El drama del FC Godall: "Quizá tardemos tres meses en poder sentarse en el sofá"
Testimonios del equipo de fútbol del pequeño pueblo arrasado por la dana 'Alice'
Torelló"Mi coche es el que sale en todos los vídeos: el Golf blanco con un coche rojo encima. Estos días justo decía que estaba muy limpio porque había llovido, y mira", explica Joan Zaragoza (1993). Es el número 10 y uno de los capitanes del equipo de fútbol de Godall (Montsià), el pequeño pueblo de 600 habitantes que ha sido la zona cero de la dana que ha "arrasado" las Terres de l'Ebre, una "catástrofe" de pérdidas económicas millonarias. El domingo estaba en Godall, en casa de su pareja, durmiendo con La que se avecina de fondo. Llovía mucho y salieron al balcón. Cuando él dijo que quizá debería bajar a sacar el coche le dijeron si estaba loco. Ya había dos palmos de agua.
De repente vieron cómo algunas sillas chocaban contra el coche, aparcado delante de casa. Venían del bar de la plaza Mayor, donde había un grupo de ancianos jugando a cartas, como todos los días; primero subieron a las mesas y sillas y al final tuvieron que abrir un agujero en la pared con un extintor para escapar del agua porque habían quedado atrapados. A los pocos minutos el agua ya movía el coche. Se le acabó llevando calle abajo. Dicen que algunos coches aparecieron 300 metros más abajo. "Estábamos allí como boquiabiertos. Íbamos viendo desfilar las cosas que el agua arrastraba desde arriba y cómo iba subiendo el nivel del agua a la calle. «Mira, mira». Y cada mira era un palmo", dice.
A su lado estaba Aitor Cardona (Godall, 2002), cuñado y compañero de un equipo que compite en Tercera Catalana. Dice que las calles eran "ríos salvajes". Tiene 23 años, pero ya hace ocho cursos que juega en el Godall y n. recuperado en los 90, sobrevive con un único equipo en la penúltima categoría. "No hay niños suficientes para tener base. Un año que había muchos niños en el pueblo logramos hacer un juvenil. Ya hace mucho tiempo", afirma Vicent Martínez (1954). Es un club familiar, con 15.000 euros de presupuesto: su hermano también está en la junta directiva, su cuñada es la presidenta y su hija, la delegada.
El martes suspendieron el entrenamiento: tocaba arremangarse para ayudar. El barro llegó hasta el campo y entró en el bar y en los vestuarios, pero está más o menos bien porque queda en una parte elevada del municipio. El partido del domingo por la tarde ante el Camarles ya se había aplazado por la mañana. Por suerte. Porque el agua incluso arrancó el asfalto de la calle donde aparcan los coches. Martínez dice que, de lo contrario, hubiera sido "una masacre". Este sábado han jugado en casa del Gandesa.
Cuando Cardona limpiaba el garaje de casa encontró una foto de una familia que vive tres calles más arriba. Durante mucho rato pensó que seguro que había muerto alguien conocido, con el precedente de la dana de Valencia en la cabeza: "Es un milagro". Cuando al fin pudieron bajar a la calle era "todo barro". "Era como una película real. Era como una guerra. Todo sucio, todo roto, lleno de coches boca abajo. Las únicas palabras que te salen son: «No puede ser, no puede ser»".
Kevin Troncho (Godall, 2002), fotógrafo del club y miembro de la directiva, también estaba en casa: "Empezó a llover de una manera que yo nunca había visto". En la planta baja se encuentra la cocina, el comedor, la despensa y un aseo, además del garaje. De repente había un palmo y medio de agua. Subió corriendo hacia el primer piso en busca de toallas. "Las coloqué en la puerta y me puse sobre rodillas para hacer fuerza para intentar hacer una barrera para que no entrara más agua. A mí se me hizo muy largo, pero debían de ser diez minutos como mucho", asegura. El agua seguía entrando. De repente su padre dijo que el agua ya llegaba a la ventana. "Cuando oí esto dije: «Bua, ya está, como en Valencia». De repente el agua de la calle golpeó la puerta y entendió que ya no podían hacer nada más.
"Nos costará, pero saldremos adelante"
Subieron corriendo hacia el primer piso y justo sintieron que el agua rompía los cristales de las ventanas y la puerta de abajo: "La puerta que yo estaba aguantando. Fue un ruido muy fuerte, bestial, estremecedor. Un ruido que no sabría cómo describir, pero que representó un «hasta ahí, démoslo todo por perder;" En el piso de abajo el agua alcanzó los dos metros. Empezó a pensar que deberían escapar por la terraza del segundo piso para sobrevivir, porque los tejados comunicaban. La puerta de casa era una de las primeras que encontraba el agua. El barranco se desbordó. Dice que fue "una locura".
No han podido "rescatar" nada de lo que había en el piso de abajo. "Lo hemos tenido que tirar todo. Desde el sofá hasta la campana extractora. La vajilla de Navidad, las fotos. Me dolió ver los juegos de cuando era pequeño y jugábamos con toda la familia en la mesa del comedor". "Si piensas en estos recuerdos sabe muy mal. Es el sacrificio de toda una vida", apunta. En los primeros días el paisaje del pueblo era desolador: todo lo que había dentro de las casas estaba fuera. "Veías a todo el mundo lleno de barro, cansado, sucio, con la cabeza cacho". Afirma que si hubiera pasado en Barcelona y no en el sur "ya tendrían muebles y cocinas hechas a medida", pero prefiere hacer hincapié en la solidaridad "indescriptible" de un pueblo y una tierra que se han volcado en ayudar.
Respira y concluye: "Puedo entender que haya quien crea que hemos tocado fondo, pero tengo clarísimo que saldremos adelante. Nos costará, pero saldremos adelante. Quizás tardaremos tres meses en poder sentarse en el sofá y mirar la tele y, si deben ser seis meses serán seis meses, pero por suerte todos podremos".