De toda la vida

La madre de todas las tiendas es tarraconense

La Antiga Casa Corderet, en la Part Alta, sigue vendiendo velas después de al menos 273 años

TarragonaLos guías turísticos de Tarragona suelen hacer una parada frente a la Antiga Cereria Corderet, en la calle Merceria. Está junto a la Catedral, entrar es gratuito, y es tan fascinante que una frase es suficiente para dejar a todos los visitantes con la boca abierta: "Esta es la tienda más antigua de Cataluña y una de las 15 más antiguas de Europa". Oficialmente, es de 1751, tal y como muestra un cartel del interior; pero hay unos números marcados en la pared que apuntan a que la fábrica que dio lugar a la tienda era anterior, de 1631, lo que la convertiría en una de las tres más antiguas de Europa y en la única que sigue abierta. La cerería Antiga Casa Corderet es toda una institución y Xavier Pagès, el dueño desde el 2002, la gestiona como tal. Tanto el escaparate como el mobiliario barroco del interior se han mantenido a lo largo de los años y el resultado es un museo en forma de tienda. "Somos conscientes de que somos el eslabón de una cadena de una institución de más de 400 años", explica Pagès orgulloso.

Además de los turistas, esta cerería también gusta mucho a las iglesias, ya que encuentran cirios que solo se hacen aquí: "Sirvo a todas las confesiones: judíos, protestantes, ortodoxos, budistas...", explica Pagès. Una de las partes de su trabajo que más le gusta es lo que llama "investigación de producto", que consiste en buscar simbología en libros antiguos, en otras ciudades o en documentos, para después decorar las velas. Así es como ha logrado abrirse al mercado de las demás religiones.

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"Bienaventurado problema de salud"

Xavier Pagès trabajaba de maquillador y lo hacía bajo mucha presión. Hasta que "un bienvenido problema de salud" le obligó a dejar su trabajo. La antigua cerería estaba en venta y la compró. Su traza con las manos, que antes decoraban modelos justo antes de salir a la pasarela, ahora decoran velas. Tiene un taller en casa y también en la trastienda, llena de libros de arte. "El Ciri Pasqual siempre lleva una cruz, una omega y el año", explica mientras describe todo lo que se ve en la tienda. Y lo que no se ve. "A ver si encuentras una puerta", pregunta. Pero no hay forma. Y en una pared, que parece una estantería más, se esconde una pequeña habitación que, según explica, "sirvió de refugio para algunos tarraconenses durante la guerra de Napoleón". El ingenio fue obra del segundo dueño de la tienda, el "segundo Corderet", como dice Pagès. Pero después la cerería, que antiguamente era la fábrica en la que se hacían las velas, fue cambiando de manos. De hecho, a pesar de la larga historia que hay detrás de este establecimiento, nunca ha habido más de tres generaciones de la misma familia que hayan mantenido el negocio. Y así seguirá porque Xavier, de 61 años, no tiene hijos.

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Consciente de que gestionar este negocio es mucho más que ser un tendero, Pagès procura tener mucho cuidado de cada cosa y apuesta por comprar el máximo de productos de proximidad. La cera con la que se realizan las velas es de las abejas de la Riera de Gaià y el resto de materiales necesarios se adquieren, principalmente, en la misma Parte Alta de Tarragona.

El negocio no da muchos beneficios, pero se mantiene gracias a un público fiel y al poder que tienen las personas cuando están convencidas de estar haciendo el trabajo que deben realizar. "Este es mi legado en la ciudad", dice con orgullo. Sin embargo, también lamenta que un negocio como este, que ha recibido dos premios nacionales de Catalunya, "no tenga ninguna ayuda pública". "En Europa esta tienda estaría blindada y exenta de IBI", se queja.

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Estos días, aparte de los turistas que no gastan y de algunos compradores ocasionales, no hay mucho movimiento. Pero ya se acerca Nadal, que es una de las épocas de mayor actividad en esta tienda, con el permiso, eso sí, de la Semana Santa, que es cuando no se da abasto.

Otra posibilidad que ofrece la cerería son una especie de visitas guiadas. El establecimiento se cierra al público y Pagès explica a los visitantes la historia de este museo vivo y cómo se confeccionan las velas. Dentro de la tienda, con la fragancia de la cera, también les relata que "a veces hay un bolígrafo que cambia de sitio u objetos que de repente aparecen en el escaparate". "Aquí siempre tienes la sensación de que alguien te está mirando", dice.