contra el Vila-real, la segunda parte fue un trámite con poca historia. Solo los suplentes añadían un poco de ritmo a un partido en el que Xavi acertó situando a Balde en la banda. Rápido como es, supo parar a Nico Williams y se proyectó en ataque siempre con acierto. Xavi protegió a Lewandowski: le dio descanso y situó a un renacido Ferran de falso nueve, posición en la que aprovechó otro regalo de un Dembélé disfrazado de Rey de Oriente para hacer el cuarto. El francés, silbado en el pasado, acabó ovacionado cuando Xavi lo sustituyó por el joven Pablo Torre. Dentro de una jornada redonda en la que destacó el colectivo, con De Jong, Balde o Ferran sonriendo, el francés fue el más destacado. El mal tiempo parece haber pasado de largo justo cuando vuelve al Camp Nou el monstruo que no deja dormir a los niños, el Bayern. Y una Champions que seguramente dolerá. Tanto por la posible eliminación como por constatar que con un mejor calendario y acierto este equipo también podría andar con la cabeza alta por Europa.

  • FC Barcelona: Ter Stegen; Sergi Roberto, Kounde (Marcos Alonso, 61’), Eric Garcia, Baldo; Busquets, Gavi (Kessie, 32’), De Jong; Dembélé (Pablo Torre, 77'), Lewandowski (Ansu Fati, 61’) y Pedri (Ferran, 61’).
  • Athletic: Unai Simón; De Marcos (Lekue, 60’), Yeray, Iñigo Martínez, Yuri; Vesga, Ander Herrera (Dani Garcia, 21’) (Sancet, 60’); Nico Williams, Zárraga (Venecedor, 70'), Berenguer e Iñaki Williams (Raúl Garcia, 70').
  • Goles: Dembélé (14’), Sergi Roberto (18’), Lewandowski (22’) y Ferran Torres (73').
  • Árbitro: Martínez Munuera (Valenciano).
  • Tarjetas amarillas: De Marcos (16'), Xavi Hernández (28'), Sergio Busquets (71'), Eric Garcia (77') y Mikel Vesga (90').
  • Tarjetas rojas: ninguno.
  • Estadio: Spotify Camp Nou (84.817).
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