Barça

La magia de Pedri sigue elevando al Barça (1-0)

Una obra de arte del canario pone fin a la resistencia de un Sevilla que cede la segunda posición al equipo azulgrana

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Pedri, celebrando su gol contra el Sevilla

BarcelonaSi Xavi Hernández es el profesor, Pedri es su mejor alumno. El joven canario está destinado a proteger el legado de Johan Cruyff, Josep Guardiola y Xavi. Lo que ha pasado de generación en generación, los diez mandamientos del barcelonismo. Donde se puede leer que ganar y jugar bien no son una contradicción. Al contrario, es una obligación. El chico que se crio regateando sillas en el bar donde sus familiares tenían una peña barcelonista, se encargó de poner fin a la resistencia del Sevilla y permitió al Barça subir hasta la segunda posición, con un partido menos. Por encima ya solo queda el Madrid. 

Pequeño como es, delgado y con cara de despistado, Pedri es un digno heredero de aquellos jugadores que han hecho del Barça un club especial. En el árbol genealógico azulgrana aparece justo debajo de Xavi, Iniesta y Messi. El juego pasa por él, pero es un líder silencioso, capaz de marcar goles importantes cuando toca, cuando los compañeros lo pasan mal. Es un elegido. Es especial. Su gol dio continuidad a unos días en los que al Barça todo le parece ir bien.

En el fútbol puedes ganar de diferentes formas. En Madrid fue todo fácil, contra el Sevilla hizo falta apretar los dientes. Se puede disfrutar de una manera o de la otra si el final es feliz. Después de celebrarlo a lo grande en el Santiago Bernabéu, jugar contra el Sevilla era como ir a un dentista que te tiene que sacar una muela sin anestesia. El equipo de Julen Lopetegui se ha quedado sin argumentos para pensar que puede ganar la Liga, pero sigue siendo uno de los mejores equipos defensivos de Europa. Te puede sacar de quicio cuando tapa espacios, con los jugadores ayudándose entre sí alrededor del portero. El equipo titular de Xavi que los forofos del Barça ya se saben de memoria, con la novedad de Dani Alves en el lateral para atacar mejor, se encalló contra un rival que llegaba con un montón de bajas y lamiéndose las heridas de haber quedado eliminado en Europa. Uno de aquellos escenarios que no gustan a técnicos como Xavi, porque el forofo, eufórico, daba por hecho que sería otro festival azulgrana. Y la realidad es que, en el fútbol, pocos regalos te dan. Y, aunque tengas talento, te toca picar piedra.

Y así fue. No cada día es viernes y no en cada partido el Barça de Xavi convertirá a los rivales en un juguete, especialmente a un Sevilla muy muy trabajado en defensa, con los fundamentos muy puestos. Un estilo muy opuesto al del Barça, pero que le permite mantenerse en pie aunque esté asediado. Y mira que, de entrada, tanto Ferran Torres como Dembélé habrían podido marcar un gol que seguramente habría allanado el camino, pero por centímetros sus chutes se fueron fuera. Y el Sevilla respiró, con buenas contras que solían acabar cuando aparecía en acción Piqué y Araujo, dos gigantes. Ter Stegen no tenía trabajo. Tampoco tenía mucho el exportero del Girona, Bono. Y, cuando lo tuvo, negó el gol a Aubameyang estirándose como un gato, en uno de los pocos errores defensivos de los sevillanos. Al Barça le tocaba ganar por méritos, no por los errores de un adversario que se atragantaba. 

Pero el talento iba indicando el guion que seguiría el partido. Bono sabía que tarde o temprano le tocaría hacer horas extras, y así fue, con buenas paradas a Ferran y un golpe de cabeza de Araujo. També Piqué hizo temblar el larguero con un golpe de cabeza a la salida de un córner, demostrando que Xavi también cuida la libreta en las jugadas de estrategia. El partido empezó como una partida de ajedrez, con Xavi comiéndose un alfil de Lopetegui y este castigando a los peones azulgranas, pero se iba convirtiendo en un frontón, con el Barça picando una y otra vez contra la defensa de un Sevilla que no gana en Liga en el Camp Nou desde el año 2002, cuando Xavi era jugador y Gaspart fue despedido con una pañolada. Otra época. Ahora en el palco, Laporta, satisfecho por cómo van las cosas, se iba poniendo nervioso. Pinchar contra el Sevilla no entraba en el guion de nadie.  

Un genio sobre el césped

Pero, si alguien dudó, fue Pedri quien lo hizo caer del caballo. Este Barça tiene fútbol y tiene estrella. Tiene un corazón gigante y ganas de comerse el mundo. Cuando el Sevilla ya sacaba agua como podía, volvió a ser la cintura de Pedri la que dictó sentencia. Como hizo en Turquía contra el Galatasaray, con dos golpes de cadera hizo caer, como si fueran fruta madura, a dos defensas rivales. Y con un chute seco desde fuera del área envió la pelota al único lugar donde Bono, alto como un Sant Pau, no podía llegar. Faltaban 15 minutos, pero el Sevilla sabía que ya pincharía en Barcelona. Que no había nada que hacer. En la primera vuelta del campeonato, cuando el Barça andaba como un alma en pena, perdida, los sevillanos soñaron con ganar la Liga. En la segunda, es el Barça el que todavía se anima, consciente de que el Madrid, herido desde que el equipo de Xavi le clavó cuatro estocadas en el Bernabéu, va cojo. El Barça de Pedri, en cambio, vuela.

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