Un adolescente saca las castañas del fuego de un Barça blando en defensa (3-4)

BarcelonaApenas tres jornadas de Liga y el Barça ya juega con fuego. Y también juega con el corazón de sus aficionados consiguiendo triunfos alocados por no perder puntos que pueden acabar de ser claves (3-4). En Villarreal, donde el Barça perdió por última vez en el 2007 pocas semanas antes del nacimiento de Lamine Yamal, el equipo de Xavi ha mareado a todo el mundo uniendo en el mismo partido una efectividad en ataque que parecía perdida y una debilidad defensiva alarmante. Por momentos, el equipo azulgrana, vistiendo de blanco, pareció una mala imitación. Poco después volvía a ser el campeón, jugando con orgullo y carácter. Dos almas viven dentro de ese equipo, capaz de todo. Al final se ha impuesto la luz, la energía de Lamine Yamal, un adolescente al que no le quema la pelota en los pies.

Un equipo aún con deberes por hacer, donde una de las dudas será ver hasta cuando aguanta a Lewandowski jugando como a titular. Pese a reencontrarse al fin con el gol, el polaco no acaba de salirse. Y Ferran Torres, cada vez que entra desde el banquillo, pide paso. El valenciano parece estar listo para ser titular. Por el momento no lo es. Un Barça en el que Marcos Alonso y Sergi Roberto han aparecido retratados en todos los goles locales, demasiado lentos, demasiado perdidos. Pero un equipo en el que Lamine Yamal ha seguido premiando la confianza de Xavi con sus acciones traviesas. El joven del Maresme juega al fútbol con la misma actitud con la que muchos jóvenes de su edad marcan goles en una silla de cada suya, frente a una pantalla, como si todo fuera un juego con la única prioridad de ser feliz. Sergi Roberto y Marcos Alonso, en cambio, sufrían tal y como lo hacían las víctimas de los tribunales de la inquisición. Las dos caras de este Barça, temible y asustado, blando y fuerte, joven y veterano, bonito y feo.

En Villarreal, pese a que el guionista del partido se lo puso todo a favor al equipo catalán con un 0-2 no del todo justo después de 15 minutos, la defensa se agrietó haciendo soñar a Quique Setién al conseguir una pequeña vendetta después de los meses de escarnio que vivió en Barcelona. No lo ha logrado. No está de suerte, el técnico cántabro, que ha sido mejor hasta el 3-2. Después, ha sufrido la ira azulgrana.

Un centro de Lamine ha permitido a Gavi hacer el 0-1 cuando peor lo pasaba su equipo. Después, De Jong ha creado la jugada del 0-2, que él mismo ha enviado al fondo de la red después de un rechace afortunado. Un partido en el que al Villarreal ya le habían anulado un gol y en el que Ter Stegen había evitado otros dos iba 0-2. Parecía irreal. Ni el equipo local, valiente, lo merecía. El Barça, demasiado inestable, tampoco. El Barça se ha quedado blanco, como la camiseta, al ver cómo el Villarreal se lo zampaba aprovechando la falta de contundencia de Alonso y Roberto. En el primero no supieron detener a Foyth en un córner y en el segundo han acabado convertidos en un juguete de Gerard Moreno, siempre listo, siempre travieso. Sorloth se ha encargado de finalizar una jugada preciosa, de esas que solía hacer el Barça. Ahora se lo hacen a él.

Xavi, aún sancionado, lo miraba preocupado. No ha acertado la apuesta en las bandas. En medio del campo, Oriol Romeu ha estado demasiado solo, superado. De Jong sí ha plantado cara, pero este Barça depende todavía demasiado de unos nombres propios determinados. Sin ellos, parece una mala imitación del campeón de Liga. Hombres como Araujo, que eleva el nivel a la defensa, y especialmente a Pedri, mortificado por las lesiones. Qué difícil es vivir sin el canario. Sin él, faltan ideas y control. Sin él, hacían falta nuevos liderazgos. Y por suerte, el Barça tiene chicos que quieren ser líderes.

La entrada al terreno de juego de Ferran ha empezado a cambiar el partido. Otros jugadores se habrían rendido al ver cómo te toca calentar banquillo, pero el valenciano quiere luchar por hacerse respetar. El Villarreal, demasiado cansado, ha visto cómo no conseguía la rendición de Gavi y Lamine. Eric, que entró al descanso por Christensen, puso orden en la salida de balón y en cinco minutos Ferran y Lewandowski le dieron la vuelta al marcador en dos acciones en las que, de nuevo, Lamine estaba. Quizás todavía tiene que mejorar ayudante en defensa, ya que Pedraza ha hecho mucho daño por su parte, pero tiene 16 años, ya aprenderá. ¿Qué hacía la gente con 16 años? Él decide partidos de Primera.

El gol del triunfo lo ha marcado un Lewandowski que durante buena parte del encuentro no ha logrado ganar su pulso con los defensas centrales. Se le veía nervioso, y se ha ganado una amarilla por protestar. Le hacía falta poder marcar un gol como éste, para reivindicarse, ya que se están empezando a vislumbrar nuevos liderazgos en el equipo. De hecho, el polaco no quiso regalar a Ansu, que también necesita goles, el 3-5, en una acción en la que fue hambre y falló. Sabe que los jóvenes llaman a la puerta. Jóvenes como Fermin, que ha debutado en la Liga con el mismo carácter que demostró en la gira americana. Jóvenes como Ferran, Lamine o Gavi. Ahora, ya pueden cambiar las caras, que el Barça de Xavi sigue siendo igual: ganar partidos sufriendo, apretando los dientes. Sobreponiéndose a las bajas y errores propios. Es el destino de ese equipo. Sufrir. Bien, no todo el mundo. Lamine no sufre, él se lo pasa pipa.