Periscopio global

La apuesta por el turismo de Arabia Saudita hace volar Airbus y Boeing

Inversiones multimillonarias en una nueva compañía aérea y la reforma de dos aeropuertos quieren hacer del reino un competidor de Qatar y Emirates

LondresLas supuestas reformas sociales y económicas del reino de Arabia Saudí que impulsa al heredero al trono, el príncipe Mohammed bin Salman –responsable intelectual del asesinato del periodista opositor Jamal Khashoggi–, no sólo pasa por los negocios de la Federación Española de Fútbol de la época de Luis Rubiales y la Supercopa, a cambio de mucho dinero y ninguna pregunta. La estrategia de diversificación de la economía tras el llamado programa Visión 2030 –destinado a reducir la dependencia del país de los ingresos petroleros– también se vincula directamente con el fomento del turismo.

Un hecho extremadamente importante, porque prácticamente hasta septiembre del 2019 el reino no empezó a abrirse a los extranjeros de forma masiva. En ese momento, el país lanzó un nuevo sistema de visados ​​para visitantes de 49 países, marcando un cambio significativo en el enfoque hacia el sector y los extranjeros. Antes de la apertura, las visitas a Arabia Saudita estaban estrictamente controladas y limitadas, principalmente a fines religiosos (peregrinaciones a La Meca ya Medina, ciudades santas del islam), negocios y visitas familiares.

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Entre 100 y 150 millones

La Organización Mundial del Turismo de Naciones Unidas (UNWOT) considera que, anualmente, 330 millones de personas se desplazan por razones espirituales. Son viajes que incluyen peregrinaciones y visitas a sitios históricos vinculados a alguna fe concreta. En Arabia Saudí, 17,3 millones de turistas internacionales entraron en el 2019. De ese número, unos 2,49 millones de musulmanes se reunieron en La Meca para la peregrinación anual del Hajj, la que obliga a los fieles que puedan permitírselo y estén sanos a hacerla al menos una vez en la vida.

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Los planes de Bin Salman con el programa Visión 2030 tienen como objetivo acoger al menos a 30 millones de turistas religiosos en 2030. Pero el objetivo es mucho más ambicioso: el país quiere atraer entre 100 y 150 millones al año. La estrategia turística impacta en la construcción de grandes infraestructuras y también en el negocio de las dos mayores compañías aeronáuticas del mundo: la estadounidense Boeing y la europea Airbus, que han recibido encargos multimillonarios del reino.

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El año pasado, el omnipotente príncipe heredero anunció la puesta en marcha de un nuevo operador, Riyadh Air. Todavía no opera, pero empezará a vender billetes a partir del mes de junio para vuelos que despegarán en el 2025. Propiedad íntegramente por el Fondo de Inversión Pública del Reino, uno de los mayores fondos soberanos del mundo, con unos activos totales estimados en más de 620.000 millones de dólares, Riyadh Air llega en unos momentos en los que Arabia Saudí también tiene como objetivo triplicar el tráfico anual de pasajeros, hasta 330 millones a finales del 2030. Y quiere desplazar hasta 5 millones de toneladas de carga cada año.

Otra forma de hacer frente a los líderes regionales y globales en el sector de la aviación, que son Emirates y Qatar Airways, dos de las diez compañías más importantes del mundo por valor de mercado –6.610 millones de dólares la primera; 3.138, la segunda, de acuerdo con datos de 2024.

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El pasado lunes se anunció el pedido de aviones comerciales más importantes de la historia del país. La compañía de bandera Saudia, del Grupo Saudia –propiedad del estado y que también tiene Flyadel, la filial de bajo coste– ha realizado un pedido de 105 de la familia Neo, de Airbus. Incluye 12 A320neo y 93 A321neo. Esto aumenta la cartera de encargos de Saudia en Airbus a 144 aparatos. El coste total de la operación recién acordada es de 19.000 millones de dólares. Los primeros aviones estarán disponibles en el primer trimestre del 2026. Con el nombre de Saudi Arabian Airlines, Saudia se fundó en 1945 y el primer avión comercial que tuvo –un DC-3 (Dakota) HZ-AAX bimotor– fue un regalo al rey Abdul Aziz del presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt.

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El Dreamliner, otro sueño de Bin Salman

Este excepcional pedido se añade al que el año pasado hizo la citada Riyadh Air: 39 aviones Boeing 787 Dreamliner, con una opción de compra de 33 más. El pasado noviembre, distintos medios especializados en el sector aéreo y también económicos, como Bloomberg, se hicieron eco de las negociaciones entre la compañía y Boeing para adquirir también alrededor de unos 150 aviones del modelo 737 Max y completar así la flota con aparatos de un solo pasillo.

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Los problemas recientes de Boeing, incluido el desprendimiento en pleno vuelo de un fragmento de puerta de emergencia, ha detenido por el momento el acuerdo. Otros errores sistémicos en la gestión de la calidad de Boeing y los accidentes de los 737 Max de 2018 y 2019, con un resultado de 346 personas fallecidas, han enfriado el pedido de Riyadh Air en la empresa de Seattle. Sea como fuere, la estrategia de los cielos y del turismo del rehabilitado internacionalmente Bin Salman parece bien definida.

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Además, tanto Riyadh Air como la histórica compañía de bandera Saudia se beneficiarán de la ampliación, en tres fases, del aeropuerto internacional Rey Abdulaziz, en Yida, que podrá acoger a 114 millones de viajeros en 2031. La inversión prevista es de 31.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, desde el pasado año se trabaja en el plan director de la ampliación del aeropuerto internacional Rey Salman, de Riad. El año pasado, el príncipe heredero Bin Salman procedió a la presentación del proyecto, que quiere convertir la infraestructura en uno de los mayores aeropuertos del mundo. El reto es acoger hasta 120 millones de viajeros en 2030 y 185 millones en 2050. El plan director encaja con la previsión de situar a Riad entre las diez principales ciudades globales, en términos económicos, a finales de la década, con un crecimiento de la población hasta situarse entre los 15 y 20 millones de habitantes.

El reino despega definitivamente al turismo. El dinero del petróleo lo sigue comprando todo. Sobre todo, el futuro. Los trabajadores de Airbus y Boeing son unos rehenes más.