Aumentar la oferta de talento TIC y digital
El Barómetro del sector tecnológico en Cataluña (2025) elaborado por el Círculo Tecnológico nos alerta una vez más de una amenaza seria que se cierne sobre el sector TIC: la dificultad de las empresas a la hora de captar personal cualificado ("talento") para alimentar su crecimiento. En 2014, unas 1800 vacantes no se cubrieron. Es una situación que nos resta competitividad. ¿Qué hacer para mejorarla?
Una respuesta habitual es seguir las instrucciones del manual de la oferta y la demanda: si se aumenta el sueldo que acompaña a las ofertas de trabajo, aparecerán nuevos candidatos para aceptarlas. Así es y ya está pasando. Pero para evaluar esta vía es muy relevante saber si la disponibilidad de talento local es alta o si habrá que ir a buscarlo en importantes magnitudes en todo el mundo. Si el sueldo prevalente termina siendo el que compensa un traslado de residencia, queda claro que la situación competitiva de la empresa será peor que si la disponibilidad local de talento es amplia.
Aumentar, pues, la oferta local de talento TIC es importante. Sólo podremos hacerlo aumentando la capacidad de formación del ecosistema en su conjunto. Y en todos los niveles, desde la formación profesional hasta los estudios de doctorado.
Sin duda, el sistema público de educación y universitario deberá asumir su responsabilidad. Lo está haciendo con el plan de promoción de grados STEM –FP o universitarios–. Debemos aplaudirlo, pero debemos ser conscientes –y ese es el mensaje principal de este artículo– de que el sector público solo no podrá resolver el problema. El presupuesto público cubre muchas necesidades, prácticamente todas crecientes. Por mejor voluntad que se ponga no habrá recursos para todo. El reto de la disponibilidad de talento TIC-digital es demasiado grande para pensar que lo va a resolver completamente el contribuyente. Y como es un reto vital para las empresas, debemos concluir que las propias empresas deben convertirse en protagonistas en la promoción de la formación. ¿Cómo?
Una posibilidad sería que las empresas –en acción individual o colectiva– financiaran escuelas o cursos en las formaciones relevantes. No hace falta fundamentar esta posibilidad sólo en una apelación al espíritu filantrópico. En su conjunto, las empresas ganarían: cubrirían los costes de la formación, pero compensarían con la mejora del flujo de disponibilidad de talento. No puedo decir que, en estos momentos, tengamos muchas experiencias exitosas de este tipo. Una lástima.
Quizás la dificultad radica en cómo se puede individualizar el vínculo del coste al beneficio. Así, por ejemplo, si la financiación se instrumenta como becas de una empresa concreta a alumnos concretos, un compromiso de trabajo futuro del alumno en la empresa es jurídicamente compleja de establecer (pero quizás no imposible; la creatividad de los buenos juristas no debe subestimarse). En cualquier caso, cabe señalar que el sector TIC-digital está en una situación de ventaja respecto a otras: las prácticas durante los estudios proveen una forma natural de retorno a las empresas.
Existe una segunda vía para la expansión de la formación TIC-digital en base a la autofinanciación de la actividad: que el coste lo cubran las matrículas de los alumnos. Es un modelo que ya practica una variedad de escuelas privadas importantes en el desarrollo del 22@. En principio, este modelo podría funcionar satisfactoriamente en el sector TIC-digital, puesto que los ingresos postgraduación están prácticamente garantizados y serán suficientes para diseñar una política de préstamos que sea, al mismo tiempo, financieramente viable por la institución prestamista y de una periodificación del retorno amable por el titular del préstamo. Desarrollar un sistema con una potencia suficiente y con garantías jurídicas sería, en mi opinión, clave para incrementar la oferta de talento TIC-digital. Y sería mejor si el sistema contara con algún apoyo de las instituciones públicas y de las empresas. Más aún si las instituciones educativas públicas jugaran. Si lo hacen, deberían hacerlo sin sacrificar flexibilidad. Por ejemplo, en un ámbito como el digital, la oficialidad de los títulos universitarios no es tan decisiva. Impulsar y prestigiar sus propios títulos podría ser una buena estrategia para las universidades.