Futbol

Inglaterra se quita un peso de encima volviendo a una final 55 años después

Los discípulos de Southgate necesitan un polémico penalti en la prórroga para superar a los daneses (2-1) y se verán las caras con Italia

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Kan e, celebrando el gol del triunfo de los ingleses

Barcelona55 años esperando. Pero, finalmente, Inglaterra vuelve a estar en una final. Medio siglo después de ganar su único título, el Mundial de 1966 en el viejo Wembley, los ingleses jugarán por primera vez la final de la Eurocopa este domingo contra Italia en el nuevo Wembley. Un gran cartel final para una gran Eurocopa. Una final inédita entre dos selecciones gigantes, que solían sumar más decepciones que alegrías en la Eurocopa, porque los italianos solo tienen la de 1968. Una de las dos, sin embargo, conseguirá cambiar su historia.

Ahora, tal como le pasó a Italia, Inglaterra se planta en la final cansada y con el miedo en el cuerpo. Si tanto ingleses como italianos llegaron a las semifinales animados, en las semifinales se dejaron parte del crédito ganado. Inglaterra lo pasó mal contra una Dinamarca maravillosa (2-1), que se marcha a casa quejándose del polémico penalti que decidió el partido en la prórroga. En el tiempo suplementario, sin embargo, los ingleses, con más piernas, ya dominaban a placer gracias al carácter de un Harry Kane que no ha dejado de crecer en el torneo. Su prórroga fue casi perfecta. Pero siempre quedará la mancha del penalti, demasiado dudoso, justo ahora que la tecnología tendría que evitar situaciones como esta.

La Eurocopa descentralizada, en la que algunas selecciones como Dinamarca han cruzado el continente de punta a punta mientras que los ingleses casi nunca han salido del oeste de Londres, se ha obstinado en atar a los aficionados a sus sillas, incapaces de abandonar unos partidos eléctricos. La segunda semifinal, como la primera, no decepcionó, con una nueva prórroga, como si los futbolistas estuvieran dispuestos a sacrificarse, quedándose sin aire en los pulmones, para dar más espectáculo a unos aficionados que han pasado mucho tiempo añorando un espectáculo así.

La magia de Damsgaard

Inglaterra, con el apoyo de más de 60.000 aficionados, había imaginado que el partido sería coser y cantar. Pero los daneses son especialistas en el arte de bajar los humos a los equipos más grandes. Y a pesar de sufrir en los primeros 15 minutos de juego, poco a poco se atragantó con su propuesta de juego ofensiva. Y en una de esas historias que parecen fábulas para niños de Hans Christian Andersen, Damsgaard se encargó de ser el primer jugador en batir a Pickford con un chut de falta precioso. Damsgaard, un jovencito con ojos de travieso que estaba jugando de titular porque el corazón del capitán del equipo, Eriksen, se paró durante unos minutos en el partido inaugural. Y él, que ocupa su posición, se encargó de que Inglaterra encajara el primer gol en una Eurocopa en la que, hasta ahora, nadie les había marcado.

La reacción inglesa, sin embargo, llegó muy rápido, liderada naturalmente por Harry Kane, un delantero centro que sabe interpretar el juego cuando sale del área. Con criterio, filtró un pase al espacio para que, todo piernas, Saka lo hiciese suyo antes de centrar al corazón del área, donde Kjaer se marcó en propia puerta. Los ingleses habrían podido marcar más goles, especialmente gracias al dominio del juego aéreo de Harry Maguire, pero cada cabezazo suyo lo paraba Kasper Schmeichel. Se conocen bien, ellos dos, porque fueron campeones de la Premier con el Leicester City. Las paradas del portero danés, el hijo del portero de la Dinamarca campeona de la Eurocopa de 1992, alargaron la emoción después de 90 minutos en los que Dinamarca nunca se rompió, a pesar de perder a jugadores por lesión, como el central Christesen, y tener las piernas más cansadas.

Gareth Southgate tampoco supo reaccionar desde el banquillo. Mientras Dinamarca hacía cinco cambios, él apenas hacía uno, dudando en cómo cambiar el partido a pesar de tener un banquillo lleno de talentos. No sería hasta la prórroga cuando daría minutos, finalmente, a la poesía de Foden y a Henderson, para ir encerrando en su portería a una Dinamarca que, poco a poco, asumía que lo mejor era intentar llegar a los penaltis como fuera. Si durante los 90 minutos Dinamarca había provocado un corte de digestión a los discípulos de Southgate, en la prórroga se jugó siempre alrededor de una misma portería. Y el gol del triunfo, como se podía esperar, lo marcó Harry Kane. Su cuarto en el torneo, a pesar de que con polémica. Sterling forzó un penalti dudoso cuando, al notar un ligero contacto, cayó desplomado dentro del área. El colegiado neerlandés cayó en la trampa y en el VAR no lo rectificaron. Kasper Schmeichel, el héroe trágico de la noche, llegó a parar el penalti de Kane, pero este encendió el corazón de millones de ingleses al aprovechar el rechazo. 55 años después, han vuelto a una final. Sufriendo, claro. Y dejando en el camino a una Dinamarca que dignificó el fútbol desde su debut, el día en el que hicieron piña alrededor de su capitán caído, hasta una eliminación polémica.

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