La deuda pública en Europa, más barata que nunca a pesar de la pandemia
La baja inflación ayuda a hacer rentables los bonos de los países de la zona euro
BarcelonaLos gobiernos de la zona euro se endeudan a unos precios más bajos que nunca. La mayoría de los estados que comparten la moneda común llevan meses colocando nuevas emisiones de deuda a unos tipos de interés irrisorios, a pesar de la fuerte crisis económica que ha afectado a la economía mundial, y a la europea en particular, debido a la pandemia del covid-19.
Con la crisis de 2008, los gobiernos europeos aplicaron fuertes recortes presupuestarios con la esperanza de que mejorarían la credibilidad de las finanzas públicas. En realidad, los esfuerzos para no gastar exacerbaron la caída de la actividad y los gobiernos de la periferia europea acabaron pagando más cara su deuda. No fue hasta la llegada de Mario Draghi a la presidencia del Banco Central Europeo cuando los mercados de deuda volvieron a la normalidad.
La respuesta al covid-19 ha sido diferente: por la parte fiscal, los gobiernos y la Comisión Europea han incrementado el gasto, justo lo contrario que hace una década, y esto ha hecho aumentar la deuda que acumulan todos los estados del euro. No obstante, a pesar del aumento del endeudamiento, los intereses de la deuda han caído y los estados europeos pagan menos que nunca por sus emisiones de bonos. ¿Qué ha pasado?
En primer lugar, la propia respuesta del BCE. Desde la llegada de Draghi, la institución monetaria ha dejado claro a los inversores que actuará cuando haga falta como lo que los economistas denominan prestamista de última instancia; es decir, el BCE crea dinero que utiliza para comprar bonos en los mercados de deuda. Con estas compras, evita que los intereses que pagan los gobiernos por su deuda crezcan demasiado y así les garantiza la plena solvencia.
Estas inyecciones de dinero para adquirir bonos han llegado a su máximo con la pandemia, cuando el BCE ha creado un fondo especial de 1,85 billones de euros para comprar deuda que se suma a los 20.000 millones mensuales que ya le dedicaba antes del coronavirus. “Evidentemente, el riesgo soberano griego o español sería mucho más elevado sin el BCE”, confirma Xavier Freixas, catedrático de economía financiera de la UPF. Sin la intervención del banco central, pues, los países con unas finanzas públicas menos saneadas se tendrían que endeudar a intereses más altos.
Los precios no crecen
El otro elemento a tener en cuenta es la inflación, o sea, el crecimiento de los precios de bienes y servicios de consumo, que en Europa es muy baja. El BCE tiene el mandato de mantenerla cerca del 2% anual, pero lleva años muy por debajo de esta cifra. Si se coge la inflación subyacente –que no tiene en cuenta productos volátiles, como la energía–, todavía es más baja y durante meses incluso negativa: los productos se abaratan.
La poca inflación ayuda a mantener los intereses de la deuda a niveles muy bajos por dos motivos. En primer lugar, hace que los bonos europeos sigan siendo atractivos. Como pone de ejemplo Freixas, en plena dictadura franquista España podía pagar un 20% por su deuda –una tasa intolerable hoy–, pero los precios podían crecer casi un 30%. Es decir, en realidad el rendimiento de los bonos españoles era negativo. En cambio, un título que pague un 1% con una inflación del 0,5% tiene un rendimiento positivo.
Además, el BCE ha dejado claro que no espera subidas de precios en un futuro cercano, por lo que mantendrá los programas de compras hasta 2023 como mínimo. “Las expectativas en este mercado son muy importantes”, recuerda Freixas. Además, la institución hoy presidida por Christine Lagarde tampoco espera un crecimiento económico muy fuerte en Europa, por lo que los salarios se mantendrán estancados en los próximos años. “La espiral inflacionista salarios-precios” (el crecimiento económico lleva mejoras a los sueldos de los trabajadores, que gastan más y hacen crecer los precios), augura Freixas, no se producirá en los próximos meses.