Periscopio global

El servicio postal británico termina en manos del dueño de Caprabo

El multimillonario checo Daniel Křetínský, accionista del West Ham y magnate de la energía, controlaba ya la mayoría de las acciones de una compañía histórica del Reino Unido

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Buzones del Royal Mail, en una plaza del noreste de Londres.

Londres¿Está en venta el Reino Unido? ¿Y más antes del Brexit que ahora, una vez que el país ya no forma parte de la Unión Europea? ¿Es la Premier League el ejemplo de que todo se puede comprar y vender, con 15 de los 20 clubs que han disputado la temporada siendo propiedad mayoritaria de nacionales no británicos?

El 12 de septiembre de 2013, la portada del tabloide ultra Daily Express alertaba a los ciudadanos de las islas de que una de las joyas de la corona –al menos simbólica–, el Royal Mail, el servicio de entrega de cartas y paquetes –no es lo mismo que la Post Office, las estafetas, que pertenecen a otra compañía– podía caer en manos extranjeras por culpa de una de las muchas leyes aprobadas en Bruselas, desde el punto de vista británico, sólo por hacerles la coz.

Entonces, once años atrás, Reino Unido aún formaba parte de la UE y el divorcio con el continente era poco más que el sueño de unos radicales y una amenaza lejana en el tiempo. Lo había invocado a principios de ese mismo año el entonces premier, David Cameron –ahora ministro de Exteriores de Rishi Sunak–, prometiendo un referéndum sobre la pertenencia al club comunitario si su gobierno ganaba las siguientes elecciones generales. Los tories triunfaron en los comicios del 2015, Cameron convocó al plebiscito para el 23 de junio del 2016 creyendo que le ganaría, pero lo perdió y el resto ya es historia, incluida la su dimisión justo al día siguiente.

Daniel Křetínský en una imagen de un encuentro empresarial en Francia, en el 2019.

La semana pasada, el mencionado titular del Daily Express volvió a cobrar sentido a raíz de nuevas informaciones, en este caso publicadas por el Financial Times, The Times y The Guardian. Un relativamente conocido hombre de negocios de la sociedad británica, el multimillonario checo Daniel Křetínský, había llegado a un acuerdo para comprar el Royal Mail, un servicio que, en teoría, tiene más de 500 años de historia. Actualmente, la propiedad está en manos del grupo International Distributions Services (IDS). Tiene una rama de distribución de paquetería, Parcelforce Worldwide, sólo para las islas, y un operador internacional, igualmente de paquetería, General Logistics Services (GLS).

La oferta de Křetínsky valora a la empresa en 3.570 millones de libras –5.700 si se incluye la deuda acumulada–, a pesar de las dificultades estructurales de un modelo de negocio amenazado por Amazon y otros operadores, y que va tener pérdidas, entre 2021 y 2022, de más de 500 millones, pero que recuperó unos mínimos beneficios el pasado año gracias a la mejora de resultados de la rama internacional, GLS.

El magnate cheque es un bien conocido en los círculos económicos catalanes, dado que en la primavera del 2021 compró a Eroski el 50% de Caprabo.

Empresa estratégica

La intención de Křetínsky de comprar el Royal Mail no ha extrañado a nadie. El empresario ya es propietario del 27,5% de las acciones de IDS, la proporción mayoritaria y que adquirió en 2022, cuando el gobierno británico se lo autorizó, pasando del 22% a dicho 27, 5%. Cuando una empresa privada considerada estratégica supera o puede superar una cuarta parte del accionariado en manos extranjeras, y el Royal Mail tiene tal consideración, el gobierno debe dar el visto bueno a cualquier operación.

La oferta actual debe superar todavía dos barreras, poco más que trámites formales. En septiembre, una vez celebrado las elecciones generales del 4 de julio, los accionistas de IDS decidirán si aceptan o no la venta. La junta directiva le ha dado el visto bueno y no hay dudas de que los accionistas la aceptarán. También que el gobierno, conservador o laborista, que salga de las urnas, aprobará la decisión que tomen. Křetínsky se comprometió a mantener el nombre, la sede del Reino Unido y los planes de pensiones para los trabajadores. En principio. Y también a no realizar despidos al menos hasta el 2025, y si conviene, hacerlos de forma pactada.

El magnate checo tiene una mansión en el norte de Londres. La compró a principios de la década actual por unos 65 millones de libras. Su pareja es la saltadora olímpica Anna Kellnerová, hija del multimillonario checo Petr Kellner, que falleció en un accidente de helicóptero a principios de este año, y que en ese momento era el hombre más rico del país, con una fortuna personal de unos 17.500 millones de dólares. Křetínský posee ya el 3,05% de las acciones de J Sainsbury's, cadena de supermercados del Reino Unido, y es copropietario y presidente de la Sparta de Praga, y también tiene casi el 30% de acciones del West Ham United, equipo de la Premier League.

Ahora tiene 48 años, y empezó su vida profesional como abogado. Ha construido un imperio que cubre infraestructuras energéticas, importante gas ruso en Europa central; centrales eléctricas de carbón e incluso tiene intereses en medios de comunicación, sobre todo en su país. Pero había llegado a controlar el 49% de las acciones de Le Monde. A través de su brazo inversor, el grupo Vesa Equity Investment Sarl, es, entre otros negocios, el máximo accionista de la compañía Foot Locker y también controla al grupo de supermercados Casino, de Francia.

En manos extranjeras o no, el reto del nuevo Royal Mail será seguir cumpliendo con las condiciones del gobierno británico: el servicio universal, es decir, reparto de correo seis días a la semana y cinco para los paquetes. En una época en la que el volumen de cartas se ha reducido enormemente –se repartieron 20.000 millones en el 2003; sólo 7.000 en el 2023–, y con una plantilla de 152.000 trabajadores, Křetínský hace frente ahora un nuevo reto en una empresa que se privatizó en el 2013.

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