Barça

Raphinha, el futbolista que no quería ser barbero

El nuevo fichaje del Barça fue rehusado por tres clubes del Brasil y no brilló hasta que tenía 18 años

BarcelonaLa mala fama se coge enseguida y todos los brasileños levan la etiqueta de ser unos grandes amantes de la fiesta. Por eso, cuando alguien destaca de un futbolista nacido en Porto Alegre que es "muy profesional" y "muy familiar", fácilmente se lo mira de otro modo, como si fuera una rara avis. Cuando resulta que en el fútbol, precisamente, los que más triunfan son los que más trabajan. Más allá de su capacidad con el balón en los pies, los compañeros y entrenadores destacan la faceta humana de Raphinha, la nueva perla del Barça, que aterriza en el Camp Nou a cambio de un traspaso que ronda los 60 millones de euros.

Llegar a la élite no es nada sencillo y todos los futbolistas tienen su historia personal detrás. La de Raphinha está repleta de obstáculos, de superaciones y de rechazos. Muchas decepciones y pocas alegrías, hasta que llegó a plantearse, con 18 años, dejar el fútbol. Él mismo lo explicaba en primera persona en The Players Tribune. Había llegado al Avaí, club de la Serie A brasileña, pero se lesionó. La recuperación fue un calvario y cuando se hubo curado quedó fuera del equipo sub-20. Le dijeron que se entrenara por su cuenta. Desde Florianópolis, una ciudad que está a seis horas en coche al norte de Porto Alegre, cogió el teléfono para hablar con sus padres. "Dije que ya tenía suficiente y que quería dejarlo. Mi padre dijo que estaba de acuerdo conmigo. También mi madre, pero añadió: «Si abandonas tu sueño, tendrás que conseguir trabajo normal». Aquello me hizo reflexionar".

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Raphinha escapó de los cárteles de la droga

Raphael Dias Belloli, Raphinha, nació el 14 de diciembre de 1996 en Restinga, una favela de la ciudad de Porto Alegre. Hijo de una familia humilde, el que hoy es un jugador de primer nivel pasó por una infancia difícil. La pelota fue su refugio y sus habilidades futbolísticas, además de la buena educación que recibió por parte de sus padres, permitieron que se hiciera mayor lejos de las mafias y de los cárteles de la droga. Él se libró, pero no algunos de sus amigos de niñez ni tampoco algunos familiares. "Sé bien cómo funciona esto. Hoy estás vivo... y mañana ya no".

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El fútbol era su vida, a pesar de que recibió muchas bofetadas mientras estaba en el proceso de formación. Diogo Fernandes, antiguo coordinador del fútbol base del Avaí, hizo constar en el informe que se trataba de un jugador "tímido fuera de los terrenos de juego, pero constante y extremadamente competitivo en el césped". Un resiliente. Alguien capaz de creer en él incluso cuando todo el mundo le cerraba las puertas. "Es demasiado pequeño". "Es demasiado frágil". "No tiene potencia". Son tres de los argumentos que usaron las escuelas de Internacional y Gremio para rehusar a Raphinha cuando todavía era un niño.

Había heredado la pasión por el fútbol de su padre y, después de formar parte de un proyecto social, empezó a destacar en los terrenos de juego. Era bueno, pero todo el mundo le encontraba pegas. En Gremio, por ejemplo, solo estuvo una semana. Audax-SP e Imbituba fueron los otros clubes de formación, hasta que en 2014, cuando todavía no había cumplido los 18 años, llegó al equipo sub-20 del Avaí. Un año después, y si no hubiera sido por su madre, quizás habría tirado la toalla.

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"Las palabras de mi madre me hicieron reflexionar. Me había dedicado siempre al fútbol y no tenía estudios. Tendría que buscar trabajo en un supermercado, en una barbería o algo así. Mi madre no pudo estudiar hasta que no fue más mayor, hasta que hubo ahorrado después de tener muchos trabajos. Ella no se rindió nunca. Me convenció de que todos los momentos difíciles pasan, y de que quizás había olvidado aquello que realmente quería en la vida. Cuando colgué, me acordé de ello".

A punto de hacer 19 años, Raphinha empezó a entrenarse por su cuenta. Eso sí, seguía teniendo contrato con el Avaí. Esperó su oportunidad y la encontró en 2016 en la Sao Paulo Junior Soccer Cup. No destacó, brilló. Y así fue cómo, unas semanas después, un club portugués, el Vitória de Guimaraes, decidía comprarlo, antes incluso de debutar como profesional. Pagó 600.000 euros. Hoy cuesta cien veces más.

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Empieza la subasta por Raphinha

Raphinha empezó a revalorizarse. Solo estuvo medio año en el filial vimaranense y dos temporadas en el primer equipo. El Sporting de Portugal lo compró el 2018 por 6,5 millones. Un año después, el Rennes pagaba po él 21 millones. Y el 2020 hacía las maletas hacia la Premier, de la mano del Leeds. El club inglés pagaba 18,8 millones. Una cifra ligeramente inferior a la que le había costado al Rennes, pero que se explica por la sacudida económica que supuso el coronavirus. En el Leeds se ha revalorizado y el Barça ha pagado cerca de 60 millones –el club ha anunciado el acuerdo, pero no ha desvelado el coste de la operación– para obtener sus servicios. Y eso que había otros clubes, como el Tottenham o el Chelsea, que ponían más de 70 millones sobre la mesa.

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"A todos los jugadores se les abren los ojos cuando saben del interés del Barça. Incluso están dispuestos a perder dinero ajustándose a nuestra estructura salarial", explicaba hace unos días Jordi Cruyff, director del área internacional de fútbol del club azulgrana. También el presidente, Joan Laporta, aplaudía la "paciencia" de algunos futbolistas –se refería, entre otros, a Raphinha– que "entienden la situación del Barça y nos esperan". Según fuentes azulgranas, el Leeds quería vender a Raphinha al mejor postor, pero el jugador, que tiene al exazulgrana Deco como representante –Deco también forma parte del departamento de scouting del Barça, a pesar de que sin sueldo–, se plantó. Deco convenció a Laporta para que el Barça subiera la oferta inicial y todo se acababa desencallando.

"Fuera de los terrenos de juego es un chico tranquilo y sereno. Habla poco con sus compañeros. Quien ha visto su talante en el día a día no se puede imaginar que sea tan intenso en el césped", decía hace un par de años Diogo Fernandes. El mismo entrenador que lo dejó temporalmente fuera del equipo se colgaba medallas una vez que Raphinha había estallado como estrella del fútbol y había llegado a la selección del Brasil. "En el campo lo quiere ganar todo. Entrenamientos, posiciones, minutos... Es muy competitivo y siempre quiere ser el primero".

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Raphinha es un jugador zurdo que acostumbra a ocupar la posición de extremo derecho, a pesar de que ha jugado en las dos bandas. Destaca por la potencia de chute y es habilidoso en la pelota parada, una faceta que había quedado muy descuidada desde que Leo Messi dejó el Barça, el verano pasado. En los informes azulgranas se destaca, también, su capacidad defensiva. "Es un estilo Di María, Robben... zurdos que van hacia dentro y, o bien hacen la asistencia, o bien rematan", apuntaba Kiko Casilla en una entrevista a RAC1. El portero catalán, que coincidió con el nuevo fichaje azulgrana en el Leeds, lo define como un extremo "versátil y regateador". "Un jugador como no hay muchos, que puede dar otro aire al Barça".