Ni lujoso ni exclusivo: Louis Vuitton era analfabeto, hacía baúles y tenía padres molineros
Los orígenes de la empresa del hombre más rico de Europa se remontan a mediados del siglo XIX
BarcelonaEn cada rincón del Port Vell. En banderolas y tótems en toda la ciudad. En televisión. En los envases de algunos productos del supermercado. En pantallas gigantes que los comerciantes instalan para invitar a la ciudadanía a seguir la Copa América. En muestras y ferias comerciales organizadasex profesopara la competición. Desde hace unos meses, andar por Barcelona es leer el nombre de Louis Vuitton cada dos pasos. La marca de lujo es la principal patrocinadora de la competición de vela más importante del mundo, que ha atracado en la capital catalana y que permanecerá hasta octubre. Casi en todas partes donde se encuentra el logotipo de la competición, aparece también el de la exclusiva marca al lado. Lo ha conseguido después de desembolsar unos 20 millones de euros, según varios medios. ¿Pero quién era Louis que dio nombre y apellido al imperio más conocido por los amantes de la exclusividad?
No era de gustos refinados ni quisquilloso. Nació el 4 de agosto de 1821, en Anchay, una pequeña localidad francesa junto a la frontera con Suiza. Sus padres eran molineros. En 1837, cuando cumplió 16 años, se fue a buscar trabajo a París. Fue andando, deteniéndose de pueblo en pueblo. Tardó dos años en llegar. Entonces nadie sospechaba que sería la persona que sentaría las bases de una de las firmas selectas de moda más famosas del planeta durante más de un siglo. De hecho, en ese momento, el muchacho que corría por las calles de la capital francesa ni siquiera sabía leer ni escribir. No aprendió hasta cuatro años después. Al poco tiempo, ya ganaba un sueldo en el taller de Romain Maréchal, un artesano que fabricaba los baúles para transportar los vestidos y los objetos más preciados de la alta sociedad de la época. No eran cofres lujosos: eran de madera y, en algunos casos, iban recubiertos de tela para protegerlos mejor de las inclemencias meteorológicas. Allí empezó a realizar los primeros contactos con las primeras fortunas del país. Los supo aprovechar.
El gran salto
Después de diecisiete años aprendiendo el oficio con su maestro, decidió probar suerte por su cuenta. Lo que en un principio podía parecer un salto al vacío se convirtió en un salto apoteósico hacia una piscina llena de billetes. Su traza como artesano y la fama que se había forjado con Maréchal llenaron rápidamente su primer taller de aristócratas. En 1859 inauguró un nuevo taller en Asnières, en el noreste del centro de París, con 20 empleados. En 1900 ya trabajaban 100. Tras catorce años, la plantilla ya se había duplicado, hasta las 225 personas. En el taller se construyó la residencia de Louis Vuitton y, todavía hoy, es uno de los centros de producción de sus productos.
El toque que acabó de marcar la diferencia entre las creaciones de Vuitton y las de la competencia llegó en 1886. Ese año, él y su hijo Georges patentaron un sistema de cierre único que ni el ilusionista Harry Houdini va poder abrir. Hoy todavía se utiliza. Cuando, en 1892, murió, su hijo tomó las riendas del negocio con el objetivo de convertirlo en una empresa multinacional. En 1913, la compañía, que ya fabricaba todo tipo de artículos de viaje, abrió una flamante tienda en los Camps Elisis de París. ElboomSin embargo, no le llegó hasta la década de 1930, cuando estrenó los bolsos Keepall, más flexibles que el resto, y el nieto del fundador cogió el control del negocio.
"En ese momento, el mundo estaba inmerso en un contexto económico difícil debido a la Gran Depresión, una crisis que afectó gravemente al poder adquisitivo global, aunque las élites siguieron demandando artículos de lujo para mantener su estatus", contextualiza Susana Domingo, profesora de la UPF Barcelona School of Management. Desde entonces, la compañía ha sabido navegar con pericia en el mar de la exclusividad. "La marca siempre ha sabido adaptarse a las necesidades del mercado, preservar la imagen de lujo, innovar con sistemas de seguridad y evitando realizar rebajas para hacer valer que su producto tiene un precio", recoge la experta.
"Es un producto que pasa de generación en generación, por su calidad y valor", resume. En 1983 se convirtió, por primera vez, en patrocinador de la Copa América y se abrió en el mercado asiático. Hoy la marca cuenta con más de 445 tiendas repartidas en 62 países, está valorada en cerca de 500.000 millones de dólares y forma parte del holding LVMH, la empresa que surgió de la fusión de Louis Vuitton con Moët Hennessy y que hoy controla marcas como Tiffany & Co. o Christian Dior. No es casualidad que el máximo propietario del conglomerado, Bernard Arnault, sea el primer multimillonario de Europa y lleve años instalado en el top 5 de los hombres más ricos del mundo.
- 1821<p>Nace Louis Vuitton, en un pueblecito francés junto a Suiza</p>
- 1837<p>Marcha a París a aprender el oficio de artesano en un taller de baúles</p>
- 1859<p>Inaugura su propio taller, con una veintena de trabajadores</p>
- 1886<p>Él y su hijo idean un sistema de cierre único, que revoluciona sus modelos</p>
- 1930<p>La compañía es ya una multinacional y presenta su modelo más famoso: el Keepall</p>
- 1983<p>Patrocina por primera vez la Copa América, y lo hará durante 30 años</p>
- 2024<p>La marca tiene 445 tiendas repartidas en 62 países y es una de las más valoradas de Europa</p>