BarcelonaVer al Barça jugando en Montjuïc era necesario. No quedaban muchas opciones más. El Barça no pudo (o no supo) aprovechar la pandemia para ganar tiempo jugando a puerta cerrada en el estadio Johan Cruyff, como sí hizo el Madrid. En aquellos tiempos de Bartomeu, el Barça siguió jugando en un Camp Nou vacío que daba miedo, con los gritos de los jugadores resonando por los viejos muros, asustando a los pájaros que tienen ahí el nido. No, el Barça ya tenía más deudas que sueños entonces. Y la siguiente directiva, encargada de renovar el estadio, fue quien subió en penitencia a Montjuïc. No es su culpa que la situación heredada fuera un desastre. Sí es cosa suya no haberlo gestionado bien y haber castigado la moral de los fieles que hacen un acto de fe y suben las rampas de Montjuïc cada semana.
El exilio ha resultado peor de lo que se pensaba. Y mira que el estadio, digan lo que digan, es hermoso. Falla la visibilidad en determinados sectores, pero es un señor estadio... pensado para otros deportes. Y se diga lo que se diga, ir hasta ahí no es un trauma. La mayor parte de estadios europeos están más lejos de los núcleos urbanos. Los barcelonistas dedican menos tiempo a llegar al campo que la mayor parte de aficionados de equipos italianos o alemanes.
El problema ha sido que el club no ha cuidado a los fieles, incapaz de darles asientos fijos, que el equipo no ha acompañado y que no deja de ser una tortura ver la cantidad de turistas. No es su culpa, ¿eh? Yo soy el primero que voy a ver estadios cuando voy de viaje. Pero como le pasa a la ciudad y el país, una cosa es el turismo y otra diferente morir por demasiado turismo. Los barceloneses desiertan de barrios y bares porque ya no los atienden en catalán ni en castellano, porque los echan de los pisos para hacer apartamentos turísticos, porque todo parece en venta para hacer dinero. El Barça también.
Gente haciendo la ola cuando se pierde, aficionados con camisetas de dos equipos a la vez, risas y selfies cuando el equipo necesita ayuda. Haría bien el Barça en tomar nota de los socios que han ido al campo, fieles, para hacerles un homenaje cuando se vuelva al Camp Nou. El exilio de Montjuïc no ha visto grandes partidos, se ha vivido con un ambiente extraño, triste, más cercano al espectáculo de la fuente de Montjuïc que a un club vivo. Ya le ha ido bien a la directiva. En otras épocas, con ese resultado y esta gestión, en lugar de olas se verían pañuelos blancos. Y a las puertas del campo, la gente protestaría. Ahora hacen turismo.