OCIO

El juego de mesa catalán que arrasa en la era de los videojuegos

Plakks, creadora de un pequeño futbolín en el que se juega con los dedos, reúne 14 veces lo que pedía para empezar a fabricar y vender un minigolf de sobremesa

Paula Clemente
y Paula Clemente

Entre videojuego y videojuego, este verano se ha colado en Kickstarter una campaña para financiar un juego de mesa que ha logrado recaudar una cantidad catorce veces superior a la que aspiraba. Se trata de una especie de pequeño minigolf de madera. Se juega con los dedos y recuerda un poco al Scalextric por la libertad que se tiene a la hora de montar el recorrido que tendrá que hacer la pelota. Los dos socios catalanes que lo han diseñado buscaban 10.000 euros para fabricar las primeras 1.000 unidades y han logrado 145.000. Ahora hacen frente a la bienvenida complicación de enviar el juego hasta Estados Unidos, Canadá, Australia o Reino Unido el 90% de los 1.800 juegos que les han pedido en total mediante esta campaña. La meta es fruto de un par de años de experiencia en los que combinan un primer juego de mesa, pruebas de usuario y campañas de publicidad casi rudimentarias y un pequeño fracaso.

La empresa que hay detrás, Plakks, empezó su rodaje hace algo de año y medio con un juego muy similar pero que emulaba el fútbol. La idea era hacer un juego parecido a otro descubierto gracias a un vídeo de una red social, aplicar las reglas del fútbol y hacerlo más portable. Decidieron comprar el material y fabricar sus primeras unidades para pasarlas a los amigos ya la familia y ver si gustaba. El resultado: un pequeño campo de fútbol de madera con 22 palos distribuidos a ambos lados (dos en las dos porterías) donde la pelota se impulsa con el dedo y el objetivo es que el contrincante pierda todos los palos, lo que ocurre cada vez que encaja un gol.

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“Gustó desde el principio. Nuestros amigos nos lo querían comprar. Encontramos a un manipulador de Barcelona para fabricar unas cuantas unidades más y poder promocionarlas en esplais de verano y torneos de fútbol”, explican ahora Haritz Múgica y Jordi Domínguez. El recibimiento también fue bueno, así que pidieron 300 unidades al mismo profesional y las vendieron todas ese mismo verano. "Allí fue cuando decidimos que si queríamos crear un negocio teníamos que dedicarnos a tiempo completo y dejarlo todo", recuerdan. En otoño del 2018 empezaban oficialmente a funcionar como empresa y poco después encajaban el primer gol: una campaña de crowdfunding que va quedaba lejos del objetivo deseado.

Un error, dicen, fue contratar a un fabricante de renombre que les obligó a pedir una cantidad demasiado grande al crowdfunding. Y otro, lanzarse al mundo de la financiación colectiva sin saber demasiado. “Encontramos a otro proveedor que nos redujo el coste por juego en un 40% y nos formamos una barbaridad en campañas de crowdfunding ”, indican. Cinco meses después recaudaban 14.500 euros para fabricar una nueva tongada de 1.000 juegos, esta vez más profesionalizada. Un 30% eran para las personas que le habían prereservado en Kickstarter; el resto, esperaban venderlos durante la campaña de Navidad.

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En realidad, el momento brillante que vive ahora la empresa se explica por el movimiento que decidieron hacer a continuación, mientras se fabricaban las nuevas unidades: contactar a través de Instagram con todos los futbolistas de Primera División de España y casi todos los equipos de Europa. "El objetivo era enviarles un juego a cambio que nos promocionaran por las redes sociales", explican. Respondieron 50 y la mitad hicieron la pertinente publicación. Entre ellos, Antoine Griezmann y Borja Iglesias, que provocaron que la prensa deportiva también hablara de ello. "Nos dio una visibilidad increíble", afirman. De hecho, justo antes de que empezara el confinamiento, se quedaron sin stock.

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El terreno estaba perfectamente preparado para la llegada de un nuevo juego: Pitch & Plakks, el mismo concepto pero en golf. Entre enero y febrero de este año lo estuvieron diseñando, en abril empezaron la precampaña para aplicar todo lo aprendido hasta el momento de las campañas de financiación colectiva (tener a gente interesada en comprar el juego antes de empezar oficialmente el crowdfunding para que inviertan rápido y en este caso Kickstarter entienda que la campaña funciona y le dé visibilidad) y el 9 de junio, la colgaban oficialmente. Querían 10.000 euros ya finales de julio la cerraban habiendo conseguido 145.000.

“Ha gustado tanto porque es un juego innovador, que no existía en el mercado, muy bien elaborado y que llama mucho la atención”, resumen Múgica y Domínguez.

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La otra prueba de su éxito es que ya dudan de si podrán cumplir uno de los objetivos fundacionales de la empresa: lanzar un juego nuevo por año. "De momento nos centraremos en sacar ampliaciones para los juegos que tenemos", confiesan felizmente desbordados.