La familia que se hizo de oro vendiendo las míticas galletas María: ¿quiénes son los Fontaneda?
Un confitero castellano arrancó el negocio que en las últimas tres décadas ha pasado de una multinacional a otra
En lo alto de una colina de 970 metros se encuentra el Castillo de Aguilar de Campoo. Es un conjunto románico que todavía conserva buena parte de su estructura original: unas cuantas torres, los muros laterales y una entrada de medio arco. A lo largo de los siglos, a su alrededor se han paseado reyes como Pedro I de Castilla y marqueses como Garcio V Fernández Manrique de Lara, pero la falda del castillo también ha visto crecer una dinastía muy diferente: la de los Fontaneda, la familia por excelencia del mundo de las galletas en España. En este pueblecito de Castilla y León, un joven confitero supo convertir la receta británica de las galletas María en su billete dorado hacia el éxito. Se llamaba Eugenio Fontaneda. En 1881 empezó a hornear pastelitos y bollos en su casa; 143 años después, su apellido es todavía el rey de los lineales de galletas de los supermercados catalanes. ¿Cómo lo hizo para convertir el negocio artesano en un imperio que, a principios de 2000, llegó a mover más de 60 millones de euros?
El primer paso adelante lo dio en 1920. Con sus ahorros, compró una pequeña nave en Castillo de Aguilar del Campoo y trasladó la producción. De ahí salieron las primeras galletas María de España. La leyenda dice que las llamó así en honor a su nieta, pero el origen del nombre y de la receta son británicos: se inventaron para la boda del duque de Edimburgo con María Aleksándrovna, en 1874. Fontaneda se llenó carros y las distribuyó por las comarcas de Santander, Castilla y País Vasco. Tuvieron mucho éxito: quince años después, ya bajo la batuta del hijo del fundador, la fábrica tenía en marcha cinco hornos.
El estremecimiento de la guerra
En 1936, con el estallido de la Guerra Civil Española, la producción se interrumpió. Ahora bien, las vacas flacas duraron sólo cuatro años: la victoria de Francisco Franco los jugó a favor. Los Fontaneda supieron ganarse el favor del dictador y conseguir tener acceso a materias primas que escaseaban. También consiguieron beneficios legales para cultivar su propia caña de azúcar en Jerez de la Frontera. Con todo este impulso, a mediados del siglo XX Fontaneda era ya la principal marca de galletas de España. En todas las despensas había siempre un paquete.
Durante la década de 1950 los Fontaneda invirtieron mucho en renovar la maquinaria, fijándose sobre todo en las fábricas de galletas de Estados Unidos. La Comisión Nacional de Productividad Industrial franquista les pagó el viaje para que se inspiraran en el proceso productivo estadounidense. Pese a que un incendio les arrasó parte de la nave en 1958, la familia se rehizo. Con la tercera generación al frente, la empresa encaró la recta final del siglo con buenas perspectivas, hasta que en 1990, la crisis sacudió sus cuentas.
El valor de la marca
En 1996, los números no cuadraban. La construcción de una nueva fábrica en Seseña (Toledo) no estaba dando el rendimiento esperado. En Aguilar de Campoo, con un contexto económico adverso, las otras empresas de galletas que se habían instalado siguiendo el rastro de Fontaneda habían terminado cerrando, excepto Gullón. En 1996, los descendientes de Eugenio Fontaneda vendieron la marca al coloso estadounidense Nabisco por 4.500 millones de pesetas. La multinacional buscaba ganar peso en España, donde ya controlaba a Marbú, Artiach, Brands Portugal y Carcesa. Un año más tarde, la tabacalera Philip Morris sacó al telonario y compró Nabisco y United Biscuits (UB). La fusión condenó a la plantilla española a un calvario de despidos, protestas sindicales y huelgas.
En el 2002, la marca Fontaneda no levantaba cabeza y UB ordenó el cierre de la fábrica. Las galletas pasaron a producirse en Montornès del Vallès hasta el 2006, cuando el gigante Kraft Foods se comió los negocios de UB en España. Hoy, quien comercializa las Fontaneda con éxito es Mondelez. "Han sabido ver como un activo el valor de la marca", explica Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la Universidad de Girona. "Sus productos transmiten calidad y tradición, pero también un recuerdo: el esloganQué buenas son, las galletas Fontaneda".
- 1881
- <p class="ql-align-justify"><span style="background-color: rgb(255, 255, 255); color: rgb(0, 0, 0);">Eugenio Fontaneda empieza a hacer los primeros pastelitos y bollos.</span></p>1920
- <p class="ql-align-justify"><span style="color: rgb(0, 0, 0); background-color: rgb(255, 255, 255);">Construye una nave para fabricar las galletas Maria, que se popularizan rápidamente.</span></p><p></p>1936
- <p class="ql-align-justify"><span style="color: rgb(0, 0, 0); background-color: rgb(255, 255, 255);">La guerra estronca el negocio, pero la buena sintonía con Franco le impulsa de nuevo.</span></p><p></p>1950
- <p class="ql-align-justify"><span style="color: rgb(0, 0, 0); background-color: rgb(255, 255, 255);">Los Fontaneda viajan a Estados Unidos y renuevan la maquinaria.</span></p><p></p>1996
- <p class="ql-align-justify"><span style="color: rgb(0, 0, 0); background-color: rgb(255, 255, 255);">La crisis económica aboca a la empresa a la venta: pasa a manos de Nabisco.</span></p><p></p>2002
- <p class="ql-align-justify"><span style="color: rgb(0, 0, 0); background-color: rgb(255, 255, 255);">En medio de huelgas y protestas, Fontaneda cierra la fábrica y desplaza la producción.</span></p><p></p>2024