BarcelonaCuando la cámara de Antoni Bernad ha hablado, es como si hubiera pasado un ángel. Se ha producido la magia, algo ha transformado etéreamente la realidad, siempre tan subjetiva. Antoni Bernad actúa sobre nosotros como un mago seductor. Primero te envuelve con una capa de estrambóticos halagos y cuando te tiene desarmado, desnudo, hace el clic. Entonces emerge el ángel que a todos nos acompaña, el instante esencial e íntimo que cargamos escondido, el tesoro oculto que a menudo ni siquiera sabemos que guardamos. Muchas de las sonrisas que verá en este reportaje son robadas, son arrancadas con la varita fotográfica de un artista con un don: la de la simpatía provocadora.

Hemos elegido las sonrisas. También podríamos habernos dejado encantar por las miradas perdidas, por los miedos, por las soledades. Pero las sonrisas predominan en el universo del fotógrafo y del hombre, y con ellos celebramos la alegría de vivir que tanto define a Antoni Bernad, capaz de captar la belleza en cada gesto, en cada envoltorio, en cada conocimiento. Su cámara, su ojo, es la extensión de un corazón que late libre y curioso, juguetón y desinhibido. Indiscreto, así es como ve en nosotros cosas invisibles. Así es como juega, hasta enjaularnos en una espontánea imagen eterna.

Antoni Bernad ama la fotografía tanto como ama la vida, tanto como ama a sus amigos y amigas, los que están y los que ya se han ido: Beth Galí, Antoni Llena, Laura Ponte, Oriol Bohigas, Elsa Peretti, Antoni Tàpies, Gae Aulenti, Maye Maier, Ricard Bofill, Miu... sus personajes, se han convertido fácilmente en personas cercanas, relaciones de larga duración. Nunca deja a nadie indiferente. Es un ángel, alguien que anda unos centímetros elevado, que se mueve en una dimensión desconocida. Está y no está. Nos sobrevuela, nos libera, nos incomoda. Y al fin y al cabo nos humaniza.

¿Se puede contar, una fotografía, una obra de arte? Antoni Bernad lleva años compartiendo oralmente, con humor, las historias increíbles de cinco décadas tras la cámara (1960-2010) como fotógrafo de moda y retratista, anécdotas suculentas que revelan su innata capacidad de provocar y fijar miradas y momentos que nos trascienden. Ahora por fin las ha recogido en un libro publicado por Blume, unas memorias que reúnen más de 200 imágenes, buena parte comentadas, toda una continuidad de expresión genuina, con el cine como gran referente inspirador: "Mis fotos son más deudoras de impresiones recibidas del cine que de la moda", dice. Todo un esfuerzo sutil por perseguir interioridades siempre escápulas.

En el prólogo de la obra, el artista y compañero inseparable Antoni Llena habla de los tres elementos que dan carácter a la fotografía de Antoni Bernad: "Variedad, naturalidad y gusto", elementos con los que ha sabido esquivar la fácil "atracción morbosa" de toda actividad creadora cuando uno se deja llevar por . estereotipados y falsas sensualidades. Y el historiador del arte Josep Casamartina ve en la obra del fotógrafo una "elegancia y discreción" que no siempre es exactamente lo que esperaban revistas como Vogue, Vanity Fair, Marie Claire, Elle y tantas otras para las que ha trabajado.

He aquí, pues, un Antoni Bernad que revela al gran público las circunstancias y azares que rodearon algunas de sus fotografías icónicas.