De toda la vida

No digas satisfyer, di microsuccionador

El primer 'sex shop' de España nació en el Raval y resiste en pleno Eixample barcelonés

BarcelonaEl 8 de marzo de 1978 la revista Interviú publicaba que había abierto en Barcelona el primero sex shop del estado español. Ocho de marzo, sí, Día de la Mujer Trabajadora, instaurado sólo tres años antes. El local se llamaba Kitsch y estaba en el número 5 de la calle Robador. "Ya temíamos que habría problemas", recuerda Adeline Aranega, alma del negocio desde su fundación, cuando ella sólo tenía 21 años. Y, en efecto, al cabo de tres meses, le cerraron por lo que se llamaba peligrosidad social y que respondía a prejuicios, mentes cerradas y la más profunda vivencia retrógrada de la sexualidad. No fue hasta 1982 cuando el negocio pudo acogerse al epígrafe fiscal de sex shop e se inició una cierta normalización y normalidad.

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"El primero sex shop del Estado", caramba, ¿qué responsabilidad, ¿no? Impresiona un poco pensarlo. "Fuimos a los quioscos de la Rambla a comprar cuatro revistas y junto a cuatro condones. No pienses que teníamos gran cosa más, ¿eh?", recuerda Adeline. Ya tenía algo de experiencia: con un socio habían abierto dos años antes un establecimiento de erotismo en Perpiñán. Allí, en plena fiebre por El último tango en París, ella ya hablaba español y podía atender a los clientes que venían en autobús atraídos por el escándalo de los filmes subidos de tono. "¡Teníamos cola en la calle para entrar!". Se ganaron bien la vida y, junto a su socio y pareja, decidieron viajar a Barcelona, ​​una ciudad en ebullición que se estaba abriendo, que respiraba un poco después de cuarenta años de oscuridad. Primero en la calle Robador y después en la calle de Sant Pau, número 20, local que cerró tras el incendio del Liceu: "Nuestra clientela esencial eran los clientes del Liceu", ¡sorprendente revelación!

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Y, desde 1989, el local de la calle Muntaner es un clásico del Eixample y de la ciudad. A Adeline le gusta mucho recordar un conocimiento decisivo para ella y para el negocio. La sexóloga Montserrat Calvo Artés, que le hizo de mentora y maestra en el aprendizaje de los vínculos entre la sexualidad y la salud, una conexión fundamental para entender y comprender las necesidades de la clientela de su negocio. Un ejemplo clarificador: Adeline no puede contar las veces que se ha desplazado a clínicas especializadas en tratamientos sexológicos para presentar sus productos y así hacerlos llegar a pacientes con necesidades terapéuticas. "Mucha gente entra en la tienda a explicarme que tiene un problema y, depende de cuál sea, yo los envío al sexólogo, al urólogo o al fisioterapeuta experto en suelo pélvico. «Pero, así pues, no me recomiendas nada ?», me dicen. «Sí, que primero vayas al médico»". "Las disfunciones eréctiles también deben derivarse al especialista, claro". Y un lema por delante de todo: ayudar, nunca juzgar.

La variedad de productos que se pueden comprar en Kitsch es inmensa. Desde todo tipo de lencería, pasando por juguetes eróticos variados, indumentaria sexual, lubricantes, anticonceptivos y estimuladores. La pandemia afectó mucho al mercado, porque la venta online es hoy una realidad contra la que no se puede competir. El comercio está dividido en dos espacios. La tienda la lleva Adeline y el videoclub, su pareja. Esta división es lo que ha permitido incidir en uno de los crecientes intereses del Adeline: el enfoque al público femenino. Antes, cuando el audiovisual convivía con el resto de productos, era fácil que los clientes incomodaran visual o verbalmente a las clientas. "Enseguida quise frenarlo. En mi casa ninguna mujer debe sentirse cosificada ni debe sufrir miradas inquisitivas". El audiovisual, precisamente, también ha generado conflictos por comparación: "Es que me veo muy fea", argumentaban clientes cohibidas por no poder tener relaciones sexuales con normalidad por culpa de referentes estéticos demasiado "perfectos". "La ayuda psicológica, en este sentido, puede ser muy útil", explica Adeline.

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El vibrador, la estrella indiscutida

En Kitsch no se propone ningún espectáculo ni hay nada que se parezca a ninguna habitación oscura. "Aquí sólo nos interesa el trato directo, amable, cálido y eficaz con el público, ofreciendo un servicio impecable". No existe un solo perfil de cliente. A grandes rasgos, está lo que viene por necesidad, lo que viene por placer y lo curioso. ¿Y un producto estrella? "El vibrador nunca dejará de venderse", relata la propietaria. Y está el boom de los microsuccionadores de clítoris: "Nunca les digo satisfyer ¡porque es una marca!". "Piensa que hasta 1998 no se supo cómo era exactamente el clítoris y que la anorgasmia femenina viene de muy lejos". La demanda de estos aparatos subió mucho en el 2017 y la Navidad del 2019 "no debió quedar ninguna mujer en España sin microsuccionador", dice bromeando. Pero cuidado, alerta: ahora se está empezando a ver que puede provocar orgasmos precoces en las mujeres y la eyaculación precoz ha dejado de ser una problemática exclusivamente masculina. .