Así, así, así gana(va) el Madrid


Desde que tengo uso de razón, no recuerdo ningún partido en el que el Real Madrid haya perdido por deméritos propios. Siempre ha pasado algo ajeno. Un escándalo arbitral, por ejemplo. Ésta es la excusa más recurrente. Pero hay más: una plaga de lesiones, demasiados pocos días de descanso entre partidos, que el rival está dopado económicamente con petrodólares o que la competición está adulterada.
La autocrítica en Chamartín siempre ha sido mínima. El contexto les va a favor porque son –con permiso del Atlético– el principal club de la capital española, donde tienen su sede central los estamentos federativos. También tienen unos altavoces mediáticos tan potentes –y tan afines al escudo– que les permiten esparcir un relato hecho a medida. Esta presión ha dado históricamente sus frutos y ha permitido que el Madrid gozara de un trato de favor permanente. Una situación que se exageraba con la llegada de Florentino Pérez al palco y su obsesión por controlarlo absolutamente todo.
La situación estaba tan viciada que todo el mundo se había acostumbrado a este modus vivendi. Los árbitros sabían que equivocarse en contra podía traer consecuencias. También los rivales, resignados, que a veces ni protestaban. "Así, así, así gana el Madrid", se cantaba en las gradas. Los jugadores del Madrid se habían creído con derecho a insultar, menospreciar o ridiculizar a los árbitros. El entrenador, también. Aumentaba la agresividad en el césped, se elevaba el tono en las salas de prensa y el club utilizaba su canal oficial de televisión para señalar con el dedo a cualquier árbitro, presidente o institución que no actuara al dictado. Nadie les penalizaba. Al contrario.
Hasta que un día, un iluminado decidía no expulsar a Romero en esa entrada por detrás a Mbappé en la derrota ante el Espanyol. El cortocircuito fue mayúsculo en el Bernabéu. Y la respuesta, tan exagerada que se rompió la cuerda. Los árbitros, cansados de ver cómo se les vejaba en público, decidieron plantarse. En las dos últimas jornadas, los dos primeros penaltis contra toda la temporada y la primera roja por indisciplina.
¿Los colegiados han perdido el miedo? Es pronto por decirlo. La certeza es que los últimos arbitrajes han sido sin pensar qué dirán en la tertulia de las 12 o qué foto saldrá a la portada de ese diario. Hasta ahora cualquier acción interpretable era silbada a favor del conjunto blanco. Ahora ya no es necesariamente así. En Madrid tienen la sensación de que les han robado. Que es un escándalo. Cuando el escándalo es lo que ocurría hasta ahora. En los últimos partidos, el Madrid ha sido un club más. Ya era hora. Y que dure.