Salud

De descubrir que tienes un virus en encapsular agua de mar para fortalecer el cuerpo

Blue Ocean Nutrition es la empresa de la catalana Mayte Corbinos que produce suplementos con este elemento como base

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Ilustración

BarcelonaEra la primera vez que Mayte Corbinos oía el nombre "Epstein-Barr", justo en el momento en que le pronunciaba el médico de una clínica de Barcelona, ​​a la que simplemente había acudido para hacerse una revisión rutinaria. Se trataba de un virus bautizado por sus descubridores (M. Anthony Epstein y Yvonne Barr) que es la causa principal de algunas enfermedades del sistema inmunitario, como la artritis reumatoide, el lupus o la esclerosis múltiple. Aún así, el doctor no daba crédito al comparar los resultados de la analítica con el estado de salud de Corbinos. "Él no entendía nada, decía que por los valores que aparecían no debería poder moverme de la cama", recuerda. Finalmente, llegaron a la conclusión de que en sus hábitos alimenticios había un elemento que podía explicar por qué su sistema inmunitario estaba en tan buena forma: beber desde hacía años un porcentaje diario de agua de mar.

"El gusto es un poco como cuando catas tus propias lágrimas": Corbinos se había acostumbrado a mezclar un cuarto de agua de mar con agua mineral en una pequeña coctelera y ya ni siquiera lo encontraba desagradable. Cuando vivió en Estados Unidos ya había creado su propio negocio de sangría y pensó que detrás de los beneficios insospechados de esa bebida también podía haber un público potencial. Su suegro es un bioquímico alemán con experiencia en el diseño de medicamentos alopáticos –la medicina tradicional, contraria a la homeopatía–, así que le ayudó a encapsular el agua de mar en unos comprimidos que aprovecharan sus sales minerales, combinadas con vitaminas como la C y la D, zinc o hongos reishi, para subir las defensas del cuerpo humano.

Su compañía se llama Blue Ocean Nutrition, pero opera con la marca Amar81, porque la emprendedora asegura que en el agua de mar están presentes los 81 minerales de la tabla periódica y también porque el producto utiliza este elemento tan común en el planeta para "amarnos a nosotros mismos". Para producir sus cápsulas, la empresa utiliza agua de la reserva natural francesa de la Camarga, de la que aprovecha agua salada residual que después convierte en polvo para su tratamiento. "Allí hay minerales esenciales como el magnesio, el selenio, el calcio, el hierro... Lo que hacemos nosotros es convertir un rechazo en un tesoro", apunta.

Corbinos podría estar horas hablando de las bondades de este cóctel surgido del agua de mar e insiste en el "hambre oculto" de minerales y vitaminas que hay en el planeta y que también han denunciado en alguna ocasión organismos como las Naciones Unidas. La fundadora de Amar81 defiende que existe un déficit de algunos de estos nutrientes clave en nuestra alimentación y que para ello son necesarios suplementos como los suyos. "El porcentaje de minerales en frutas y verduras ha disminuido en unas cifras muy preocupantes. Por ejemplo, hoy por hoy en las frutas y verduras encontramos la mitad de hierro que hace 50 años", dice, citando un estudio que analiza esta reducción en el Reino Unid. De hecho, recuerda que en Estados Unidos, donde una leve enfermedad puede desembocar en una factura médica astronómica, es mucho más habitual recurrir a este tipo de suplementos para reforzar el sistema inmunitario y prevenir malestares que te obliguen a visitar un médico.

Por ahora, el proyecto cuenta con seis productos diferentes, algunos de los cuales se centran en síntomas concretos como el dolor de huesos y articulaciones. Éstos están disponibles en farmacias, herboristerías y en plataformas de comercio electrónico como Amazon. Pero uno de los mejores canales de venta, admite Corbinos, son los médicos que hacen de prescriptores de su tratamiento y que ya están recetando las cápsulas de Amar81 a sus pacientes.

La empresa cuenta con una patente de producto y de proceso a escala europea registrada en Alemania y desde su nacimiento ha desembolsado una inversión de más de 70.000 euros para sacar adelante la iniciativa. Las cápsulas tienen un precio de venta al público entre 27 y 99 euros, en función de los ingredientes de cada producto y la cantidad. La plantilla de Blue Ocean Nutrition está formada por un equipo de cinco personas y su producción anual es de unos 25.000 frascos al año. De cara al ejercicio de 2023, Corbinos espera cerrar con una facturación en torno al medio millón de euros y piensa en la internacionalización de cara al año siguiente, aprovechando que tiene la doble nacionalidad estadounidense y española.

Además, desde el año pasado la compañía ha puesto en marcha una nueva división de negocio, que a la larga quiere convertirse en un spin-off: el proyecto Meditmin también aprovechará residuos marinos para desarrollar un "bioestimulante orgánico", es decir, un tratamiento para el suelo agrícola que consuma menos agua que la mayoría de los fertilizantes del mercado y contribuya a la captación de CO₂.

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