CONSUMO

¿Y qué demonios es un Manolito?

Un error en la dosis de mantequilla originó los cruasanes predilectos de los madrileños, que llegan a Barcelona de la mano de Busquets y Thiago Alcántara

Paula Clemente
y Paula Clemente

“¡Ya estamos aquí!”, grita el DJ. La celebración -sólo su presencia, de hecho- puede sonar exagerada, teniendo en cuenta que simplemente estamos en la inauguración de una pastelería en el centro comercial de Glòries, en Barcelona. Pero bueno, es que hablamos del comercio que permitirá a los barceloneses tragar a los Manolitos, unos cruasanes adoptados como hijos pródigos de Madrid. Aquí todavía son unos desconocidos, pero allí ya han enamorado (el local más veterano factura 2 millones de euros), roto corazones (al descubrirse que hace tiempo que se fabrican en Catalunya) y seducido uno de los estamentos superiores en la pirámide de la jet set: los futbolistas.

El origen de la receta lo encontramos en una dosis de mantequilla mal calculada de un pastelero (Manolo) en un obrador de Colmenar Viejo, en Madrid. Tiró de más, pero ese error generó adictos. El Manolito parece un cruasán de mantequilla normal y corriente, que puede llevar desde chocolate hasta salmón, pero la masa va algo más allá, según el consejero delegado de la empresa. “Cuando te lo comes notas que es totalmente diferente: aparte del gusto, existe la textura y la humedad propia del producto, que hace que no sea necesario mojarlo”, explica Pablo Nuño.

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Los clientes los bautizaron como Manolitos, empezaron a tener éxito entre los famosos y, en definitiva, se acabaron haciendo populares. Tanto, que un grupo de personas con visión de negocio fundó la empresa Manolo Bakes y convenció a la familia originaria de asociarse y llevar la marca a todas partes. De eso hace dos años y la compañía ya dispone de 16 establecimientos en España. "Nos dieron la receta y la exclusividad para explotar los derechos de la imagen del Manolito", recuerda Nuño. “Abrimos dos pastelerías en Madrid y empezamos a vender 500 kilos diarios. Descubrimos que éramos el segundo producto más vendido en Glovo después de McDonalds y la fiebre se contagió al mundo de la empresa y de los eventos”, recuerda.

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La otra clave es el precio, que el consejero delegado considera barato: una caja de ocho Manolitos dulces cuesta 5,60; una de 16, unos 10, y una de 32, cerca de 18.

La demanda creció tanto que el clásico pastel madrileño tuvo que dejar la producción artesanal y llegó a un acuerdo con Europastry, multinacional catalana dedicada a las masas congeladas que suministra pastas a grupos tan variados como Granier o Starbucks, entre otros, y también a varios supermercados. “Lo que hacemos es un proceso mecanizado: la masa se elabora en cadena, se ultracongela y después se hace el reparto logístico en los obradores, donde se acaba el producto”, explica Nuño.

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En la historia de estos croissants hay aún más curiosidades, como por ejemplo que Álvaro Morata (actualmente jugador del Atlético de Madrid) fue uno de los embajadores clave. Lo que consta en el consejero delegado de Manolo Bakes es que el futbolista les llevaba siempre a las concentraciones de la selección, después al Chelsea, al Atlético de Madrid... Hasta hacerse socio de la empresa. Posteriormente, también Sergi Busquets (del Barça) y Thiago Alcántara (ahora en el Bayern de Múnich) se han hecho socios del nuevo establecimiento de Barcelona y corresponsables de que la marca se siga expandiendo por Catalunya.

En dos años, la empresa ha abierto diez tiendas en Madrid y locales en A Coruña, Cáceres y Zaragoza. También busca espacios en Valencia, Málaga, Sevilla, Granada y el norte de España y quiere duplicar el número de tiendas en Madrid e igualar la cifra en Cataluña. "Es posible que aquí la mayoría no nos conozca, pero en los próximos meses nos convertiremos en una marca de referencia", promete Nuño. Difícil ponerlo en duda, viendo la cantidad de personas que suspiran decepcionadas cuando la trabajadora de la entrada les informa que la actividad no comienza hasta el día siguiente. Tranquilos, lectores, ahora ya está abierto.