BarcelonaTodos aquellos que querían que Jenni Hermoso rompiera su silencio ya no pueden esconderse más: ha hablado. En muchos casos son señores que, con un estilo de vida casposo y opinando con una copa de brandy y un puro en el reservado de un restaurante, dicen que no hay para tanto y que quizá ella estaba de acuerdo. Estos señores siguen pensando que Rubiales no ha hecho nada malo, pero al menos han entendido que la sociedad ha evolucionado y les condena. Querían saber qué pensaba ella, ya que ignoran un hecho clave: estamos hablando de Rubiales, no de Hermoso. Desconfiad de quien siempre piensa más en la víctima que en el presunto agresor.
Porque todos sabemos que seguimos rodeados de señores que piensan que no hay para tanto, ¿verdad? Señores y alguna señora. Gente con poder, que no acaban de entender lo que está pasando, porque besar los morros de una mujer sin pedir permiso les parece divertido. Son de aquellos que piensan que la sociedad moderna está haciendo la vida más aburrida, ya que ahora no pueden pellizcar el culo de las camareras, alabar el escote de una alumna o hacer bromas a una compañera de trabajo sobre sexo oral. Ahora que no pueden hacer estas bromas se quejan como si les hubiesen quitado la libertad de votar. Se hacen las víctimas, los ofendidos, dicen vivir en un mundo menos libre y lleno de inquisidores. Todavía no han entendido todos los privilegios que tienen y que han tenido. Y se hacen las víctimas aunque siguen siendo privilegiados.
Estos hombres no escuchan a los millones de mujeres que explican que actitudes del pasado les molestan. Bueno, suele ser gente que nunca escucha. Gente sin demasiada alma dispuesta a todo para mandar, para hinchar sus bolsillos y su ego. Hace años, cuando era un jovencito que entró por primera vez en una redacción, mi primer jefe me advirtió de que, por defecto, no confiara demasiado en quien quiere ser presidente de una federación o de un club. Me dijo algo como que encontraría casos de gente excelente, especialmente en clubes de barrio, pero que por defecto estuviera atento, que había mucha gente que lo hacía por ego, con pocos escrúpulos. Y tenía razón, era un buen consejo. El fútbol está lleno de casos similares a Rubiales. Personajes similares, ya sean directivos de clubs, entrenadores y periodistas seniors. Algunos no tan seniors. Gente que consideraban normal ir a casas de citas antes de los partidos de fútbol, que hablaban de las compañeras de trabajo como ganado. Gente que hasta hace poco todavía decían que el fútbol femenino no era ni fútbol ni femenino y esperaban que la reacción fuera una carcajada.
La vida está llena de Rubiales. Estos días hemos visto cómo algunos por fin se dan cuenta de que se equivocaron cuando, al ver el beso, les pareció divertido. Otros se han disculpado porque toca, pero no lo piensan. Y después tenemos a los de siempre, los que públicamente van de aliados perfectos del feminismo pero por detrás no son tan distintos a los demás. El fútbol y el periodismo están llenos de Rubiales. Si este cae quizás tendremos una persona similar ocupando su cargo, pero, en este caso, habrá aprendido que no puede hacer según qué cosas. Sería un pequeño éxito. O quizás por fin llega alguien moderno, aunque no confío mucho en ello.