Mundial femenino

España-Inglaterra: el partido soñado por toda una generación de jugadoras

La selección española, llena de futbolistas que empezaron a jugar contra niños por falta de equipos femeninos, a un paso de ser campeona del mundo

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España, celebrando su triunfo en las semifinales del Mundial femenino

BarcelonaAlgunas le han soñado y le mirarán por la televisión. Otros han preferido no estar por dignidad. Y otro grupo podrá salir a jugar la final del Mundial en Sydney (12 h/La 1), el partido que toda futbolista sueña con jugar. Pero para esta generación de deportistas, estar en la final de un Mundial es especialmente significativo. Cuando buena parte de esa hornada de jugadoras empezó a marcar goles, parecía imposible ver a España en una fase final. La selección estatal, de hecho, no debutó en un Mundial hasta hace poco, en el 2015, y cayó en la fase de grupos. En 2019 llegó a los octavos de final y ahora está a un paso de ser campeona del mundo. Un solo partido, una final de donde saldrá una nueva campeona, ya que las inglesas tampoco han ganado nunca la copa. 2022, cuando las inglesas impusieron su ley iniciando el camino que les llevaría a alzar por primera vez un título.

A España le falta un título absoluto, aunque en categorías inferiores las jóvenes pisan fuerte y lo han ganado todo. Las jugadoras que saldrán a jugar en Sydney son sólo la punta del iceberg de una revolución que llega fuerte, dominando a Europeos de categorías inferiores y ganando Mundiales. Falta la guinda. Ahora, las inglesas también llevan años trabajando bien. La final premia a las dos federaciones europeas que más han crecido en la última década, pasando por delante de alemanas y escandinavas, las reinas no hace tanto. Dos selecciones que han hecho bien muchas cosas, aunque se han plantado en la final con gran diferencia: el banquillo. En Inglaterra manda una mujer, Sarina Wiegman, que lo ha hecho tan bien que la Federación Inglesa ha admitido que se plantea que sea la primera mujer en dirigir a la selección masculina en un futuro próximo. En España manda el discutido Jorge Vilda, que ha afrontado el motín de muchas jugadoras, disconformes con sus métodos y con una Federación que no siempre ha querido escuchar a sus jugadoras._BK_COD_

De hecho, el incendio que ha quemado dentro del fútbol femenino estatal comenzó en parte después de aquellos cuartos de final de la Eurocopa contra las inglesas, cuando la mayoría de jugadoras van pedir la cabeza de Vilda, a quien acusaban de no estar a la altura de las circunstancias. La Federación se puso junto al entrenador, y él no dudó en apartar a las jugadoras más críticas. Algunas han vuelto, como Aitana Bonmatí o Alexia Putellas. Otros, como Mapi León o Patri Guijarro, no. Cada una ha decidido hacer su camino con la cabeza alta, según sus valores y sus sueños. Todas forman parte de la misma revolución, donde se compite y se lucha por igual por cambiar las cosas en una selección española que jugó su primer partido en 1970. Fue en Murcia contra Portugal (3-3). Eran jugadoras amateurs y se explica que el presidente de la Federación Murciana se pasó un buen rato en la puerta del campo gritando "Aquí no juegan", ya que consideraba indigno ver a mujeres jugando. Un pasado que a veces parece todavía demasiado vivo, aunque esta generación de jugadoras cierre ciertas bocas a pelotazos.

Salma, destinada a revolucionar la segunda parte

La selección estatal llega al partido más importante de su historia en muy buena forma, con las 23 jugadoras disponibles y tras una consistente campaña en la que suma cinco victorias y una derrota en la fase de grupos contra Japón. En ese partido sonaron las alarmas pero sirvió para hacer reaccionar al equipo. Para esta final, el reto de Jorge Vilda es montar las piezas del rompecabezas del equipo inicial, con algunas dudas. Alexia Putellas, pese a no estar al 100%, debería jugar de salida, y reservar a la joven Salma Paralluelo, que no ha entrenado dos días por molestias, el papel de revulsivo en la segunda parte, una estrategia que ha funcionado muy bien en cuartos de final y semifinales. Vilda deberá decidir entre Oihana Hernández, que vuelve de una sanción, y Olga Carmona por una plaza de defensa junto a Irene Paredes. Una de las claves del partido será en medio del campo, junto a Aitana Bonmatí, una de las jugadoras más destacadas de este Mundial. Allí se verá las caras con su compañera en el Barça Keira Walsh.

Sarina Wiegman tendrá a su disposición la centrocampista Lauren James, que podrá regresar tras ser expulsada y sancionada con dos partidos por juego violento ante Nigeria, cuando pisó una rival. No se esperan sorpresas en las leonas, donde brillan jugadoras como Keira Walsh, Lucy Bronze, Rachel Daly o Alessia Russo, mujeres que silenciaron a Australia en las semifinales imponiéndose por 1-3 contra las anfitrionas.

Unos inicios rodeadas de niños

El partido puede acabar de coronar a una generación que ha permitido ver cómo en una década el fútbol femenino español cambiaba del todo. Una revolución que ha coincidido con la gran apuesta del Barça, con un equipo campeón de Europa en la Champions y claro dominador de la Liga. De hecho, buena parte de las jugadoras a las órdenes de Vilda juegan en el Barça. Lo han jugado. Y las jugadoras rebeldes que no han querido estar en el Mundial también son azulgranas. La generación de Alexia Putellas, la joven que iba en bus a ver al Barça y era la única niña que jugaba los partidos frente al Ayuntamiento de Mollet. La pequeña que se acostumbró a jugar contra niños hasta que fue fichada por el Sabadell, iniciando así un camino que le llevaría a ser dos veces ganadora del Balón de Oro. La generación de Aitana Bonmatí, que también jugaba contra niños en Cubelles, ya que pocas niñas se atrevían a dar el salto. Aitana creció admirando a jugadores masculinos y ahora ve cómo es Pep Guardiola quien le admira a ella. Significativo.

De hecho, buena parte del equipo creció compitiendo contra niños, como la portera mallorquina Cata Coll, que primero era defensa central en Sant Marçal antes de ponerse los guantes. También en Mallorca Mariona Caldentey no pudo jugar en un equipo todo femenino hasta que tenía 14 años. Antes, tanto en fútbol como en fútbol sala, lo hacía rodeada de chicos, como le ocurría en Sant Fost de Campsentelles a Maria Pérez, que soñaba con ser como Andrés Iniesta. Ahora, en Sant Fost las niñas quieren ser como ella o como Ona Batlle, que con 24 años ya ha jugado en Inglaterra y el Barça, camino que inició en el Maresme, escuchando muchas veces que eran pocas las chicas que la rodeaban. Jóvenes como Laia Codina, que ha revolucionado el pequeño pueblo de Campllong, donde era capaz de marcar goles y ayudar al padre a cuidar vacas.

Ahora estas chicas han conseguido que las niñas puedan jugar en equipos todos femeninos, ya que cada año crecen las cifras de jóvenes que quieren ser futbolistas. Una revolución que empezó en campos de arena y pistas de cemento, y que puede vivir su día de gloria muy lejos, en Sydney.

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