Barça

El imprevisible Dembélé le saca las castañas del fuego al Barça en Linares (1-2)

Mal partido de un Barça con mucho control y poca pólvora, con remontada en la segunda parte

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Alves, en acción al campo del Linares

BarcelonaJoan Laporta decía que el Barça ya ha vuelto. Pero más que haber vuelto, está volviendo. En el proceso, en el camino. Y queda trabajo por hacer. La euforia de los últimos días estuvo a punto de convertirse en un corte de digestión en el debut en la Copa, competición que ha ganado en emoción desde que han vuelto las eliminatorias a partido único. Una trampa para los equipos grandes, como un Barça que por instantes vio como aparecían fantasmas del pasado en el campo de un buen Linares (1-2). El equipo de Xavi vuelve a casa con el trabajo hecho y un montón de arañazos. Además de evitar el trompazo, el partido sirve para poner los pies en el suelo. El 2022 empieza con muchos deberes por hacer, a pesar de que como mínimo la teoría parece clara.

Bastante perdido durante buena parte del partido, el Barça encontró un héroe inesperado: Dembélé, aquel jugador que parece tener la cabeza en otro lugar. No es fácil saber qué piensa el francés, pero no se le cayeron los anillos en un campo de la Primera RFEF. La Copa es así. Algunos futbolistas la viven con pasión, pero otros preferían estar en otro lugar, y no en una población donde te reciben con el himno del Linares a todo trapo por la megafonía del Ayuntamiento. Para Ferran Jutglà e Ilias, era volver al estadio donde ya habían ganado hace pocos meses con el filial. Para otros, era un largo viaje para reencontrarse con aquellos vestuarios pequeños que casi habían olvidado. Todo futbolista de primer nivel tendría que volver a estos campos. Para no olvidar las raíces, para recordar que el sacrificio nunca puede faltar. Los equipos modestos se dejan la piel. Es su día de gloria. Y los equipos grandes tienen que concentrarse, incómodos contra adversarios que se pegan como lapas. Que en Linares habría que masticar arena todo el mundo lo sabía. Pero tanto, quizás no. 

En cambio, jugadores como Alves no han perdido nunca el espíritu. El brasileño, inscrito el mismo día del partido, se convirtió en el futbolista más veterano de la historia en defender la camiseta azulgrana en un partido oficial. Su empujón, sin embargo, se convirtió rápidamente en una mueca de rabia. Si algo odia Alves es perder. Y en la primera aproximación a portería de un Linares que no quería la pelota, los andaluces golpearon primero. Dani Perejón, sin la marca de Jordi Alba, aprovechó un error defensivo de Mingueza para hacer el centrada que Hugo Díaz aprovechó para batir a Neto o que volvía a la portería meses después de su último partido. 

El gol de Díaz despertó viejos fantasmas del pasado. Por la cabeza de los hinchas del Barça con memoria pasaban los nombres de Novelda, Figueres o Gramenet. Aquellos años en los que equipos de Segunda B dejaron con un palmo de narices a un Barça donde jugaba Xavi. Linares era una fiesta, y el Barça, un proyecto demasiado desdibujado. Xavi convirtió el partido en un laboratorio táctico. Alves empezó jugando por el medio, junto a Nico y un Riqui Puig que encadenaba por primera vez en su carrera dos partidos como titular en el primer equipo. La idea era tener mucho el control, tocarla para abrir el muro andaluz, pero no funcionó. Y Alves acabó abriendo la banda derecha, mientras por la izquierda, Jordi Alba era un estilete. Una cosa diferente era cuando le tocaba bajar para ayudar en defensa.

El factor Dembélé

La pelota era azulgrana, pero los reyes magos se habían olvidado de poner una portería para que los jugadores azulgrana intentaran marcar goles. Solo al final de la primera parte el portero internacional ghanés Razak sacó dos pelotas, pero nada demasiado complicado. El Barça era un equipo estéril, que buscaba una y otra vez permutar las posiciones. Era la teoría del movimiento constante. Pero llevada a la práctica, no acababa de funcionar. Y quien más perdido parecía era un Riqui Puig sacrificado por Xavi al descanso. De hecho, al técnico no le tembló la mano con un triple cambio. Si Piqué entró por un Araújo con molestias, el cambio de Frenkie de Jong por Puig era una cuestión de méritos personales. El de Matadepera no aprovechó la oportunidad. Tampoco Ilias, cambiado por un Ousmane Dembélé que tenía 45 minutos justo ahora que parece que hará las maletas. El francés negocia su futuro tal como juega, con un estilo anárquico, sorprendente. Justo ahora que parece buscar piso en una nueva ciudad, se encargó de sacarle las castañas del fuego al Barça marcando el gol del empate. El Barça tenía control, pero le faltaba chutar. Y el francés lo hizo. Ni tan siquiera fue su mejor disparo, pero Razak se la tragó. Y los regalos se aprovechan.

El Barça dio un paso adelante, a pesar de que Alves, siempre por la derecha, demostró tener los centros un poco enmohecidos. Como había pasado en los últimos años en Cornellà o Ibiza, Linares estaba destinado a ser un partido tan incómodo como salir a jugar con un montón de piedritas dentro de las botas.

De hecho, como ha pasado siempre en los últimos días, al Barça se le acabó la gasolina y empezó a sufrir con las contras cada vez más. El Linares se animó, pero en un contexto de intercambio de golpes, la calidad manda. Y fue Ferran Jutglà, quien ya había jugado hacía poco en Linarejos, quien marcó el gol redentor. Los andaluces, sin embargo, cayeron con la cabeza alta, aprovechando los errores de Mingueza y Neto o para soñar con llegar a la prórroga. El Barça, que perdió a Frenkie de Jong por lesión, acabó como en Mallorca, defendiendo, sufriendo, sudando. Consciente de que ha encontrado un camino, pero no sabe qué encontrará en el futuro. Un futuro donde por no saber, ni se sabe si Dembélé, uno de los héroes de Linares, seguirá de azulgrana.

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