El Jules Verne catalán que conquista el mundo con sus globos
Uno de cada seis globos que se fabrican en el mundo se elabora en la empresa igualadina Ultramagic
Después de leer Cinco semanas en globo, de Julio Verne, Josep Maria Lladó quería ponerse en la piel del doctor Samuel Fergusson. Corría el año 1979 y Lladó ya había hecho varias travesías en coche y moto por África, pero nunca en globo. Organizó con otros dos amigos una expedición de cinco semanas para seguir el recorrido de Fergusson, desde Tanzania hasta Zaire.
El globo lo diseñaron y fabricaron ellos mismos -Lladó es ingeniero aeronáutico, y sus dos acompañantes, mecánico e informático- y lo que debía ser una aventura de poco más de un mes se convirtió en casi un año y 40 vuelos. "El Tramuntana era el segundo globo que tenía, el primero lo había comprado de segunda mano en Inglaterra por unas 200.000 pesetas [1.200 euros] y es con lo que aprendí a volar", recuerda.
Recuperados de la aventura, en 1983 Lladó, los dos compañeros de expedición y su hermano decidieron crear en Igualada -donde vivían- una empresa de ultraligeros, y le pusieron el nombre de Ultramagic. “A pesar de no ser especialistas diseñamos un porqué empezaban a estar de moda”, explica. El negocio inicial duró un año: su aventura por África había corrido de boca en boca y en poco tiempo recibieron la petición de un deportista de Asturias para que le hicieran un globo. “Dejamos en seco a los ultraligeros y nos pasamos a los globos. El paso era lógico”, reconoce.
Año tras año los encargos se fueron multiplicando, hasta el punto de que, actualmente, uno de cada seis globos que se fabrican en el mundo sale de las instalaciones de Ultramagic. La crecida les obligó en 1992 a trasladar la compañía del centro de Igualada a unas nuevas instalaciones, situadas en el aeródromo de la ciudad. "Teníamos que probar los globos y los quemadores, y el lugar donde estábamos no era el mejor", afirma uno de los responsables de la empresa.
El año pasado lo cerraron con 115 globos fabricados y como líderes a nivel mundial en el subsector de los globos destinados a pasajeros, que si por algo se caracterizan es por su tamaño: los mayores tienen capacidad para hasta 28 personas. El 90% de su producción es para exportar, tienen presencia en más de 60 países, y entre sus principales clientes se encuentran Francia, Inglaterra, Alemania, Suiza, Egipto o Turquía, donde un 60% del centenar de globos que vuelan a diario en la zona de Capadocia son suyos. China es el mercado que se les resiste más, pero ya han agujereado con los globos de gama más alta.
Fabrican una treintena de modelos, todos manualmente y todos bajo demanda. Hay competición, para hacer publicidad de empresas o los mencionados de pasajeros, entre otros. Los más económicos cuestan unos 15.000 euros y los más caros pueden alcanzar los 100.000. Para hacer uno se necesitan unos 2.500 metros de nylon con resina de poliuretano, que compran mayoritariamente en Suiza, Inglaterra y Francia, mientras que la cesta la hacen con una variedad de junco.
Actualmente la empresa ya factura 5 millones de euros y tiene más de 40 trabajadores. Aparte de ser líder en fabricación, en 1993 también se convirtió en la primera empresa que inauguraba una división de hinchables de aire frío. “Por cada hora de vuelo el globo consume de media 30 kilogramos de propano”, explica Lladó, que ha logrado convertir su vida en una suma de aventuras: “Ahora estoy en Suiza probando un globo con el campeón de Europa y la semana que viene estaré en Tailandia”.