Veinte años de abusos de un ex entrenador del Barça en una escuela de Barcelona

Unos sesenta exalumnos describen las prácticas de Albert Benaiges, figura destacada del fútbol base culé durante dos décadas

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Albert Benaiges

Barcelona"No hace falta que se explique todo". Es la frase de Albert Benaiges hace unos meses a un ex alumno de la Escola Barcelona, en el barrio de Les Corts. Benaiges volvía al Barça y su nombre estaba nuevamente en la opinión pública. El hasta la semana pasada coordinador del fútbol base azulgrana era plenamente consciente de que durante sus 38 años como profesor de educación física en esta escuela barcelonesa había traspasado algunas líneas rojas.

Durante más de 20 años Benaiges repitió abusos y vejaciones a chicos y chicas de diferentes generaciones. Un patrón de conducta que el ARA ha confirmado con cerca de unos sesenta testigos. Se masturbó junto a niños de 13 años, miraban películas porno, hubo tocamientos y juegos de carácter sexual. Estas situaciones tuvieron lugar en las duchas de la escuela, en el gimnasio, en su casa y en las colonias que se hacían en Corçà. Unas experiencias que han provocado un "trauma" a un mínimo de cuatro alumnos. En las cenas que estos estudiantes hicieron años después de dejar la escuela el tema siempre salía. "De vez en cuando miraba internet para ver si salía algo sobre él", explica una chica. En conversación con el ARA Benaiges niega cualquier tocamiento, pero admite que no volvería a "repetir nada" de lo que hizo durante esa época.

Denuncia y acuerdo para marcharse

Un grupo de exalumnos de la Escola Barcelona han decidido presentar una denuncia. Este viernes ya lo ha hecho una chica y está previsto que durante los próximos días lo hagan otras personas, una denuncia que esperan que se vaya ampliando durante las próximas semanas.

Benaiges (México, 1955) fue apartado del Barça el pasado 2 de diciembre, al día siguiente de que el club supiese de la investigación del ARA. Había vuelto al club en abril de la mano de Joan Laporta, después de marcharse a Dubái en 2011. Después estuvo tres meses en México, en el Chivas, y posteriormente pasó por la República Dominicana y Japón. Una década lejos de casa después de más de 20 años coordinando el fútbol base azulgrana, siendo figura de referencia para muchos jugadores de élite. Todos los futbolistas y entrenadores del Barça con los que ha hablado este diario han negado malas praxis de Benaiges. Algunos son exalumnos de la Escola Barcelona.

Una figura idolatrada

Benaiges era muy popular en la Escola Barcelona. Era el encargado de educación física y coordinaba el fútbol. El hecho de que trabajara a la vez en las categorías inferiores del Barça y de que llevara a jugadores del primer equipo a las fiestas de la escuela le daba un ascendiente muy grande sobre los menores y las familias. A muchos de ellos los llevó a jugar en el Sants –impulsó el fútbol base– y en el propio Barça. Aprovechando esto, creaba un vínculo de confianza con los menores. "Salías del comedor y ya estaba allí. Nos llevaba al gimnasio donde había juegos de pellizcos en los calzoncillos, el juego de apretarle el pito...", explican dos amigos a los que el caso Maristes hizo recordar muchas cosas vividas cuando tenían 10-11 años, a finales de los 80. Un par de años más tarde se masturbaron con él en el vestuario. Uno de ellos lo hizo también en casa del propio Benaiges, donde el entrenador llevó a un grupo de chicos con la excusa de ir a buscar unos trofeos. En vez de los premios pararon en un videoclub para coger películas porno. "Él se masturbaba mirando cómo lo hacíamos nosotros, pero algún tocamiento había", relatan. "Esto no lo expliques", los advertía el profesor.

Varias generaciones han relatado la misma historia. A la hora de comer se llevaba a un grupo al gimnasio y jugaban a pressing catch o "guerra de toca pitos" sobre los colchones. Todos juntos, entre risas y complicidades. "Él dejaba que le bajáramos los pantalones, que lo tocáramos", explica un chico al que el recuerdo de esos juegos le da "asco". "Te tocaba, sí", asevera otro. Un chico lo sufrió cuando tenía 8 años, a principios de los 90. Benaiges lo llevó a los colchones del gimnasio cuando no quedaba nadie más y estuvieron jugando hasta que le cogió la mano y la llevó hacia sus partes íntimas. "Me hizo tocarlo y él tocaba por todas partes. No era inocente", recuerda. Lo mismo vivió otro alumno del año 1980, que, además, en las estancias en Corçà, cuando tenía 13 años, se encontró masturbándose junto al profesor mientras miraban una película porno. "La estructura del trauma es muy profunda. Es un abuso y se tiene que denunciar", concluye. Dos chicos de 1982 se encontraron en la misma situación. Tenían 13 años cuando Benaiges les hizo la propuesta. También pasó con niñas. La misma dinámica. "El juego acababa cuando le bajábamos los pantalones, se quedó con todo en el aire. Nosotras también alguna vez habíamos acabado con las braguitas bajadas", recuerda una exalumna, que lo vivió a principios de los 90. "Lo veíamos como un juego, pero ahora veo que era muy grave", rememora otra chica.

A veces citaba a niños en su vestuario. Un exalumno recuerda que cuando tenía unos 10 años Benaiges lo llamó varias veces para hablar de temas sexuales, preguntando si se masturbaba y emplazando a hacerlo porque era "bueno para la salud". "Un día me dijo ‘si no te bajas la piel, puede ser que tengas fimosis y es doloroso’. Me instó a hacerlo", recuerda este chico, que veía al profesor como un "educador sexual". Benaiges, precisamente, se aferra a esto. Argumenta que él era el encargado de hacer educación sexual en la escuela y muchos niños se le acercaban con dudas. Era abierto y directo, y más de una vez se encontró a chicos que podían "tenir fimosis" preguntando sobre el tema.

A mediados de los 90, un niño espió por la ventana del gimnasio y el profesor lo pilló. "¿Te gusta lo que ves?", le dijo al niño, que entonces tenía 8 o 9 años. Benaiges se quitó la toalla y se exhibió desnudo. El chico tiene un bloqueo mental de lo que pasó. Estaban solos en la ducha pero no puede precisar si pasó algo más. Solo puede recordar nítidamente al hombre duchándose y obligándolo a mirar. Todavía hoy hace terapia. "Me condicionó mucho el resto de mi vida", relata.

Experiencias repetidas

El ARA ha hablado con un centenar de personas para realizar este reportaje. Algunos testigos guardan un gran recuerdo de Benaiges, pero otros muchos explican los métodos de ese profesor enorme, que imponía por su físico. Relatan cómo entraba en el vestuario femenino "com si fuera su casa". Cómo tocaba el culo de las chicas cuando pasaban desnudas hacia la ducha o tomaba el pulso a los chicos en la muñeca después de hacer ejercicio y a las chicas en el pecho. Cuando una niña le dijo que no podía correr porque no llevaba sujetador le tocó el pecho para comprobarlo. Se duchó con alumnos que hacían gimnasia rítmica, un deporte que no dependía de él. Tocó el culo a una chica en las espalderas y después la encerró en una sala para advertirla de que no se lo podía "explicar a nadie". A una alumna le dio unas revistas porno para que se las guardara en un viaje a Andorra. Cuando alguien necesitaba unas llaves él le decía que las cogiera de su bolsillo de los pantalones, obligando a la menor a poner la mano dentro. Enviaba a alumnos de infantil a comprar en el quiosco de la esquina para que le trajeran el diario hasta su vestuario, donde él estaba duchándose o los recibía desnudo. Había ido al vestuario de los chicos para describirles lo que había visto cuando entraba en el femenino, lleno de chicas adolescentes. Cuando un grupo de alumnas puso reticencias a ducharse con los chicos él se bajó los pantalones y preguntó: "¿Os da vergüenza esto?". También obligó a dos chicas a desnudarse en el vestuario de los chicos después de pillarlas haciendo una gamberrada.

La Escola Barcelona, en Les Corts.

La escuela no hacía nada

Benaiges era insistente en la higiene e intentaba que niños y niñas perdieran la vergüenza y se ducharan juntos (a partir de quinto se separaban). Bajo esta premisa, entraba en los vestuarios para comprobar que se cumplían sus reglas. "Tapaos que viene Albert", decían las chicas, que se escondían en los baños para que él no las viera desnudas. Alguna vez incluso se habían puesto detrás de la puerta para impedir que él entrara. Un curso niños y niñas acordaron ducharse por turnos. Cuando él se enteró obligó a un chico y a una chica a ducharse juntos. "Nos pusimos de cara a la pared, y él nos obligó a mirarnos. Me traumatizó mucho", relata la chica. Una alumna lo explicó en casa y el tema llegó a dirección. Al día siguiente él los reunió a todos y pidió que los que lo habían explicado en casa se levantaran. Muy pocos fueron capaces de ponerse de pie.

Para evitar situaciones incómodas, algunas chicas evitaban ducharse y se mojaban el pelo y la toalla. Él, sin embargo, lo comprobaba tocando diferentes partes del cuerpo. Una vez cogió a una niña desnuda y, con la excusa de que tenía una goma de pelo enganchada, se la puso en el regazo para ayudarla. En otra ocasión subió a una niña que solo llevaba braguitas a sus hombros. Una compañera se lo trasladó a la tutora, pero no hicieron nada.

Precisamente, la mayoría de los alumnos lamentan la falta de respuesta del centro: aseguran que había quejas y no pasó nada. También algunas madres lo confirman. Una, de hecho, sacó a su hija de la escuela porque detectó ciertas actitudes del profesor y la dirección respondía con evasivas. Las dos directoras, sin embargo, niegan tener constancia de ello. Mari Carmen de Miguel, directora entre 1982 y 1991, asegura que Benaiges "era la joya de la corona", que pondría "la mano en el fuego por él" y que si "alguien dice algo es una sandez". Recuerda solo una queja de una chica de unos 14 años porque el profesor había entrado en el vestuario. Benaiges se puso a "llorar" ante dirección, asegurando que era un malentendido, y el tema no tuvo consecuencias. Maria Corbairan, directora hasta 2012, asegura que no hubo ninguna queja "formal", solo una denuncia –a la que ha tenido acceso el ARA– de un niño que "mintió vilmente", según la directora, y que el juez archivó en 1997. Cinco alumnos recuerdan, sin embargo, que cuando tenían 13 años trasladaron una queja a dirección, donde estaban Corbairan y De Miguel, pero no se les hizo caso. Era 1989. "Nos pusieron ante el profesorado y nos hicieron pedirle disculpas", relata una testigo.

El propio Benaiges admite que había quejas sobre sus entradas en el vestuario femenino, pero que no había mala fe, lo hacía para controlar que los alumnos se ducharan. Es contundente a la hora de negar que tocara nunca a nadie, ni siquiera golpecitos en el culo a las chicas. En cambio, duda sobre las masturbaciones en grupo. Reconoce que lo hacía con monitores de 17, 18 o 20 años, pero después de un minuto de silencio haciendo memoria, admite que quizás se colaba algún menor. "Ahora no haría nada. Absolutamente nada. Estoy arrepentido de hacer todo esto, sí, pero no creo que hiciera nada malo. Nunca he hecho daño a nadie y, si lo he hecho, no ha sido intencionadamente. Tengo a un niño adoptado y a cuatro acogidos, tengo la conciencia tranquila, nunca he forzado a nadie, he denunciado a pedófilos", argumenta antes de preguntarse si "¿esto no vale nada?" e insistir en que si en los juegos en el gimnasio había algún tocamiento era "involuntario y sin malicia", y que precisamente fue él quien impulsó que hubiera siempre dos adultos en los vestuarios del Barça para evitar situaciones de riesgo.

Una demostración dolorosa

Uno de los hechos que los alumnos viven como más "traumáticos" es una costumbre de cada inicio de curso. El ARA ha hablado con una decena de testigos que lo vivieron en primera persona. Elegía a un menor de cada sexo y los ponía desnudos sobre el banco ante toda la clase. Él iba dando indicaciones de cómo se tenían que limpiar y secarse. Lo hacía tocando las partes del cuerpo. "No se lo desearía a ningún niño", "era una vejación", "estava en shock", "lo tocaba todo, el pene, el prepucio, a una chica le separó los labios de la vagina", explican varios testigos. "He tenido que ir a psicólogos, he tenido problemas con mi pareja porque me he dado asco a mí misma, rabia por no haber hecho nada. Tengo pesadillas porque pienso que me violarán. Cada vez que me seco me acuerdo de él. Me cuesta mucho estar con un hombre a solas, me da asco pensar que me tocaba", rememora una chica que lo sufrió a finales de los 90. Benaiges no cree que nadie pueda estar traumatizado por estos hechos porque él solo señalaba, nunca tocaba, y recuerda que el día que se marchó de la escuela 380 niños lo despidieron "llorando" con una camiseta que decía "Albert, te quiero".

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