La infeliz crisis de la deuda de Finlandia
El estado del bienestar del país nórdico se ve presionado por los recortes para frenar la deuda mientras aumentan la pobreza y el paro
CopenhagueFinlandia sigue siendo el país más feliz del mundo según elInforme mundial de la felicidad, pese a que su economía está luchando contra el estancamiento, el nivel de paro es ya el segundo más elevado de la UE (solo por debajo de España), y los desequilibrios en las cuentas públicas están provocando grandes recortes en su preciado sistema de estado del bienestar. No hace tantos años, el país nórdico era un ejemplo de los llamados países frugales y uno de los socios de la UE con mayor disciplina fiscal. Ahora las cosas han cambiado, y la deuda pública del país se prevé que alcanzará el 90% en el próximo año, casi un 50% mayor que en 2019. El déficit público también ha subido este año hasta el 4,5% del PIB, una cifra más elevada del 3% del PIB que se tolera desde Bruselas.
Por todo ello, la Comisión Europea finalmente ha decidido dar un toque de atención al gobierno de Helsinki y ha añadido formalmente a Finlandia en el procedimiento de déficit excesivo de la UE. Este paso implica que si Finlandia no logra reducir por debajo del 3% la deuda pública antes del 2028, desde Bruselas se aplicarán sanciones financieras con multas elevadas, se suspenderán los fondos europeos y se hará una supervisión fiscal mucho más estricta.
El bajón económico del país no es nuevo y ya empezó hace una década. El inicio fue la crisis financiera de 2008-2009 y la caída del gigante de la telefonía móvil Nokia, que representaba el motor de crecimiento que impulsaba la economía y las exportaciones. Más tarde, llegó la crisis de la Covid-19, y desde entonces su economía no crece, el paro aumenta y las finanzas públicas cada vez tienen más números rojos. A estos desafíos hay que añadir que los costes de mantener el sistema del estado del bienestar son cada vez más elevados por su población envejecida, lo que aumenta el gasto público año tras año. Otro factor también fueron las sanciones impuestas a Rusia por su ataque a Ucrania, que afectaron al turismo, las exportaciones y los vínculos energéticos entre el país nórdico y Moscú.
Antes de la invasión rusa, el comercio bilateral entre Rusia y Finlandia representaba el 4,3% de la economía del país nórdico, y sobre todo tenía un peso importante en las regiones fronterizas del este del país. Con la guerra, este comercio decayó cerca del 80%, según analiza el Banco de Finlandia. Además, las empresas finlandesas también se han visto expuestas en el corte del suministro energético que venía desde Rusia, que representaba un tercio del total del consumo energético del país.
Recortes, menos en defensa
En ese contexto, el gobierno finlandés, liderado por una coalición de partidos conservadores con la extrema derecha, considera que la reducción del gasto público es una prioridad absoluta de su ejecutivo, por lo que está aplicando un programa para reducir 9.000 millones de euros del presupuesto anual en los próximos ocho años. A consecuencia de ello, el Instituto Finlandés de Salud y Bienestar alertaba del impacto social de los planes de austeridad, y avisaba de que derribarán a 110.000 personas bajo el umbral de pobreza, entre ellas 27.000 niños.
Sin embargo, no hay perspectivas en el horizonte que indiquen que la deuda pública tenga que disminuir en los próximos años, según informaba el Fondo Monetario Internacional, lo que ha provocado la primera recalificación de la deuda de Finlandia en los últimos diez años por la agencia Fitch Ratings. Según la Comisión Europea, en el próximo año la economía del país continuará casi estancada, con un crecimiento del 0,1%, por lo que no se prevé que el estado aumente sus ingresos, más allá de aumentar los impuestos, para ayudar a reducir la deuda pública. Con este panorama económico y las restricciones presupuestarias impuestas, resulta aún más polémico el incremento disparado de la partida en defensa desde que el país ha pasado a ser un nuevo miembro de la OTAN. El gasto ha pasado de los 5.100 millones de euros en el 2022 a más de 6.500 millones en el 2025, una cifra que representa en torno al 2,5% del PIB. Por si fuera poco, el ejecutivo finlandés se ha comprometido a elevar la inversión militar hasta el 3% del PIB en el 2029.
La deuda seguirá subiendo
Para hacer frente a los desafíos económicos, el Parlamento del país nórdico aprobó hace unas semanas uno de los presupuestos más restrictivos y estrictos de la UE y un nuevo mecanismo llamado "freno de la deuda", que compromete a todos los partidos políticos a llevar a cabo una reducción del déficit a largo plazo. Sin embargo, los expertos alertan de que harán falta otras medidas: "Me preocupa que esto genere un círculo vicioso que impida la consolidación económica", exponía Jussi Systa, investigador del think tank Kalevi Sorsa Foundation.
El experto señalaba que "el modelo de crecimiento finlandés se basaba en las exportaciones de un modelo industrial obsoleto que se fundamentaba en la industria papelera y la electrónica de consumo". El problema, según Systa, "es que el gobierno no ha sabido compensar la pérdida de ingresos" que significaron la caída de Nokia y el bajón del precio del papel (que ha caído un 70% por la digitalización). Por último, el experto apuntaba: "Necesitamos inversiones que impulsen una producción más compleja y medidas para fortalecer la demanda interna".