Más de 5.000 prototipos: el precio de Dyson para crear la aspiradora sin bolsa
Ahora la compañía es una multinacional con sede en Singapur y más de 14.000 trabajadores en todo el mundo
La aspiradora hace un ruido raro. Aspira poco. James Dyson se detiene en medio del comedor, lo apaga y se agacha. Abre la tapa, saca la bolsa, la recoloca y lo vuelve a probar. Nada: el polvo se ha acumulado en el interior del tejido de la bolsa y lo ha obturado por completo. Dyson rumia. Estamos a finales de los años setenta. Dyson vive en Bath, en el suroeste de Inglaterra, y es diseñador industrial. Desde hace unos años, trabaja desarrollando todo tipo de productos, como Ballbarrow, una carretilla con una rueda esférica, pensada para mejorar la estabilidad en obras y jardines. Se lleva la aspiradora al taller y la desmonta entera: busca el origen del problema. Si la succión desaparece es porque algo, en algún punto del trayecto, lo estrangula.
Mientras observa el recorrido del aire, le viene a la cabeza un ciclón industrial que había visto funcionar en una fábrica. Era un sistema que separaba el polvo del aire haciéndolo girar a gran velocidad, sin filtros. Le nace una pregunta: ¿ese mismo principio se podría albergar en una aspiradora doméstica? De la respuesta salió el producto que le convirtió en multimillonario: la primera aspiradora sin bolsa del mercado con tecnología ciclónica.
Hoy, Dyson es una multinacional tecnológica con sede en Singapur, presente en más de 65 países y con más de 14.000 trabajadores en todo el mundo. La empresa diseña y fabrica aspiradoras, purificadores de aire, secadores de manos, ventiladores sin aspas, sistemas de climatización y productos para el cuidado personal, y concentra buena parte de su músculo en la investigación y el desarrollo: miles de ingenieros trabajan en campos como la dinámica de fluidos, la robótica, la acústica o la . Pero el salto entre ese taller improvisado y una multinacional global no fue ni inmediato ni lineal. En medio hay años de pruebas fallidas, rechazo industrial y decisiones arriesgadas que explican cómo una idea doméstica acabó convirtiéndose en un imperio tecnológico.
La locura de los prototipos
Con la obsesión por hacer funcionar la aspiradora, Dyson se encerró en el taller. Desmontaba la aspiradora, ajustaba un elemento, volvía a montarla y observaba lo que pasaba. Cambiaba el ángulo de un cono, el diámetro de un tubo, la velocidad del aire. A veces el polvo se depositaba donde no tocaba; otros, el sistema perdía estabilidad. Cada prueba descartaba una solución y dejaba entrever otra. A lo largo de cinco años construyó 5.127 prototipos, hasta llegar a un modelo capaz de separar el polvo del aire sin perder succión.
Con el prototipo bajo el brazo, llamó a la puerta de los grandes fabricantes de aspiradoras del Reino Unido y Estados Unidos. Cuando les mostraba que la máquina no necesitaba bolsa y mantenía el rendimiento con el paso del tiempo, todo el mundo le cerraba la puerta. El problema no era que el invento no funcionara, sino que funcionaba demasiado bien: eliminaba un negocio paralelo inmenso, el de las bolsas de repuesto.
Durante años, Dyson quedó atrapado en ese bloqueo. Tenía una tecnología viable, pero no encontraba a nadie dispuesto a producirla. Sin embargo, a mediados de los años ochenta, una empresa japonesa aceptó licenciar su sistema ciclónico. Ese acuerdo dio lugar a la G-Force, una aspiradora que se vendió en Japón como un producto de alta tecnología, casi de lujo. Costaba unos 2.000 dólares, ganó un premio internacional de diseño y sobre todo demostró que el concepto tenía mercado. Con los ingresos de esa licencia, Dyson dio el paso que siempre había soñado: en 1991 fundó su propia empresa. Dos años más tarde, el primer aspirador bajo la marca Dyson aterrizó en el mercado.
El primer modelo de Dyson tenía una idea clave detrás: era una aspiradora sin bolso que no perdía succión con su uso. El diseño era rompedor. Tenía un depósito transparente y no hacían falta repuestos. También lo era el relato comercial: no prometía mayor potencia, sino menos gasto. En 1995 ya se había convertido en la aspiradora más vendida del Reino Unido y forzó a toda la industria a reaccionar. Desde ese primer éxito, Dyson creció y se diversificó aplicando siempre la misma lógica: detectar un punto débil y eliminarlo. Amplió el catálogo con secadores de manos, ventiladores y productos de cuidado personal, deslocalizó la producción y trasladó su sede a Singapur.
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1978
James Dyson detecta la pérdida de succión de su aspiradora y comienza a experimentar con el principio del ciclón industrial.
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1984
Dyson ha construido 5.127 prototipos para obtener una aspiradora ciclónica funcional.
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1986
La empresa japonesa Apex lanza la G-Force, la primera aspiradora ciclónica basada en el diseño de Dyson, que se convierte en un producto de lujo en Japón.
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1991
James Dyson funda Dyson Appliances Limited, el embrión de la actual multinacional.
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1993
Llega al mercado la primera aspiradora bajo la marca Dyson.
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1995
Dyson se convierte en la marca de aspiradoras más vendida del Reino Unido en menos de dos años.
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2019
Dyson traslada su sede corporativa del Reino Unido a Singapur.