BarcelonaLejos queda el recuerdo de aquel febrero de 1973, cuando el Sant Andreu se impuso por 1-0 al Betis en la Copa en un Municipal de Santa Coloma lleno hasta los topes. Por supuesto, cientos de béticos apoyaron a sus jugadores ese día en que se impusieron los hombres de Gustau el gitano Biosca, leyenda barcelonista. El Betis siempre mueve a mucha gente en Catalunya, como ocurrirá este miércoles, cuando los dos clubs se reencuentren en la Copa (19 horas), en esta ocasión al Narcís Sala en un partido de eliminatoria única. Pero la afición andaluza sufrirá para hacerse oír: en el Narcís Sala se anima más que en muchos campos de Primera.
Sí, aquel 1973 queda lejos. Poca gente recuerda ese Sant Andreu que jugaba en Segunda y llegaba a soñar en un ascenso que nunca se produjo. De por medio, el club ha sufrido descensos y le han roto el corazón varias veces, y se ha forjado una identidad con derrotas que cuestan de olvidar, como aquél play-off de 1992 de ascenso a Segunda en el que el árbitro Japón Sevilla hizo todo lo que pudo para evitar el triunfo en Lugo, provocando que Ramon Maria Calderé perdiera los papeles y lo acabara agrediendo. Play-offs perdidos como aquél contra el Barça de Luis Enrique en casa, o el último, hace pocos meses en Zamora. Derrotas que ahora miles de andreuenses quieren convertir en triunfos, inspirándose en días de gloria como el ascenso del 2023 a Segunda RFEF en Salamanca con más de mil aficionados catalanes desplazados bajo la lluvia.
Después de años en los que la media de edad iba haciéndose demasiado grande en la grada, el Sant Andreu vive una época dulce en este renacer del fútbol catalán. Si en 2022 tenía 1.000 socios, ahora pasa de los 4.000, muchos de ellos jóvenes. Junto a su gran rival, Europa, lideran un renacimiento del fútbol popular. "Es una locura. Hace cinco años no había más de 1.000 personas un domingo a las 12 de la mañana, y ahora no bajamos de 2.500 cada partido. Voy andando al campo y cada vez veo más camisetas. Quizás haya un punto de desafecto en el fútbol de élite, cada vez más caro. Y un punto de éxito nuestro para cuidar lo que hacemos. el periodista Aleix González, uno de los responsables de las transmisiones de la UESA, como es conocido popularmente el club.
El partido contra el Betis también servirá para estrenar una nueva versión del himno del club, Llamas y retama. Los hermanos Júlia y Pau Serrasolsas han grabado el nuevo canto del Sant Andreu con un nuevo estilo y unas leves variaciones en versos concretos para actualizarlo. Los hermanos Serrasolsas son los Ginestà, uno de los grupos de moda de la música catalana: "En este caso actualizamos el himno a título personal. Lo hemos hecho con amigos del barrio, para adaptar el himno al ambiente del Narcís Sala", explica Pau. Como si fuera una manera de dejar claro que esta versión del himno la hacen por amor al equipo del su barrio, o de su pueblo, mejor dicho, ya que muchos andreuenses no se sienten barceloneses: ellos son de Sant Andreu de Palomar. somos así. En los últimos años hemos recibido mucha gente que llega de otros barrios. los acogemos en el campo Desde que tengo memoria de que el fútbol se vive de una forma especial, aunque cuando era pequeño el ambiente era diferente. No se cantaba y la media de edad era más alta. gran movimiento vecinal, con un fuerte asociacionismo y en el que nos seguimos creyendo pueblo pese a ser un barrio. el Europa, detenido con 3-5 a favor de Sant Andreu cuando cayó una valla. Aunque no terminó bien, fue una fiesta grande del fútbol popular barcelonés. Dos clubs que no paran de crecer, que han eliminado a rivales de Segunda en la Copa y que esperan que el Ayuntamiento les acompañe modernizando sus viejos estadios municipales. Con un crecimiento social espectacular, con jóvenes que defienden valores claros, contrarios al racismo y la homofobia, y en los que se cuida un territorio y una lengua: el catalán.
En 2023 el Sant Andreu ya tuvo el acierto de aliarse con la marca Meyba. "La fusión benefició a todo el mundo. No va de dinero, va de simbolismo, de catalanismo y de proyectar el fútbol catalán", explica el portavoz del club, Gerard Álvarez. Meyba, una marca fundada durante la década de los años 40 en Barcelona por el publicista Joaquim Mestre y el modisto Josep Ballbé, fue famosa en los años 80 por vestir como clubs como el Barça y el Espanyol. Recientemente la marca ha sido recuperada para volver al fútbol, y ha ayudado a cuidar la nueva estética del Sant Andreu encontrando un equilibrio entre modernidad y nostalgia. El club andreuense ha ido cuidando los detalles en los últimos años para dejar claro que tiene sus raíces en una comunidad activa, con iniciativas contra la violencia de género. Por ejemplo, Open Arms fue patrocinador en partidos importantes, como el de la Copa del Rey en 2019 en el Cívitas Metropolitano contra el Atlético de Madrid.
La llegada de un nuevo inversor
El Sant Andreu revive después de unos años en los que parecía una utopía ver a jóvenes en sus gradas. De hecho, ahora los socios alertan de que el peligro es convertirse en un producto, ya que turistas y aficionados al fútbol extranjero han descubierto ya la magia del Narcís Sala y quieren ir. "No podemos ser una moda, un producto, somos una forma de vivir", dice González. Éste es un año especial, ya que el club ha visto la llegada de un nuevo propietario, el japonés Taito Suzuki. El empresario japonés ya se vinculó este verano con el club andreuense como principal patrocinador y hace pocas semanas se convirtió en su propietario a través de su multinacional Taica Corporation.
"Hay cierta prudencia, ya que en el pasado ya hemos recibido inversiones que prometían el cielo y acabaron mal. Recordamos los años en los que veníamos de jugar partidos para subir a Segunda y después llegó de propietaria la brasileña Dinorah Santana –expareja y representante de Dani Alves– y la cosa acabó con descensos. no se moverá de Sant Andreu y no perderá su identidad. y el Mallorca. "Estamos en alerta, no queremos convertirnos en una moda. Hay que defender nuestra esencia", explica Pau Serrasolsas. El otro elemento donde el club intenta dialogar con sus aficionados es el de tener animación en positivo, ya que puntualmente se han vivido incidentes, como cuando un aficionado echó una bebida al portero del equipo visitante hace pocas semanas, o la tensión del derbi con Europa.
El principal grupo de animación, los Desperdicis, han sido clave para entender el renacimiento social del club, reuniendo a muchos jóvenes que buscaban un lugar en su gradería. Hace poco hicieron un comunicado explicando que el fútbol va más allá de aspirar a ascensos y reclamando a los nuevos inversores que trabajen siempre de la mano con los socios. Toda la masa social del Sant Andreu se anima con los éxitos del equipo entrenado por el de Osona Xevi Molist, pero conscientes de que el éxito de la UESA no pasa sólo por celebrar goles. Por ejemplo, el Sant Andreu ayuda a muchos extranjeros para que aprendan catalán, un fenómeno que también ocurre en la grada de Europa.
"Mucha gente no nos conoce y se enamora de nosotros"
Algunos inmigrantes, especialmente italianos y argentinos, se han dado cuenta de la importancia de aprender catalán después de terminar dentro de una gradería como la adreuenca, donde se canta mayoritariamente en catalán. De hecho, en Narcís Sala la gente más joven siempre canta una vez por partido el Virolai. "No se puede explicar lo que significa el club, hay que venir a ver un partido. Sant Andreu todavía consigue defender ese espíritu de pueblo en algunos rincones. Mucha gente no nos conoce y se enamora. Hay que venir a hacer la previa a la Rambla y después ir al campo. El Sant Andreu es el gran pulmón del barrio", explica Aleix, que valora en positivo que cada vez más gente siga las transmisiones de los partidos, mientras nacen proyectos de socios jóvenes en las redes sociales para cuidar al Sant Andreu.
Este miércoles, cuando los hermanos Serrasolsas salgan al Narcís Sala para cantar el himno, ayudarán a mantener vivo el club del que su bisabuelo ya fue socio. El fútbol permite crear momentos mágicos, como que un barrio siga siendo un pueblo o que miles de jóvenes demuestren que han entendido que en la vida no todo se limita a querer ganar dinero y ser fuerte. En la Segunda RFEF cada vez se ven más gradas llenas, no sólo en noches de la Copa. Días como el derbi Europa - Sant Andreu o como el Sant Andreu - Sabadell, con mil arlequinados venidos del Vallès y 5.000 andreuenses en casa, demuestran que otro fútbol es posible.