PRIMERA DIVISIÓN

"Hemos sufrido y llorado mucho": Girona acaricia las estrellas en una fiesta inolvidable

30.000 personas salen a las calles para compartir su felicidad con el equipo de Míchel bajo la melodía de la Champions

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Míchel, con el micrófono en la mano durante la celebración del Girona.

GIRONANo cabía nadie más, no se podía ni andar. 30.000 personas salieron a las calles de Girona para conmemorar la extraordinaria temporada de un equipo de fútbol que perdurará para siempre. Generaciones de gerundenses hablarán del equipo de Míchel. "Yo le vi jugar", dirán presumiendo. Bajo el himno de la Liga de Campeones, una melodía que resonaba en las gargantas de todos los que abarrotaban la plaza del Vino, grandes y pequeños rendían homenaje al equipo y respiraban felicidad en una fiesta que empezó a media tarde y va terminar por la noche, con conciertos en la Copa.

Más que otro día, captar los sentimientos de las personas fue sencillo. "Nos está haciendo vivir un día muy especial", dijo Delfí Geli a la gente congregada. Se nota a kilómetros que la conexión entre los jugadores y los aficionados late con una química especial. "Juntos somos más fuertes: somos invencibles e inmortales", se sinceró Míchel, el más aclamado de todos, antes de declarar su amor. "Con mi familia hemos recorrido las ocho comarcas y nos han enamorado. Los rincones y parajes de Girona son maravillosos. Y estos jugadores... han hecho el mejor fútbol de España y de todo el mundo". Parecía el dueño del planeta.

"No olvide de dónde venimos"

Compartieron lágrimas de derrotas que se clavaban, cada una como un puñal que les hacía sangrar el alma. Hoy comparten lágrimas de alegría por haber formado parte de un año histórico. "Aquí hemos sufrido y hemos llorado mucho. Nunca olvide de dónde venimos. Merecemos mil temporadas como esta", gritó Juanpe, todo un símbolo. "Quiero recordar a la gente que se ha dejado la vida por este club, en proyectos menos brillantes, y ya no está", comentó Borja.

En 2007, a los jugadores del Girona tan sólo les esperaban un puñado de personas para festejar el ascenso a Segunda B. Iban con sus coches, tocaban el claxon, y la gente, que debió pensar que quienes eran aquellos sonados, apenas les reconocía. Ha visto de todos colores, la entidad, que incluso ha hecho rúas para celebrar una derrota. Fue en el 2013, con Rubi en el banquillo. Actualmente todo se ha transformado, aunque la gente mayor se pellizca los brazos creyendo que lo que ve no es verdad y que los pequeños no se creen que este club se paseara, no hace mucho, por categorías amateurs. Han crecido pensando que ganar es habitual. Dan envidia. "He vivido tres rúas y cada vez hay más gente. El futuro es rojiblanco", dijo Quique Cárcel, en armonía y paz.

La promesa de Portu

Stuani, la gran leyenda, alucinaba. "Nos hace muy felices veros luciendo esta alegría tan inmensa. Nunca habríamos pensado hacer lo que hemos hecho". El capitán asumió la responsabilidad de ir pasando el micrófono. Lo hacía encantado, y no escaparon algunos de los grandes nombres: Couto, Èric, Aleix –que enseñó la nueva camiseta, ya filtrada–, Savinho, Tsygankov y Dovbyk. Tanto Stuani como Míchel y Portu hablaron en catalán. Que lo hiciera el murciano fue una sorpresa. "En el ascenso del 2017 dije que el Girona sería de Champions y se ha hecho realidad". A Montilivi le quieren tanto que no le dejaban ni hablar, aunque tuvo tiempo de hacer una promesa: "Nos dejaremos la piel para que ese sueño no acabe nunca". "Se hacen realidad, sí", añadió Valery. "Eso quedará de por vida", valoró Miguel.

En el fondo, los gerundenses no son conscientes de nada de lo que les está pasando. Tardarán años en saberlo. Ahora son felices, y eso basta. Porque son de Champions, una competición que descubrirán en septiembre. Pero ya miman las estrellas.

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