El secreto del granizado de 15 gustos
Granizados Maresme se ha hecho un sitio apostando por una estructura reducida y para cubrir los agujeros que dejaba vacíos la competencia
Julio Aranda montaba el jueves una máquina de hacer granizados en un ferry de Baleària en Valencia. Es el primero de sus aparatos que instala en un barco. Este economista lleva desde 1995 en el negocio de los refrescos helados, aunque no se decidió, junto a su socio José Manuel González, a montar su actual empresa hasta seis años después, cuando consideraron que el mercado estaba suficientemente testado . Hoy Granizados Maresme es una de las empresas referentes de su sector, después de que se haya hecho un nombre llenando los agujeros que dejaba vacíos la competencia hasta que se convirtió en un rival.
El año pasado facturaron 1,2 millones de euros y este año preveían alcanzar los 1,5 millonespero sus estimaciones se las ha llevado el tiempo: las bajas temperaturas y las lluvias que han afectado a los fabricantes de cerveza y los de refrescos también han dejado tocadas sus ventas. Aranda explicó hace pocas semanas a sus 17 trabajadores que con suerte cerrarían el actual ejercicio con la misma cifra de ventas que el pasado año. Sin embargo, están contentos de la marcha del negocio.
Las diez máquinas que compraron para empezar a tomar el pulso al mercado se han convertido en casi un millar. Empezaron en una residencia de ancianos, una estación de Renfe y un cuartel de la Guardia Civil -allá donde no quería ir nadie porque no veían negocio suficiente- y hoy copan los principales puntos turísticos de la Costa Daurada y la Costa Brava, tienen una presencia importante en Almería y Galicia e incluso están haciendo un tímido desembarco en Portugal y Francia. Su gama de productos multigusto les ha abierto el camino del éxito, que ahora intentan completar con productos naturales y con granizados sin azúcar, una de las novedades de esta temporada, en la que Granizados Maresme ha llegado a la mayoría de edad. Aquel geriátrico en el que empezaron les señaló cuál sería su granizado bestseller : el de fresa. El de limón, un clásico, lleva cuatro temporadas dejando de ser el más vendido. La explicación del cambio se explica, en parte, porque el negocio de la compañía se basa en depósitos de granizado neutro, al que se le añade la emulsión una vez se sirve al vaso. Esta opción permite a los establecimientos tener una gama de hasta 15 gustos distintos y el cliente tiene un gran abanico de elecciones.
“La maquinaria se debe comprar y después alquilarla al cliente, y en este sector, que es muy estacional y en el que hay entre cinco y seis meses de explotación real, la estacionalidad es convierte en una barrera de entrada”, explica Aranda. La solución que adoptó la compañía fue que todo el mundo, más o menos, pudiera hacer de todo: los mismos que pueden repartir máquinas en verano las desmontan en invierno y realizan la puesta a punto para la siguiente campaña. Quien lleva la recepción puede realizar a la vez tareas de facturación. O el director comercial, el propio Aranda, puede estar el miércoles en Madrid haciendo visitas comerciales y el jueves en Dénia montando las máquinas en un barco con el que acaban de firmar un contrato.
La gestión de las máquinas es imprescindible en este negocio. Sobre todo cuando la empresa no fabrica el producto que acaba poniéndose en el granizado final que toman los consumidores. Esta labor, por el momento, está en manos de empresas especializadas. Los gustos de los concentrados con los que trabaja Granizados Maresme los diseña la compañía, pero su fabricación queda en manos de compañías de aromas especializados que acaban de fabricarles. "Para nuestro negocio, buena parte del éxito es trabajar con un buen aromatista que sepa facilitarte la emulsión para realizar el producto que tienes pensado", dice Aranda.
Resolver este gap en la cadena de negocio es la última etapa que pretende resolver la compañía. Recientemente adquirió una nueva nave en Pineda de Mar en la que ha invertido 700.000 euros. Está en trámites de realizar las mezclas de producto. "Lo que queremos no es tanto conseguir ahorros como controlar toda la cadena de producción para evitar problemas en verano o garantizar una solución rápida", dice el cofundador de la compañía, quien explica que justamente estos días han recibido una emulsión de mojito que deberá ser reprocesada para que el color es demasiado intenso para ser servida a los clientes. “Un problema que en abril no sería nada, en plena campaña es un grave quebradero de cabeza; todo se magnifica”, dice.