¡Eureka!

El chaval de Utah que imaginó un mundo sin efectivo: el origen de Visa

El estadounidense Dee Hock creó el gigante mundial de las tarjetas de crédito antes de retirarse a una mansión

En mayo de 2019, la agencia inmobiliaria California Outdoor Properties incorporó una propiedad de lujo a su catálogo por 6,4 millones de dólares. Era un rancho de lujo situado en Pescadero, un pequeño pueblo de la costa de California que no alcanzaba los 1.000 habitantes. La parcela tenía 75 hectáreas con bosques, tres estanques con siluros, un torrente rodeado de sauces, campos verdes hasta el horizonte y una majestuosa casa de estilo europeo coronada por una torre con terraza. En el inmueble, cuatro habitaciones con ventanas panorámicas, seis cuartos de baño, una biblioteca y un despacho. Era la casa en la que, durante más de veinte años, vivió Dee Hock cuando decidió vivir una vida más tranquila. Quizás este nombre no le dice nada, pero es el responsable de que hoy lleve en la cartera una tarjeta de crédito o de débito con un logotipo concreto: Visa. ¿Quién era y cómo lo hizo para crear este gigante mundial del sector financiero?

"En 1984 rompí todas las conexiones con el mundo empresarial para llevar una vida de recogimiento: cambié el dinero por tiempo, libertad y satisfacción", admitió el magnate en el discurso que dio cuando entró a formar parte del distinguido Salón de la Fama. Vivir apoltronado en un rancho de inspiración toscana fue el premio que se cobró por haber dedicado toda su vida a hacer crecer su empresa.

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Hoy, junto a Mastercard, Visa es una de las empresas líderes mundiales en pagos digitales. Opera en más de 200 países, tiene acuerdos con 14.500 instituciones financieras y controla 4.500 millones de tarjetas de crédito y débito, que mueven casi 300.000 millones de dólares cada año, según la compañía.

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Un hombre con crédito

Dee Hock nació en 1929 en el estado de Utah, hijo de un electricista y de un ama de casa. Gracias a una beca de 50 dólares, pudo estudiar en la Universidad de Weber State. Con 20 años ya se plantó detrás del mostrador de una sucursal financiera y acabó dirigiendo a dos del banco Pacific Finance. Además, fue director general de Columbia Investment Company y alto cargo en el CIT Financial.

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En paralelo, las tarjetas de crédito se habían ido abriendo camino. Él no las había inventado, pero había seguido su evolución muy de cerca. En la década de 1940 ya había cadenas de restaurantes, comercios y compañías que lo utilizaban. Cada una tenía su propia tarjeta y sólo podían utilizarla en la red de establecimientos que regentaban. Por entonces era un sistema que generaba muchas dudas a las entidades financieras, que se habían encontrado inmersas en varios casos de fraude por culpa de las tarjetas. Uno de los bancos que más fuerte apostaron por las tarjetas fue Bank of America, que en 1958 lanzó la BankAmericard. Se trataba de la primera tarjeta de crédito masiva de Estados Unidos que permitía a los usuarios pagar a crédito y devolver la deuda a plazos. Al principio sufrió grandes pérdidas por fraude e impagos.

Pero la situación se dio la vuelta cuando Dee Hock golpeó en la puerta de la entidad y les convenció para asumir el liderazgo del programa. La estrategia para su reflote consistió en crear una nueva empresa, separada de la entidad bancaria: tenía claro que la clave del éxito de las tarjetas era la universalidad. "En 1969 reunió a un grupo de banqueros en un hotel y repensó el proyecto", recordaba Alfred F. Kelly Jr., director ejecutivo de Visa, en un texto sobre la figura de Hock. "Se imaginaba un mundo donde se pudiera comerciar sin roces: entre cualquier persona, en cualquier lugar, en cualquier momento y con cualquier divisa", seguía en el escrito. De la reunión con los banqueros salió National BankAmericard Inc., formada por el Bank of America y varios bancos licenciatarios que querían incorporar la tarjeta de crédito a su catálogo de servicios.

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En 1976 se convirtió en Visa y empezó a operar en varios países. Con esfuerzos por mejorar la detección del fraude y la creación de la tarjeta de débito en 1975, el sistema arraigó entre los consumidores. En 1984, con el trabajo realizado, se retiró al rancho de Pescadero, desde donde ejerció de gurú de las finanzas. De hecho, se indagó el término sistema caórdico, un adjetivo nacido de la fusión entre caos y orden. El concepto se contrapone al sistema empresarial clásico. Para él, una compañía no debe ser ni una jerarquía rígida ni un caos anárquico, sino una estructura viva y adaptable.