Fórmula 1

Las claves para entender por qué Barcelona se ha reconciliado con la F1

Las relaciones han cambiado con el nuevo color político en el Ayuntamiento, y la ciudad lo celebra acogiendo una exhibición de monoplazas en el paseo de Gràcia

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BarcelonaBernie Ecclestone estaba enamorado de Barcelona. De la ciudad y de su potencial. Un día, paseando por las Ramblas con Xavier Trias, se paró ante la entrada principal de la Boqueria y tuvo una idea revolucionaria. "¡Tenemos que llevar este mercado al Circuit!", dijo. Era a principios del 2015. Pero lo que visionaba el antiguo patrón de la Fórmula 1 nunca pudo materializarse. Unos meses después, Ada Colau tomaría el relevo de Trias en la alcaldía y los planes ambiciosos que tenía la F1 quedaron en una simple propuesta. Después de casi una década, muchas veces de volante y numerosas trabas, la ciudad de Barcelona se ha reconciliado con la competición y ha abierto las puertas de par en par en los monoplazas con una exhibición en el paseo de Gràcia.

"Durante muchos años no hubo ni voluntad política ni dinero. Esto ha cambiado", explica un antiguo trabajador del Circuito de Barcelona-Catalunya, que recuerda claramente cómo Ecclestone tenía entre ceja y ceja que el paso de la F1 " no podía limitarse a Montmeló, sino que debía ir más allá". Trias estaba a favor y Artur Mas, entonces presidente de la Generalitat, también remaba en la misma dirección. Los dirigentes de la época pensaban que la competición era un gran escaparate de Barcelona y Cataluña en el mundo. Pese a que el canon que se pagaba por acoger la F1 era millonario, consideraban que salía a cuenta por el retorno económico que suponía.

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Cambio de paradigma

Pero el cambio de color político en el consistorio frenó todos los planes en seco. Empezaba una época de escepticismo que incluso pondría en riesgo el futuro de la competición en Cataluña. No sólo el gobierno de Colau ponía trabas, al considerarla "no prioritaria". Las JERC llegaron a presentar una moción en varios municipios del Vallès para que el Circuit cerrara las puertas alegando razones medioambientales y las pérdidas que tenía la instalación año tras año. Shows en la ciudad, ni hablar. Y el primer año relegaron la presentación de la F1, habitualmente rodeada de glamour, en el Canòdrom de la Meridiana. "Nos pareció inaceptable. Al año siguiente nos plantamos y la hicimos en Montjuïc", explican desde el trazado. Después se iría a la Pedrera o al Recinto Modernista de Sant Pau, otros lugares emblemáticos.

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Con los años, la empresa estadounidense Liberty Media compraría las acciones de Ecclestone y se convertiría en la nueva propietaria de la F1. Un problema añadido, porque los nuevos gestores consideraban vitales los grandes eventos mediáticos que complementaran la carrera del fin de semana. Como todo seguía igual con Barcelona, ​​Madrid olió la sangre e intentó aprovecharse para llevarse el Gran Premio a la capital española. Unos años antes, Barcelona había resistido al intento de Valencia de tomarle la prueba, pero ahora la situación era crítica: Madrid se salía con la suya y conseguía su Gran Premio. Sin embargo, Barcelona no lo tenía todo perdido.

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"En el último año han cambiado las cosas, hay más predisposición. Liberty Media no ve con malos ojos que convivan dos pruebas en España ya los pilotos les encanta nuestro circuito", apuntan desde el trazado de Montmeló. El acuerdo actual está firmado hasta 2026, pero ya se han hecho las primeras conversaciones para alargarlo hasta 2031. La Generalitat mantiene la apuesta por la F1 y Barcelona, ​​ahora con Jaume Collboni como alcalde, ha puesto en marcha un proyecto para salvar su organización, incluyendo un aumento de la aportación anual. El road show es una buena muestra de esa voluntad de entendimiento.

Ha sido un éxito rotundo de asistencia. Desde el sábado ha instalado una Fan Zone en plaza Catalunya, y este miércoles ha sido el turno de la gasolina y la velocidad. Aceleradas, zigzags y los tradicionales trompos han hecho chalar de lo lindo a las 38.000 personas, según datos de la Guardia Urbana, han visto la exhibición que se han hecho por el Passeig de Gràcia barcelonés. La actividad ha comenzado a las 6 de la tarde, pero algunos ya esperaban a las 11 de la mañana para garantizarse un sitio en primera fila. Ha abierto fuego el expiloto de Fórmula 1 Pedro Martínez de la Rosa, que conducía un Aston Martin convencional. Después entraron en escena los monoplazas de Carlos Sainz (Ferrari), Jack Doohan (Alpine), Pepe Martí (Fórmula 2) y Mari Boya (Fórmula 3).

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Protestas vecinales

Ahora bien, no todo el mundo está a su favor. Esta exhibición provoca cortes en el centro de la ciudad y más de un centenar de asociaciones de vecinos y diferentes colectivos se han mostrado en contra. Con los lemas Fórmula Farsa o Fòrmula Fum, alrededor de 400 manifestantes, según datos de la Guardia Urbana, han circulado por Rambla Catalunya hasta llegar al dispositivo policial. "Denunciamos que este tipo de macroeventos promueven y construyen un modelo económico y de ciudad contrario al bienestar del vecindario", dice el manifiesto que han leído.

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