¿Quién era Antonella, a quien Ingrid Bergman dedicó un autógrafo a Barcelona?
Recordemos el paso de la actriz sueca por Barcelona –entre diciembre de 1954 y enero de 1955– representando 'Joana d'Arc a la foguera' en el Teatre del Liceu
Barcelona"Para Antonella. Souvenir de Jeanne". Firmado, Ingrid Bergman. Dedicatoria original sobre una foto promocional editada por el Gran Teatro del Liceo. Manuscrita en algún momento en Barcelona entre el 21 de diciembre de 1954 y el 3 de enero de 1955. Encuentro más de setenta años después, en el mes de abril de 2025. ¿Quién era las cosas? recorrido. Pero, sea como sea, cuenta una historia. Juana de Arco en la hoguera, con música de Arthur Honneger, letra de Paul Claudel y dirección escénica de Roberto Rossellini. Una representación histórica que llevó a la estrella de Hollywood a Barcelona en un momento muy especial de su vida, marcada por su matrimonio con Rossellini y el cambio de rumbo radical que esto significó en su carrera y en su vida. Bergman se convirtió en la musa de su esposo, maestro del neorrealismo italiano, y juntos desafiaron la estrechísima moral de la época. ¿Por qué? No sólo porque estaban casados cuando iniciaron su relación sentimental y esto desembocó en no poca indignación desde Hollywood hasta el Vaticano, sino porque emprendieron juntos la aventura de Juana de Arco, personaje que en sí mismo es un torpedo directo contra las convenciones, los dogmas y las prohibiciones.
Bergman ya había estado Juana de Arco en el cine en el filme que Victor Flemming dirigió en 1948, que justamente es el año en que Bergman envió una carta llena de entusiasmo al recién descubierto cineasta italiano. Roma, ciudad abierta y no dudó en enviar una carta a Rossellini ofreciéndose para trabajar con él si así lo creía oportuno. Dicho y hecho, al año siguiente se convirtió en la protagonista de Stromboli y durante el rodaje del filme iniciaron su relación. "Adulterio", decía la prensa de la época, palabra gruesa, acusación implacable. Pero no se arrugaron. Toda una aventura personal. Bergman acababa de ser una de las estrellas fundamentales del Hollywood de los años cuarenta. Desde Casablanca a los tres filmes con Hitchcock (Recuerda, Encadenados y atormentada) y las tres candidaturas consecutivas al Oscar con el deseado premio obtenido por Lámpara de gas en 1945. No había nadie como ella, la actriz sueca que se había ido de la Europa infectada por el nazismo –dicen que Goebbels le ofreció en persona protagonizar filmes propagandísticos del Tercer Reich– para ir a caer al Hollywood de finales de los años treinta, donde su llegada fue fulgurante. ¿La sucesora de Greta Garbo? Ambas compartían origen sueco y los melodramas los escaqueaban como guantes. Garbo en la Metro –retirada por voluntad propia en 1940– y Bergman en la Warner, se coronaron como las auténticas reinas del Hollywood de los grandes estudios.
Garbo fue una auténtica outsider, no quiso deber a nada ni a nadie, cuando le bastó, echó la vista atrás a Bergman, a su manera también. Juana de Arco le había proporcionado una de sus nominaciones a Oscar y un personaje tan impresionante casaba de maravilla con el espíritu combativo ya contracorriente de la actriz Cuando Rossellini –con quien protagonizó filmes como Stromboli, Europa 51 y Viaggio en Italia–quiso poner en escena la obra musical de Honneger y Claudel, ¿quién mejor que su musa para volver a interpretar el papel de la campesina del siglo XV que ayuda al ejército francés a levantarse contra la dominación británica durante la Guerra de los Cien Años? Un mito de la cultura francesa que permitió a Bergman lucirse también sobre los escenarios que pisó. También el del Gran Teatre del Liceu.
Resulta curiosísima y muy interesante la reflexión que Bergman hizo de su estancia en Barcelona, seguramente en una entrevista o volumen memorialístico, y que recoge el blog Barcelodona. La actriz muestra una suma de sensaciones ambivalentes y paradójicas: "Nuestra vida en Barcelona fue una experiencia inolvidable. No fue exactamente el mes más placentero de mi vida porque todo en España empieza y termina tan tarde, y en el teatro [el Liceu] todo estaba lleno de suciedad y polvo. No comprendíamos qué pasaba con las bombillas hasta que Roberto las va. lleno de cortinas y de todo, pero estaban llenas de polvo. La puerta no se cerraba. El cuarto de baño apestaba tanto que no podía entrar en él. mañanas no podía ni siquiera abrir los ojos. Tuve que ir cada día a la consulta de un famoso oftalmólogo y la noche del estreno parecía una lechuza, porque no pude ponerme maquillaje. Dios le doy. Bergman rememora también las grandes dificultades para poder ensayar con cierta tranquilidad debido a las asistencias intermitentes de los músicos y miembros del corazón y del ballet, así como la precariedad técnica porque los electricistas no podían estar pendientes sólo de su montaje. "El teatro de la ópera de Barcelona era enorme y se había llenado hasta los topes. Al público parece que le gustó. Demostró el corazón generoso que tenía, porque nos jalearon con entusiasmo. Pero para mí fue una experiencia agónica".
Impresiona pensar que sesenta y cuatro años después de la visita de Ingrid Bergman a un teatro barcelonés, fue su hija, Isabella Rossellini, quien siguió el mismo destino. En marzo de 2018, la protagonista de Terciopelo azul, Corazón salvaje y la reciente Cónclave –por la que recibió la primera nominación a Òscar– visitó el teatro Akadèmia para presentar el espectáculo Link Link Circus. Isabella sólo tenía 2 años cuando sus padres disfrutaron y hicieron disfrutar con su primera y única experiencia liceísta. Es hermoso recordar eventos que han dejado marca. Las ciudades y su historia también se cuentan y deben explicarse a través de las personalidades –estrellas, reinas y plebeya– que las han visitado. Y de una foto autografiada que tiene vida y memoria.