Juegos Olímpicos

La quinta medalla olímpica abre la puerta del Olimpo a Saúl Craviotto

Es el primer catalán y segundo español que consigue cinco medallas en los Juegos, e iguala el hito de David Cal

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Saúl Craviotto, Marcus Cooper Walz, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade

Ningún catalán ha llegado tan lejos en los Juegos Olímpicos. Remando, río arriba, Saúl Craviotto se ha convertido en el segundo deportista español que gana cinco medallas olímpicas diferentes, e iguala el hito del gallego David Cal, buen amigo suyo. Con 36 años, este leridano ha seguido encontrando motivación para preparar los siguientes Juegos Olímpicos, aspirando siempre a más. Hasta esta medalla de plata en K4 500. El cuarteto integrado por Saúl Craviotto, Marcus Cooper Walz, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade ha firmado un tiempo de 1:22.445, a tan solo 226 milésimas de segundo de los alemanes Max Rendschmidt, Ronald Rauhe, Tom Liebscher y Max Lemke.

En la final, Craviotto se ha sacado la espina de la final del pasado jueves en K1 200, cuando acabó en la séptima posición. "Cuesta aguantar la presión. Te preparas cuatro años y te lo juegas todo en menos de un minuto. Y cuando todo el mundo espera que ganes la medalla, cuesta mucho. Estos días escuchando a Simone Biles he pensado que la entendía. Cuántas veces antes de una final yo tenía las manos llenas de sudor y nervios en la barriga. Pero una vez arrancas, toca remar fuerte y que sea lo que Diós quiera", explicó.

Celebración de Saúl Craviotto

Pero en Tokio Craviotto llegaba también por primera vez en el equipo de K4500, con una piragua con cuatro tripulantes, haciendo equipo con Carlos Arévalo, Rodrigo Germade y Marcus Cooper. "Es un reto, porque no había ido nunca en equipo grande. Pero hemos estado mejorando, haciendo frente a los alemanes. Primero nos derrotaban siempre, hasta que este mayo les ganamos por primera vez en la Copa del Mundo. Deben de estar heridos", explicaba, y admitía que intercambia mensajes con sus rivales, porque en el piragüismo las viejas glorias son amigos, después de tantos años compitiendo. Ni la pandemia le frenó. De hecho, durante la pandemia volvió a patrullar por las calles de Gijón, para controlar el toque de queda, mientras entrenaba en casa. "Primero no tenía permiso para ir al mar o a los ríos, me moría de ganas. Tocaba dar ejemplo", recuerda.

Cuando llegas arriba de un podio no puedes evitar pensar en tus raíces. Craviotto siempre recuerda que la pasión por el piragüismo es herencia de su padre, Manuel. Si el barcelonés Jordi Xammar, medallista en vela en la jornada de miércoles, compite en el mar a diferencia de su padre, que era piloto de motos, los Craviotto han remado juntos. "Cuando era pequeño mi padre me llevaba por ríos perdidos. Ligaba una cuerda a mi piragua y yo levantaba las manos, me dejaba llevar por él. Era muy gandulo". Esta pereza le duró poco. Con 15 años ya abandonó Lleida para ir al centro de alto rendimiento de Madrid.

Los Craviotto son una alcurnia respetada en el deporte de Lleida. Manuel se proclamó campeón de España de piragüismo en categoría máster de más de 65 años hace tres años, en el Guadalquivir, con su hijo animándole. Vinculado toda la vida a Sícoris, una entidad polideportiva de larga tradición en Lleida, Manuel Craviotto llegó a competir con la selección española mientras cada fin de semana llevaba a su hijo a los ríos y lagos del Pirineo. La mejor escuela, porque Manuel, que debutó encima de una piragua en 1969, es profesor de este deporte en la escuela de Sícoris.

Saúl se fue de casa muy joven y, a pesar de volver de vez en cuando, ha viajado por el mundo. Tal como pasa en otros países, para poder compaginar con la vida privada una carrera deportiva profesional en un deporte sin tantas ayudas, entró en la Policía Nacional, que le destinaría primero a Reus cuando tenía 19 años y después de su debut olímpico en unos Juegos en 2008 a Gijón, escenario ideal para seguir entrenando. Después de ganar tantas medallas, sin embargo, algo cambió. "Bien. Las medallas y salir en el reality show Masterchef Celebrity. La gente me reconocía y no me tomaba seriamente a pesar de llevar uniforme", explicaría. Así que ahora trabaja dando la cara en campañas destinadas a mejorar la conducción, por ejemplo. El reality, por cierto, lo ganó. Los que le conocían explican que Craviotto quiere ganar siempre. Ahora, en privado admite que le da rabia ser más conocido por haber ganado un concurso de cocina que por su palmarés olímpico. "En Gijón –donde vive– la gente me para para hablarme de ensaladas, no de paladas", dice en broma Craviotto, que envió mensajes de apoyo a la Policía Nacional durante el referéndum del 1 de octubre de 2017 en Catalunya. "Soy policía y cuando deje la carrera deportiva este será mi trabajo", suele decir.

El primero gran éxito de Craviotto sería la medalla de oro en K2 500 en los Juegos de 2008 haciendo pareja con Carlos Pérez Rial. "Los Juegos son mágicos. Mira que tus rivales les has ido viendo, pero llegas ahí y tu cuerpo reacciona. Una vez estás, quieres volver", recuerda. Cuatro años más tarde ganaría la medalla de plata en K1 200. En aquellos Juegos de Londres, a menos de 24 horas de colgarse la plata, le pidió a su pareja, la nutricionista Celia García, si se quería casar con él. Hace cinco años, en Río de Janeiro, Craviotto ganaría el oro en K2 200 haciendo pareja con Cristian Toro y el bronce en K1 200 dos días después.

Ahora tendrá que decidir si intenta llegar a los Juegos de París para seguir haciendo historia. Faltan tres años y ha valorado seriamente abandonar la competición. Pero cada vez que su entrenador le habla de unos Juegos, algo tiembla en sus adentros, la misma emoción que tenía cuando con el Renault 11 de su padre iban "hacia Pirineos con la piragua detrás".

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