BarcelonaDurante las últimas elecciones del Barça, la periodista Elisenda Carod hizo un test a los candidatos a la presidencia dentro de una sección del programa de humor de TV3 Està passant. Quizás al tratarse de un programa de humor los candidatos estaban relajados, ya que Carod pilló a dos con una pregunta trampa. La pregunta era: "¿Cuál de estas tres jugadoras ficharías para reforzar al Barça femenino?" Y las opciones de respuesta: "Asisat Oshoala, Andrea Pereira o Leila Ouahabi". Pregunta trampa, puesto que en ese momento las tres jugadoras ya eran del Barça. Víctor Font admitió no saber que Leila era entonces jugadora del Barça; Toni Freixa no cayó en la trampa, y Joan Laporta, tras reír al oír el apellido de Leila, admitió que no las conocía. No sabía quiénes eran tres jugadoras entonces importantes en el club azulgrana.
Que entonces el equipo femenino no le importaba mucho a Laporta es una evidencia. Pero una vez entró en un Barça en llamas, el presidente se aferró a él. Ha descubierto un equipo que, en vez de perder dinero, lo genera. Que en vez de provocar debates, genera unanimidad. Que en vez de perder, gana. Que en vez de parecer del pasado, significa futuro. A Laporta le ha pasado lo mismo que a tantas personas en Catalunya, como les ha ocurrido a mis familiares. Ha pasado de no saber mucho a ver los partidos y emocionarse con este equipo. Justo en una temporada en la que todo parecía ir mal, fueron ellas de nuevo las salvadoras. Las que han ilusionado al barcelonismo, las que han hecho que 40.000 personas fueran a Bilbao con la cabeza alta. Ahora habrá que gestionar el relevo en el banquillo, como ha tocado gestionar la renovación de Alexia. Es evidente que dentro de todo equipo hay problemas, pero el femenino tiene talento, relevo generacional, un directivo con bastante sentido común y genera consenso. Laporta, pues, se abraza a ello.
Llora de alegría con el femenino porque el primer equipo masculino se ha roto. Tiene el incendio del caso de los avales, todavía no ha cerrado la renovación con Nike, no queda claro cuándo se volverá al Camp Nou, falta dinero, Xavi se marcha por la puerta trasera y el básquet quizás no gana ningún título importante. El Barça encara un verano clave, en el que habrá que vender y encontrar dinero donde sea para dar a Hansi Flick un buen equipo. En el que habrá que cerrar operaciones clave para garantizar el futuro de una entidad con muchas deudas. Normal que Laporta se emocione con las jugadoras que mantienen alta la bandera del club. Mérito de ellas, claro. La directiva ha entendido que era necesario cuidarlas, por el bien del club y por su bien. No porque crean mucho en la paridad (la junta directiva está llena de hombres) o el deporte femenino, como se ha visto con la gestión del primer equipo de mujeres de baloncesto. El fútbol femenino se hizo fuerte y la junta, por suerte, las defendió. Un oasis mientras el Barça arde.