Fútbol

La aspirina para curar la ausencia de Lamine Yamal era el Brest

El equipo de Hansi Flick recupera el camino del triunfo con un doblete de Lewandowski (3-0) en un extraño día en Montjuïc

BarcelonaEl regreso de la Champions a Montjuïc fue también el regreso del camino del triunfo de un Barça que sumó la primera victoria sin Lamine Yamal. El equipo azulgrana acumula cuatro partidos seguidos ganando en la competición continental y se mantiene instalado arriba de los puestos líderes. Hansi Flick estiró las orejas a sus jugadores tras derrochar en diez minutos un 0-2 cultivado en Vigo y, antes de recibir al Brest, volvió al discurso de apoyo a sus pupilos. El palo y la zanahoria. El equipo respondió con un buen partido, presionando mejor, siendo más intenso, estando más concentrado y, también, moviendo mejor el balón. Contra el Brest, una de las revelaciones de esta Champions, devolvió el Barça de Flick.

Había que sumar de tres en tres para no hacer encender ninguna alarma. Sin la grada de animación, castigada por Joan Laporta hasta que no paguen los 21.000 euros de multas acumuladas que el club les reclama, el estadio estaba más silencioso que de costumbre. La afición no se animaría hasta la segunda mitad, cuando parecía que el Barça se atascaba en la búsqueda de un segundo gol que, finalmente, llegaría después de una genialidad de Dani Olmo. Esto hizo volver a latir un Montjuïc en el que durante un buen rato se hicieron sentir más a los 2.600 aficionados del Brest que a los azulgranas, pese a que la entrada volvió a ser buena, con 46.317 espectadores. Los seguidores franceses, uno de los invitados sorpresa en este nuevo formato de la Champions –terminaron terceros el pasado curso en Ligue 1–, no querían perderse la ocasión de jugar contra el Barça.

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Su equipo plantó batalla durante bastante rato. El conjunto francés es un gran desconocido en Europa. En los últimos años ha vivido una gran evolución gracias a su director deportivo Grégory Lorenzi y su entrenador Éric Serge Roy. La Champions es un premio y salieron a defenderse como si fueran una valiente aldea de la Galia, y el Barça, el coloso imperio romano. Ante un rival que sabe protegerse –llegaba a Montjuïc habiendo encajado un gol menos que el Barça–, los azulgranas renunciaron al rock and roll para picar piedra desde la calma. El equipo de Flick, comandado por un Pedri excelente aproximándose a la base y ubicándose, de forma escalonada, con Casadó, dominaba el balón. La monopolizaba de hecho, superando el 70% de la posesión.

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Pedri, el mejor del Barça

El centrocampista canario era quien se encargaba de mover el balón ahora hacia aquí, ahora hacia allá. Lo hacía mediante controles orientados, fintas deliciosas y cambios de orientación que eran caricias en la pelota. El arrebato corría a cargo de Raphinha, probando diagonales de fuera hacia dentro desde una banda derecha encargada a dar la profundidad en ataque. La primera ocasión corrió a cargo de Raphinha, que sólo necesitó siete minutos para cargar su pierna izquierda y probar el primer disparo. El capitán era quien mejor interpretaba cómo atacar, mientras se echaba de menos más presencia de Olmo, que se resarciría con un golazo en la segunda mitad.

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Para abrir la lata, hizo falta la magia de un Pedri excels. El futbolista de Tegueste, que este lunes cumplió 22 años, no solo dirigía a su equipo como si fuera el director de una orquesta, sino que se hacía un harto de recuperar balones. Era productivo en todos sus aspectos. También en la fabricación del primer tanto. Suya fue la asistencia por un Lewandowski que, fuera del área pequeña, fue embestido por el portero Bizou. El polaco fue el encargado de transformar una pena máxima con doble premio: era su gol número 100 en la Champions.

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El Barça veía recompensado su dominio, pero aunque Fermín tendría un remate franco para ampliar distancias antes del descanso, se llegaría con un resultado corto. El Brest, que sabe defenderse en la emergencia, conseguía llegar vivo al descanso. También ayudó el árbitro, no dando la ley de la ventaja a un pase de Lewandowski que buscaba la carrera en solitario de Raphinha justo antes de pasar por el túnel de vestuario.

En la reanudación, el Barça siguió practicando un buen fútbol. Fermín, que no tuvo el día, falló un nuevo remate franco. El segundo gol no llegaba y la afición abandonaba la apatía inicial para empezar a animar. Gerard Martín se rehizo de sus malos minutos en Vigo temporizando bien una subida por la banda izquierda y mostrándose más atrevido. Suya fue la asistencia por un Olmo que demostró que los genios, a veces, les basta con frotar una vez la lámpara y aparecer. En un partido muy discreto del terrassense, se inventó un golazo que permitía al Barça poner el lacito de un triunfo que Lewandowski, ya en el añadido, culminaría con un doblete y su diana número 22 este curso.