Fútbol - Primera División

Una genialidad de Lamine Yamal permite respirar en el Barça

Gracias a un gran gol del joven extremo de la cantera, los azulgranas suman los tres puntos ante el Mallorca en un nuevo partido gris (1-0)

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Los jugadores del Barça celebrando el gol de Lamine Yamal ante el Mallorca

BarcelonaEn un Barça caótico, con poca chispa, que sobrevive a trompicones y que luce más orgullo que fútbol, ​​la luz de Lamine Yamal es el faro que ilumina un camino con más espinas que rosas. Un golazo del joven extremo de 16 años, una tuerca de esas que entran en la portería pintando una parábola casi de dibujos animados, permitió al conjunto de Xavi Hernández abandonar la penumbra contra el Mallorca y tomar un poco de aire antes de la visita del Nápoles del próximo martes (1-0).

Ante los italianos habrá que hacer un partido mucho más completo que contra el equipo de Javier Aguirre. Un planteamiento defensivo y ordenado, el Mallorca había tenido suficiente para dejar en evidencia todas las carencias de este Barça con balón durante buena parte del partido. Hasta que llegó la genialidad de Lamine Yamal en el minuto 73. El hispano-marroquí, que había tenido una primera parte bastante discreta, ya había protagonizado pocos minutos antes un remate que escupió el larguero. En la segunda, su tuerca travieso besó la red de la portería. Fue uno de esos goles que hacen levantar el culo de la silla. Por fin, después de 70 minutos soporíferos, los aficionados y aficionadas desplazados a Montjuïc pudieron abrazarse.

El gol fue una liberación, porque hasta entonces el Barça estaba sembrando muchas dudas y se limitaba a sobrevivir ante un Mallorca poco atrevido en ataque, pero que ya había probado algún pico del gigante Coto Murique o del más veloz que talentoso Cyle Larin. Si bien es cierto que los equipos entrenados por Javier Aguirre suelen ser un bocadillo de piedras, también es una verdad tan habitual como catedralicia que al conjunto azulgrana le estaba faltando mucho fútbol.

Sin las bajas sensibles de dos titulares indiscutibles como Frenkie de Jong y Pedri, Xavi fió la generación de juego en el centro del campo a la inspiración de un Ilkay Gündogan que quiso estar en todas partes, pero que le faltó gasolina en los momentos decisivos. El alemán de ascendencia turca partía de un hipotético doble pívot con Andreas Christensen, para acabar pisando metros en el área rival. Demasiada distancia por un futbolista que en el afinado Manchester City de Pep Guardiola estaba acostumbrado a brillar en distancias cortas. No sé le puede recriminar a Gündogan no intentar dar un paso adelante y buscar el liderazgo del juego del equipo haciéndose un hartón de pedir balones, pero se quedó sin chispa en el remate.

Gündogan falla un penalti en la primera parte

En la primera mitad, el alemán tuvo en sus botas la ocasión más clara de todo el primer tiempo. Con Robert Lewandowski en el banquillo, el 22 azulgrana cogió la responsabilidad de chutar la pena máxima. El desenlace fue nefasto: disparo blando, nada colocado ya media altura. Dicho de otro modo, invitó al guardameta serbio del Mallorca Predrag Rajkovic a detener el lanzamiento sin tener que esforzarse demasiado. El futbolista alemán se reharía de este fallo, siendo el centrocampista más activo de los azulgranas en un partido nuevamente gris con la excepción del último tramo de la segunda mitad.

Forzar el penalti fue el último servicio de Raphinha, que se lesionó a raíz de la pisada con la que Copete castigó su tobillo derecho. El brasileño, que volvió a jugar de interior cediendo la banda a Lamine Yamal, intentó continuar, pero tuvo que acabar pidiendo el cambio. Es duda para el partido contra el Nápoles del martes. Nada acompañaba al Barça de Xavi, hasta que llegó la magia de Lamine Yamal en la segunda mitad.

Contra el Mallorca, el equipo tuvo más vocación y voluntad ofensiva que en el empate sin goles de San Mamés del domingo, pero el arrebato sólo llegó hacia el final. Coincidiendo con la entrada de Robert Lewandowski, relevado de inicio por un Marc Guiu que ha ganado la partida en Vitor Roque, el equipo intimidó más a un conjunto isleño que también empezaba a acusar el cansancio. Hasta que no llegó la fantasía de Lamine Yamal, el Barça sólo había logrado buscarle las cosquillas a Rajkovic con un remate de cabeza del incombustible Fermín López a finales del primer tiempo y con un par de acciones de un João Félix de nuevo intrascendente.

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