Ensayo

Groenlandia, el sueño de un pueblo hacia su independencia

El antropólogo especializado en cultura inuit Francesc Bailón revisa la historia de este territorio del Ártico en un artículo publicado en el último número de 'La Maleta de Portbou'. Os ofrecemos un fragmento

Francesc Bailón / La Maleta de Portbou
16/11/2025
¿Cuál es el sueño de tu pueblo? La independencia, por mantener nuestra tierra y nuestra identidad.
Upaluk Poppel, ciudadano de Groenlandia. Foro Barcelona, ​​2004

Desde el año 2002 viajo a menudo a Kalaallit Nunaat (Groenlandia). Allí tengo a personas que forman parte de mi familia y amigos con los que me une una gran amistad desde hace bastantes años. Y, por supuesto, este país se ha convertido, con el tiempo, en mi segundo hogar después de Barcelona.

Recuerdo que en mis primeros viajes empecé a conocer ese sentimiento de identidad groenlandesa unido con un deseo firme de independencia del que nos habla Upaluk Poppel. Pero este anhelo de independencia y de identidad no es de ahora, sino que viene de lejos y hace mucho tiempo que se ha ido desarrollando y reforzando en este país.

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Recuerdo que el 28 de agosto de 2019 estaba en la pequeña localidad de Kulusuk (cuesta este de Kalaallit Nunaat). Como siempre hago, los primeros días los paso en casa de mi buen amigo cazador groenlandés Justus Utuaq. Nunca olvidaré ese día, cuando en las noticias de la televisión de la KNR (el canal de radiodifusión pública de Groenlandia) vimos juntos la imagen de un tuit del presidente de Estados Unidos de América, Donald J. Trump, publicado el 19 de agosto, que decía:

"Dinamarca es un país muy especial ministra Mette Frederiksen, que no tendría ningún interés en discutir la compra de Groenlandia, pospondré nuestra reunión prevista dentro de dos semanas para otro momento... ¡Espero poder reprogramarla en el futuro!".

A continuación, la cadena de televisión mostraba, en una entrevista, la respuesta de la primera ministra danesa al diario groenlandés Sermitsiaq:

"Groenlandia no está en venta. Groenlandia no es danesa. Groenlandia pertenece a los groenlandeses. Espero firmemente que esto no se diga en serio".

Entonces miré a Justus y, con su mirada y sus comentarios, pensé que Groenlandia nunca había estado en venta y que a Trump le pasaría lo mismo que a sus predecesores.

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El interés de Estados Unidos

El interés de Estados Unidos por Groenlandia no es de ahora, sino que viene de lejos. Fue en 1860 cuando Estados Unidos mostró su primer interés real por comprar Groenlandia, bajo el mandato del presidente Andrew Johnson. En ese momento, tanto Alaska (que finalmente Estados Unidos acabó comprando por 7,2 millones de dólares al gobierno ruso) como Groenlandia ofrecían una gran riqueza de recursos naturales y una posición geoestratégica muy importante en las rutas transoceánicas por el Ártico. Finalmente, ese primer intento no prosperó, pero el interés por la isla continuó, hasta el punto de que, en 1946, el presidente estadounidense Harry S. Truman llegó a ofrecer al gobierno danés cien millones de dólares en lingotes de oro para comprar Groenlandia, pero Dinamarca se negó a aceptarlo.

Bases militares estadounidenses

Durante la Segunda Guerra Mundial, y con la ocupación alemana de Dinamarca en 1940, Groenlandia quedó aislada. Este hecho motivó que el gobierno danés firmara un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos para garantizar la seguridad y el suministro de la isla mientras durara la guerra. A partir de 1941, Estados Unidos empezó a instalar bases aéreas militares en las costas este y oeste.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Dinamarca siguió manteniendo su política exterior de cooperación con Estados Unidos. De este modo, se autorizó a Estados Unidos de América a construir la base aérea de Thule, también conocida como Pituffik. Actualmente, es la única instalación militar norteamericana que queda en el país y la más septentrional, siendo la Fuerza Espacial de Estados Unidos el cuerpo militar que opera en Pituffik.

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El momento actual y las amenazas de Trump

Para entender qué puede ocurrir en un futuro a corto y largo plazo en Groenlandia, debemos tener en cuenta una serie de consideraciones. En primer lugar, el proceso de independencia groenlandés comporta renunciar progresivamente a un subsidio gubernamental anual que reciben del gobierno danés, cercano a los 4.000 millones de DKK (coronas danesas), equivalentes a poco más de 535 millones de euros.

Igualmente, este sentimiento de independencia, de identidad groenlandesa y de pertenencia a la tierra, como ya se ha dicho, empezó a desarrollarse hace ya dos siglos.

Por otro lado, en el año 2021, el partido independentista Inuit Ataqatigiit, que hasta hace poco gobernaba el país, presentó una ley –que después fue aprobada por el parlamento groenlandés– en la que se prohibía la extracción de uranio, de tierras raras y de minerales radiactivos que pudieran medir de medio ambiente. Kuannersuit, también conocido como Kvanefjeld. Este lugar es el segundo yacimiento de óxidos de tierras raras más grande del mundo.

Las tierras raras son el nombre común que reciben diecisiete elementos químicos que se encuentran en el medio natural y que se caracterizan por tener propiedades similares entre sí. Su importancia estriba en que son componentes necesarios para fabricar productos de consumo de alta tecnología, como teléfonos móviles, discos duros, vehículos eléctricos e híbridos y monitores, entre otros. Igualmente, Kuannersuit es el sexto yacimiento de uranio más grande del planeta. También existen depósitos sustanciales de fluoruro de sodio, y se cree que Kvanefjeld es uno de los depósitos multielemento más grandes de este tipo en el mundo.

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Finalmente, hay que tener en cuenta que la instalación de la base aérea norteamericana de Thule (1951) fue un acuerdo entre Estados Unidos y Dinamarca, lo que implicó, en 1953, el expolio, sin ningún tipo de indemnización, del 25% de los territorios de caza de los Inughuit (grupo inuit- vino- del norte- fueran desplazadas hacia otras poblaciones del distrito donde la caza no era tan abundante.

Además, el 21 de enero de 1968, un avión B-52 cargado con cuatro bombas de hidrógeno se estrelló entre la base aérea de Thule y el pueblo de Moriusaq. Afortunadamente, no hubo ninguna catástrofe mundial, pero 98 personas, entre daneses y groenlandeses, perdieron la vida limpiando la zona contaminada. En agosto de 2000 se reveló que una de las bombas de hidrógeno todavía se encontraba en Groenlandia.

Por ahora, desconocemos los efectos contaminantes, tanto tóxicos como radiactivos, de estas bombas. Obviamente, si Groenlandia se convierte en un país soberano, los acuerdos entre Estados Unidos y Dinamarca dejarán de ser vinculantes; Trump deberá renegociar con el gobierno groenlandés, y después de todo lo ocurrido, existe la posibilidad de que no se llegue a ningún acuerdo y de que los estadounidenses tengan que marcharse de Pituffik, y de que se devuelva el territorio tradicional a los Inughuit, que hace casi 75 años les fue arrebatado.

¿Independencia o venta?

Cuando el actual presidente de Estados Unidos de América, Donald J. Trump, subió al poder el 20 de enero del 2025, una de las primeras cosas que dijo fue que quería comprar de nuevo Groenlandia. Unas semanas antes, el primer ministro groenlandés en ese momento, Múte Bourup Egede, dio a entender que las elecciones parlamentarias previstas para abril del 2025 serían como una especie de referéndum para ratificar o no el deseo de independencia del pueblo groenlandés.

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Igualmente, y ante las amenazas de Trump, en enero del 2025 se llevó a cabo una encuesta pública entre los groenlandeses: el 85% dijeron que no querían anexionarse a Estados Unidos, el 6% votaron a favor y un 9% se mostraron indecisos. Y ante este panorama, se decidió adelantar las elecciones parlamentarias al 11 de marzo de 2025.

De los seis partidos políticos que se presentaron a las elecciones, sólo uno era partidario de seguir siendo un autogobierno dependiente de Dinamarca, se trataba del partido liberal conservador de centroderecha llamado Atassut. El resto de partidos querían la independencia a corto o largo plazo según los casos.

El resultado de las elecciones fue aún más contundente que en el 2008, ya que el 91,6% de la población votaron a los partidos independentistas. Y curiosamente, quedó fuera del Inatsisartut el único partido, llamado Qulleq, que no veía con malos ojos las palabras del presidente estadounidense.

El partido ganador de las elecciones parlamentarias, por sorpresa de todos porque nunca había ganado antes, fue el Demokraatit. Y así es como Jens-Frederik Nielsen se convirtió en el actual primer ministro de Kalaallit Nunaat.

Y dentro de un marco de democracia ejemplar en el mundo moderno, se decidió formar un gobierno de coalición con todos los partidos políticos que habían conseguido un escaño parlamentario. Y aunque se llegó a un acuerdo con casi todos ellos, sólo uno, el Naleraq, quedó fuera del gobierno por discrepancias políticas, aunque el objetivo era el mismo: la independencia de Groenlandia. Por tanto, ahora es el único partido de la oposición en el actual gobierno groenlandés.

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Obviamente, los groenlandeses miran con recelo las palabras de Trump y no se fían nada de las amenazas del presidente estadounidense. De todas formas, este pueblo ya hace mucho tiempo que decidió manifestar su voluntad a través de las urnas, y estas últimas elecciones, celebradas en marzo, no sólo han sido un buen ejemplo, sino que además el resultado ha ido en contra de los deseos e intereses de Trump, que no quiere ni mucho menos una Groenlandia independiente.

Los groenlandeses están convencidos de que tarde o temprano serán independientes; es su voluntad y sólo es cuestión de tiempo. Es un pueblo muy unido, con las ideas muy claras y con la convicción de que su presente y su futuro sólo dependerán de ellos. Son gente de paz, no quieren conflictos con nadie y nunca han tenido ninguna guerra en su país.

Groenlandia y los groenlandeses no tendrían ningún problema en establecer unas relaciones cordiales y comerciales con Estados Unidos, en beneficio de todos, pero, por supuesto, no aceptarán una venta y, evidentemente, ya se verá si Trump acaba queriendo invadir el país, lo que supondría también atacar a un estado protegido por la Unión Europea.

Tampoco los groenlandeses verían con malos ojos seguir colaborando con Dinamarca, aunque en los últimos años las relaciones entre ambos países se han enfriado bastante, y hay heridas abiertas que costarán cicatrizar. Y evidentemente, todas estas relaciones entre estos países siempre tendrán que llevarse a cabo bajo el paraguas democrático y con un tono de cordialidad y respeto, teniendo claro que la voluntad del pueblo groenlandés es la soberanía y que continuarán luchando por mantener su tierra y su identidad.

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El calentamiento global, el gran reto

A pesar de esta firme voluntad por la autodeterminación, el calentamiento global del planeta, que desde hace tiempo está afectando profundamente a las comunidades inuit y al ecosistema ártico, constituye el gran reto para este pueblo indígena y, por supuesto, puede condicionar su futuro. El caso de Groenlandia es un buen ejemplo de ello. En abril del 2023, en una expedición con trineo de perros que hice con los cazadores inuit de la costa este de Groenlandia, durante días cayeron lluvias intensas que provocaron la acumulación de grandes charcos de agua sobre el mar helado, y muchos perros acabaron muriendo ahogados, como le va muriendo ahogados, como le va muriendo ahogados, como le va.

Desde hace años, en la costa oeste del país se está cultivando la tierra: patatas, zanahorias, rábanos e incluso fresas y tomates, algo impensable en el pasado. Sin ir más lejos, en mayo del 2025, la capa de hielo de Groenlandia se fundió diecisiete veces más rápido durante una ola de calor récord. Obviamente, ésta es una de las principales preocupaciones de los groenlandeses, que ven cómo este calentamiento global acelerado representa una grave amenaza para su supervivencia y el mantenimiento de su vida tradicional.

El deshielo humano de las comunidades indígenas del Ártico constituye una realidad preocupante y cierta. Y mientras todo esto ocurre, la música country, que tanto gusta a los groenlandeses, y también a Trump, seguirá sonando en las casas, y bailarán con sus familias, que esperan cumplir algún día con el sueño de su pueblo; esperan, también, que su mundo no se acabe deshaciendo como el hielo que necesitan.

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Francisco Bailón es antropólogo y viajero polar. Es autor de 'Los inuits, cazadores del Gran Norte' (Nueva Casa Editorial, 2015). Éste es un fragmento del artículo que se ha publicado en castellano en el número 73 de la revista de La Maleta de Portbou.