Ganar al Madrid en Arabia, una victoria que serían cuatro

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Lewandowski, celebrando el segundo gol del Barça en la final de la Supercopa

Barça-Madrid en un escenario exótico y grotesco, en el título menos importante de los que puede ganar un equipo de Primera. Barça-Madrid en enero, cuando la tradición dice que no se juegan finales, en un mes ajeno a los dramas deportivos. Barça-Madrid con mucho que ganar, sobre todo para un Barça lleno de dudas, que algunos días hace que nos preguntemos si fue campeón el año pasado, si vive de verdad el año 2 desde la llegada de Xavi.

Existe una cábala que quizá el lector desconoce. Los equipos campeones son los que pueden enlazar cinco partidos seguidos ganando. El Barça no logra este hito desde el inicio de temporada, cuando parecía querer volar. Luego vinieron las miserias. Y ahora, con no pocas agonías, sumamos cuatro victorias en fila india: Almería, Barbastro, Las Palmas y Osasuna. Ya ven, este quinto valdría un trofeo y recargaría la confianza de un vestuario que ha normalizado empates y derrotas.

Hay más intangibles que podemos ganar en la remota península Arábiga, cuna de ningún fútbol. Por ejemplo, autoestima en un equipo que jugará sin Ter Stegen ni Raphinha y, como viene siendo habitual, con un sorprendente número de adolescentes y postadolescentes. También, como pasará para siempre, con un Pierre que cuando no está lesionado está convaleciente. Y jugará con un Lewandowski que no sabe a cuántas galaxias de su mejor momento se encuentra, con un João tan maravilloso como indolente, con un Ferran que nunca acaba de parecer a un jugador de nivel Barça. Lo hará con una línea de defensas que en cada partido nos da nuevos e inverosímiles disgustos. Si con todo ganas el colíder de la Liga, quizás es que conviene soñar.

Y por las inmutables leyes que unen héroes y malvados, la inyección de moral del Barça sería un pozo de dudas en Madrid. No ganar a un Barça que llega como llega sería un duro golpe para el equipo de Bellingham. Quien sabe si una derrota televisada en todo el mundo y con un título oficial en juego podría recordar al equipo blanco que jugar, tampoco juegan a nada. Para mirarse al espejo y descubrir que le faltan Courtois, Militão y Alaba, que Vinícius está lejos de la estrella sideral de la 2022-23 y que en el medio campo tiene una curiosa mezcla de cuádriceps vigoréxicos y talento revelado. Ay, las dudas, ese veneno corrosivo.

Hay un último aspecto que nos convendría mucho en una victoria en el partido de los partidos: reavivaría los clamores sobre Negreira y los delirios conspirativos que vienen del Bernabéu. Y cuanto más insiste en ello, más nos gusta la cara que se le pone en el club de Florentino Pérez.

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