El catalán que se enriqueció con los habanos y el azúcar de Cuba
El empresario Josep Gener Batet fue un gran fabricante de puros con la marca La Escepción
Josep Gener Batet 1831-1900
- Empresario catalán
La huella catalana en el Caribe a lo largo de siglos fue tan profunda que hoy algunos apellidos todavía son marcas reconocidas, como es el caso de los fabricantes de ron Facundo Bacardí y Andreu Brugal, ambos sitgetanos, o del productor de puros habanos Jaume Partagàs, natural de Arenys de Mar. Pero con estos nombres no se acaba ni mucho menos la lista de emprendedores catalanes que dejaron huella, porque también es muy relevante el caso de Josep Gener Batet, nacido en L'Arboç del Penedès e hijo de un botero que servía sus productos a los exportadores de alcoholes a América.
Hoy en día, en Cuba, el apellido Gener es recordado como un gran fabricante de habanos bajo la marca La Escepción, gracias a la voluntad emprendedora de este hijo del Penedès, que muy joven se embarcó hacia las Antillas. Ante las dificultades de sus padres para mantener a los diez hijos del matrimonio, enviaron al pequeño José a Cuba, para trabajar con su tío, que estaba establecido. En la provincia de Pinar del Río, el entorno del tío estaba formado mayoritariamente por catalanes que habían atravesado el Atlántico en busca de fortuna, y uno de ellos era precisamente Partagàs, al que hemos mencionado antes y que pronto tendría un gran éxito con sus puros. Todo el grupo estaba bajo la protección de Joan Conill Pi, un prohombre de la zona con orígenes también en Arenys de Mar. Durante tres lustros, Gener estuvo aprendiendo todos los secretos del tabaco bajo la maestría del citado Conejo, que también fue quien cedió su negocio a Partagàs para que pusiera en marcha una fábrica que acabaría siendo emblema de máxima calidad.
Los primeros pasos como empresario de Enero fueron en 1850, cuando con los ahorros conseguidos adquirió una gran finca e inició en el cultivo de tabaco teniendo como cliente principal a su protector, Joan Conill, que era el mayorista de la isla. La crisis que el mercado de la hoja de tabaco sufrió en 1864 le obligó a reconvertirse, de modo que desde ese momento modificó la estrategia y creó su propia empresa productora de puros, La Escepción (hace muchos años que hay un debate abierto sobre la peculiar grafía de la marca). En 1881 se prendió fuego a la fábrica, que tuvo que reconstruirse por completo, un proceso que Gener aprovechó para adaptarla a las mejoras tecnológicas del momento.
La vertiente filantrópica la demostró ocupando en tres ocasiones distintas la presidencia de una entidad creada en 1840 bajo la denominación de Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Cataluña, que tenía como objetivo ofrecer apoyo médico, económico y social a sus miembros. También se dedicaba al fomento de las tradiciones catalanas. Hoy en día todavía existe y tiene una masa social compuesta por unos 800 asociados. En 1887 construyó una escuela en la zona de Pinar del Río y la regaló al ayuntamiento de la localidad.
La primera refinería de azúcar de Cuba
En 1883 diversificó sus negocios e invirtió en la primera refinería de azúcar de Cuba. Ésta fue una gran iniciativa, ya que hasta entonces el azúcar extraído de la explotación de la caña, un producto base que se conoce como azúcar mascavado, se enviaba a Estados Unidos para ser refinado. Enero dirigió a la empresa durante algunos años, hasta que los problemas de salud y las crisis internas aconsejaron su relevo.
La figura de Enero quedó rodeada de ciertas sombras por su participación en el consejo de guerra que consideró culpables —y, por tanto, ejecutados— a un grupo de estudiantes de medicina en el marco de la Guerra de los Diez Años (1868-1878). Tras estos hechos se instaló temporalmente en su villa natal, L'Arboç, donde pudo seguir de cerca las obras del palacio que unos años antes había ordenado construir en la localidad. También se implicó mucho en la restauración del patrimonio histórico de la villa y en la llegada del agua corriente y de la iluminación con gas. Hoy en día, el palacio todavía existe y tiene la función de colegio-residencia.
En los últimos años de su vida los pasó instalado en Barcelona, en la casa familiar del paseo de Gràcia 57, donde tiempo después se levantaría un centro comercial muy conocido que llevaba por nombre El Bulevar Rosa. A principios de la década de los años 30, los descendientes de Enero se vendieron la fábrica de tabaco y todas las marcas asociadas, y se concentraron en las inversiones en el negocio del azúcar. Su legado le perpetuó su esposa, la aristócrata nacida en Lousiana Francisca Seycher de León, y, más tarde, su hija, Lutgarda Gener Seycher.