Lesiones

Doce operaciones en siete años: de aspirar a ser olímpica a no poder andar

Mariona Boix encadena una docena de intervenciones para intentar curarse de la rotura total de la rodilla

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Mariona Boix, exesquiadora alpina

Barcelona"Tengo 27 años y no puedo andar". La vida de Mariona Boix hizo un giro de 180° el viernes 13 de marzo del 2015. En una competición de esquí alpino en Andorra, en la categoría de descenso, cayó y sufrió lo que se denomina la triada desgraciada: la rotura del ligamento cruzado anterior, del menisco interno y del ligamento lateral interno de la rodilla izquierda. Con 19 años vio como sus sueños de ser olímpica se esfumaban y empezaba un largo y doloroso camino que hoy en día todavía no ha acabado. Siete años después ha pasado doce veces por el quirófano para intentar curarse la rodilla, pero, por ahora, todavía continúa con una lesión que le impide hacer una vida ordinaria.

Mariona observa las escaleras de la redacción del ARA con respeto. Sin dejar de lado su muleta sube los peldaños con pausa y tranquilidad. "No la puedo doblar para subir las escaleras", reconoce. La rodilla la ha privado y la ha condicionado en muchas cosas: cumplir sus sueños, hacer planes e, incluso, hacer una vida normal. Las fuerzas a veces le fallan y los pensamientos negativos a menudo rondan por su cabeza. "Hay días que no me quiero levantar de la cama. Me supone un esfuerzo, puesto que no tengo una motivación. Nadie me está esperando. Soy yo quien está esperando que pase el tiempo y se solucione el problema de mi rodilla. Hago todo lo que me dicen, pero no funciona. Intentas llevarlo como puedes y tienes días y épocas de mierda", confiesa con los ojos llorosos, y admite que ha estado a punto de no venir a la entrevista.

El día en el que todo cambió quedará para siempre en la memoria de Mariona. No era consciente de lo que podía venir después. Nunca se había planteado que una lesión le podría truncar la carrera. "Tenía 19 años y formaba parte de la Federación Española de Deportes de Invierno. Era viernes y estaba en una competición en Andorra. No era consciente de qué era romperse la rodilla ni de todo lo que implicaba o podía implicar. Todo lo vi a medida que iba pasando el tiempo", confiesa. "Cuando me lesioné ni me planteé que tendría que dejar el deporte de alto nivel. Acepté que tenía que parar y ya fue muy duro. Después seguí vinculada con el mundo del esquí como entrenadora, puesto que a pesar de haberme operado varias veces, todavía me podía poner los esquís. Desde hace dos años, en los que me han operado cinco veces, ya no me los he vuelto a poner. Ahora estoy en un punto en el que no puedo andar con normalidad, sin dolor y sin bloqueos".

La primera operación es la que marcó el devenir de Mariona. "Seguramente no se hizo de la mejor manera posible o no entré en quirófano como tendría que haber entrado. No tenía la movilidad entera de la rodilla. Ya tenía unas limitaciones antes de la primera operación y me quedaban 20 grados para estirarla. Hasta que el lateral interno no estuvo reparado, no entré en quirófano, a pesar de que lo hice con la pierna semiflexionada", reconoce. "Días después me dieron el alta, pero yo tenía molestias desde el minuto 1 después de la operación. Fui a esquiar ocho meses después y cuando me quitaba las botas iba coja. Hablé con los fisioterapeutas y los médicos de la Federación para volverme a hacer pruebas. Ellos me decían que no tendría nada, pero yo veía que mi rodilla no funcionaba como tenía que hacerlo. Me hice una resonancia y vimos que un trozo del cruzado que me habían reconstruido estaba roto y que tenía una bola de tejido que no me permitía acabar de estirar la rodilla. El día siguiente mismo me operan y me dicen que de aquí tres semanas volveré a esquiar. Dos meses después, con mucho dolor y sin poder estirar la rodilla, no había mejorado", recuerda la exesquiadora.

Aquel fue el momento en el que la Federación le comunicó que no contaba con ella y que quedaba fuera. "Llevaba un año parada y empiezo a ser consciente de que la rodilla no funciona. El mes de abril la Federación me comunica que me echan. No se hicieron cargo de nada: ni cuando estaba dentro, ni cuando estaba fuera. Ni una simple llamada. Se desentendieron", recalca. A partir de aquí, el camino lo ha hecho sola con el apoyo de su familia y sus amigos. Ha pasado por tres hospitales diferentes, donde se ha hecho las doce operaciones: seis en la Dexeus (con dos equipos diferentes), una en Madrid y cinco en la Teknon, centro donde los médicos le han comunicado que ya no hay nada que hacer quirúrgicamente para revertir la lesión. Solo queda una opción: un tratamiento con células madre.

"Es un tratamiento privado. Por eso decidí hacer una campaña de recaudación de fondos para podérmelo costear. Conseguí el objetivo, 16.000 € en 24 días. Con el resto, hasta los 18.000 que cuesta el tratamiento, me ayuda una asociación privada", reconoce. Este tratamiento tiene "una posibilidad de éxito como sería dar una mano de pintura sobre superficies que están protegidas", reconoce el Dr. Cuscó, médico que forma parte del equipo del Dr. Cugat, especialista en lesiones de rodilla en deportistas de alto nivel. "El planteamiento de tratamientos biológicos estaría indicado en este tipo de situaciones, pero previamente se tendría que hacer una limpieza amplía de la articulación y una liberación de la rótula para lograr una extensión completa de la rodilla", recalca el médico, que ha ofrecido, de nuevo, sus servicios a la deportista a raíz de este reportaje.

"Entras en una operación con esperanza y una semana más tarde yo ya veía que no funcionaba. La hostia todavía era más fuerte", admite Mariona. Este miércoles, 27 de julio, se ha sometido a la segunda parte del tratamiento. Ahora, con rehabilitación y paciencia, la esquiadora sabrá si le ha llegado la solución definitiva para la rodilla.

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