Negocios familiares

Las joyas artesanales que viajan de las Guilleries al MoMA

El taller, fundado en 1981 en Osor, se ha reinventado creando piezas únicas inspiradas en Miró, Dalí o Gaudí

Osor (Selva)Para convertirse en una marca catalana reconocida a nivel internacional no es necesario estar establecido en Barcelona. Bien, quizá sea necesario que pongas el nombre de la capital en la marca para guiar al cliente, pero es posible –si va acompañado de mucha perseverancia, creatividad, constancia, energía y reinvención– producir en un pequeño pueblo en medio del macizo de las Guillerías a las que se llega sólo a través de una larga carretera de curvas. Que se lo digan, si no, a la empresa familiar Joidart, fundada en 1981 en un antiguo taller de Osor (Selva), el mismo donde el abuelo del actual consejero delegado del gigante de las alpargatas Toni Pons cosía calzado antes de que la empresa se trasladara a Girona.

Jaume Julià decidió entonces, en un contexto en el que las minas de espato de flúor acababan de cerrar, subir al carro de un negocio que conocía poco, pero le apasionaba: la joyería artesanal y creativa. Más de 40 años después, al frente de la empresa familiar también están sus hijas: Cristina Julià, directora creativa y autora de diferentes colecciones, y Mariona Julià, responsable dee-commerce. De por medio la empresa ha vivido muchos altibajos. Quizás lo más duro fue el concurso de acreedores del 2014 tras una etapa de fuerte crecimiento con muchas tiendas de la marca que tuvieron que cerrar. Pero aquel callejón sin salida, sumado al tiempo de "reflexión" de la pandemia, les sirvió para "volver a poner en valor la esencia de la marca: la creatividad y el taller, además del entorno, el Mediterráneo", explica Cristina Julià.

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Un "equilibrio" entre joyería de autor y comercial con la voluntad de hacerla "al alcance de todos, pero no sólo a nivel de precio, sino también por ser cómoda, portable y al mismo tiempo con un toque artístico", añade la directora creativa. Con este giro estratégico, también se dieron cuenta de que siempre habían tenido una línea estratégica clave para explorar y crecer internacionalmente: colecciones inspiradas en grandes artistas catalanes. Ya tenían una colaboración en la Casa Batlló y la Pedrera inspirada en Gaudí, ya que está libre de derechos. Pero así exploraron el "filón" de negociar con la Fundación Gala-Dalí y también Sucesión a Miró. El resultado es la presencia en los principales museos catalanes, pero también en el Reina Sofía, el Thyssen, la Royal Academy de Londres, el Picasso de Alemania y de aquí muy poco al MoMA de Nueva York, donde acaban de enviar lecciones de Miró y Dalí.

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Una década de reformulación

A las puertas de superar el concurso de acreedores, hito previsto para el próximo año, la facturación de la empresa no ha parado de crecer, de forma constante, desde la pandemia. "Hemos vivido una década de reformulación", señala Mariona Julià. "Por suerte, la cóvido a nosotros no nos vino de nuevo", añade Alfred Fernández, gerente de Joidart. De los casi 1,5 millones de euros de 2021, se pasó a facturar 2,5 millones el pasado año. Este año tienen una previsión de facturación de 2,8 millones, teniendo en cuenta que la venta online es un 24% del total y la venta en museos, en 2023, un 35% del volumen de negocio. "A partir de ahí, tenemos claro que nuestra estrategia pasa por crecer buscando nuevos artistas, diseñando colecciones para museos", añade Mariona Julià.

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Esto sin renunciar a las artistas, sobre todo mujeres, locales. Muchas colecciones están elaboradas a partir de colaboraciones que buscan evocar instantes del Mediterráneo. Es el caso de la de la escultora Carla Cascales, inspirada en la posidonia. O la del artista Júlia Ventura, inspirada en todo tipo de palés que llegan arrastrados por el mar a la playa de Colera. Una vez se hace el diseño a mano con plata o bien con impresora 3D, comienza la labor en el taller de Osor, que condensa naturaleza, artesanía y tradición. Cada ventana cuelga sobre uno de los torrentes que alimenta la riera de Osor y que chapotea al compás del ruido del taller de Joidart.

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Alfred Fernández, como maestro de ceremonias, muestra cada uno de los pasos artesanales hasta conseguir una joya. Los metales que trabajan son el latón bañado en oro y la plata reciclada, proveniente de placas de radiografías. Una vez se tiene el modelo, se crea cuidadosamente un molde y, de cada uno, muchas figuras de cera que se convierten en árboles singulares de color azul. Serán los nuevos modelos para crear un molde más grande de cal desechable. Una vez se cuecen, la cera se derrite y se deja lugar al espacio donde se podrá fundir y poner el plumero. De ahí otro árbol que sólo es necesario podar o cortar con cada parte de la joya. A partir de aquí es una gran tarea de pulir y pulir, después limpiarla y bañarla y añadirle color si es necesario. En el taller trabajan 22 personas, mientras que en la otra sede, en Santa Coloma de Farners, donde se encuentra la zona de diseño y el envío de los pedidos, hay otros 16 empleados.

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Es la fórmula artesanal que Joidart mantiene en un mundo en completa "reconversión", sobre todo en el ámbito comercial, recalca la directora dee-commerce. "Necesitamos especializarnos", asegura. "Pero sin renunciar a la artesanía –añade su hermana, Cristina Julià–. Esta empresa está viva gracias al espíritu, alma y perseverancia de nuestro padre, Jaume Julià, una auténtica ave fénix".