RCD Espanyol

El club obrero mallorquín que se significó contra el nazismo

La historia de lucha del Atlético Baleares, rival del Espanyol en la Copa

Foto oficial de este año del Atlético Baleares.
03/12/2025
3 min

BarcelonaManolo González se reencontrará este jueves con Luis Blanco, su asistente en el Espanyol durante la época en Segunda División. Blanco es el entrenador del Atlético Baleares, de Segunda RFEF, que si bien nunca ha llegado a Primera División, es un club histórico de Mallorca y uno de los pocos de extracción proletaria que quedan en el fútbol español.

Su origen se encuentra en el Mecánico, un equipo que surgió en 1920 de los talleres de la compañía naviera Isleña Marítima –la actual Transmediterránea–, y el Mallorca FC, de la Foneria Carbonell, una pequeña empresa metalúrgica de Palma, tal y como reivindica el historiador Manel García Gargallo en el libro El Atlético Baleares (1920-1942). Los primeros años de una entidad centenaria: "En 1919 se estipuló en España la jornada de ocho horas, y sólo un año después se fundaron los dos primeros clubes con origen obrero de la isla, que se fusionaron. Esto quiere decir que en cuanto los trabajadores tuvieron tiempo, empezaron a jugar al fútbol".

Hasta entonces, el fútbol había sido patrimonio prácticamente exclusivo de las élites económicas de Palma. Un ejemplo es el actual RCD Mallorca, que nació en 1916 como Alfonso XIII Foot-ball Club: el nombre fundacional evidenciaba su carácter monárquico y conservador. "Baleares –así se llamaba entonces– aglutinó a muchísimos aficionados, sobre todo de clase trabajadora, y desde sus inicios rivalizó con el actual Mallorca, que era el equipo de los butifarras (botiflers). En 1921 se jugó el primer amistoso, que tuvo que suspenderse en el descanso a causa de una batalla campal entre los jugadores y el público", expone García Gargallo sobre esta confrontación social y política, de ricos contra pobres y trabajadores contra patronos, que se trasladó al terreno de juego.

El antifeix

De identificación obrera y republicana, el club también demostró su compromiso antifascista en 1936, cuando buena parte de sus futbolistas y los del Constancia de Inca, otra entidad con raíces populares, formaron parte de un equipo que debía representar a la isla de Mallorca en la Olimpiada Popular de Barcelona. Aquel evento alternativo y de rechazo a los Juegos Olímpicos organizados por el Berlín nazi no acabó por disputarse por el alzamiento militar de Francisco Franco.

"Cuando triunfó el golpe de estado en Mallorca, los jugadores estaban de camino a Barcelona, ​​territorio republicano durante el inicio de la Guerra Civil. Los pasajeros del barco tardaron años en regresar a la isla. Algunos nunca volvieron, que vivieron en el exilio, e incluso algunos murieron en el frente", dice el frente a la frente, pero con el murió en el frente. catalana.

En los 50, el Atlético Baleares –ya se llamaba así, después de otra fusión– logró la Segunda División, y en 1960 construyó el Estadi Balear, que es donde jugará el Espanyol este jueves. El terreno de juego se financió a través de una especie de crowdfunding en la antigua: se constituyó una cooperativa de pequeños accionistas, Procampo, a través de la cual se pagó el Estadio Balear; de esta forma todos los que pusieron dinero fueron micropropietarios del campo. Es la misma fórmula que había elegido el RCD Mallorca para edificar Lluís Sitjar, 15 años antes.

De club de obreros a sociedad anónima

La distancia con el club grande de la isla se empezó a ensanchar a partir de los 60 y los 70, coincidiendo con los primeros años en la élite del Mallorca y una crisis económica e institucional en la entidad balearica, que ya en el siglo XXI se convirtió en sociedad anónima deportiva (SAE), el principio del fin para muchos, y estuvo a punto de desaparecer. Tras un concurso de acreedores, en el 2014 el club pasó a manos de un empresario alemán instalado en Palma que lo saneó con el objetivo de llevarlo al fútbol profesional, y reformó y recuperó el estadio, clausurado por el mal estado en el que se encontraba.

De todos modos, en los últimos tiempos parte de la masa social ha señalado a Ingo Volkman para obviar al pasado proletario y de izquierdas del club, hacer propaganda racista y reaccionaria y apoyar a AfD, un partido alemán de ultraderecha. Todo ello ha provocado una paulatina desafección entre la afición de uno de los clubs de extracción obrera más importantes del fútbol español.

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