Silvia Osuna: "Estando en paro me di cuenta de que las cosas no son gratis y que, cuando las tienes, debes aprovecharlas"
La científica describe cómo logró uno de los proyectos que le ha cambiado la vida y su relación con el dinero
La investigadora Silvia Osuna se ha especializado en el diseño de enzimas en química computacional. Nacida en Castelló d'Empúries (Alt Empordà, 1983), con un padre dedicado al sector de la náutica y la madre en la administración pública, ha obtenido múltiples galardones por su "excelente trayectoria científica, su impacto y 'alto reconocimiento internacional', según el jurado del Premio Nacional de Investigación para Jóvenes en Ciencia y Tecnologías Químicas, la mayor distinción del Estado en investigación científica.
Osuna empezó su vida laboral con 16 años trabajando en verano en la oficina de turismo de su pueblo. Cuando llegó a la universidad no sabía qué elegir: "Estaba entre química o bellas artes", explica. "Pude hacer el trabajo de fin de grado en el Instituto de Química Computacional, algo que me gustó mucho", aclara la científica. Durante la tesis obtuvo una beca que le permitió ir a la Universidad de California, en Los Ángeles, y fue una de las mejores oportunidades laborales: "Al principio no tenía claro qué quería hacer y allí me encajaron todas las prendas, a mí me gustaba la química computacional y las proteínas".
Pero la beca era de tres años, dos en América y después tenía que volver: "Al terminar me quedé en paro –dice–. Paré y decidí dedicarme a lo otro que tenía pendiente, que era la pintura", apunta Osuna. De esta forma, estuvo unos meses entregada al arte mientras esperaba que se resolvieran todas las becas que había pedido. "Sé que es muy difícil, pero es lo que quiero. Por tanto, intentaré pedirlo todo", se dijo a sí misma.
Y así es como Osuna se adentró en el mundo de la ciencia. "Hay becas públicas y privadas, pero es muy difícil conseguir un puesto permanente. Normalmente, lo que ocurre es que vas de un contrato a otro y te quedan algunos meses colgados", explica la investigadora. Y sigue: "Siempre he vivido en el presente, sin preocuparme por el mañana, pero si eres una persona a la que esto le genera angustia no es ideal, porque no tienes ni idea de qué va a pasar en el futuro". Y, de hecho, detalla que quedarse en paro le ayudó: "Me di cuenta de que las cosas no son gratis y, por tanto, que cuando tienes algo tienes que aprovecharlo al máximo".
Le concedieron el proyecto que había presentado en el Consejo Europeo: "Este proyecto me ha cambiado la vida; aquí es donde ha empezado todo." Se trata de una ayuda de un millón y medio de euros que le dan al investigador que pasa todas las fases para que contrate a un grupo de investigación y lleve a cabo el proyecto en cinco años en el centro de investigación que considere. En este caso, la castellonina se ubicó en Gerona. "Toda la parte científica es una pasada, tienes un montón de dinero para hacer el proyecto que a ti te encanta. La parte negativa es que yo he estudiado química, pero a mí no me han enseñado ni gestión de personas, ni soy psicóloga, ni nada de eso", apunta.
De lo que se siente más orgullosa es que los resultados tengan aceptación en el mundo científico y otros investigadores los utilicen. Además, le han traído múltiples premios: "Que te valoren el trabajo es muy bueno, sobre todo en un mundo tan incierto y competitivo, y más aún después de la baja de maternidad, porque estás unos meses que te ves fuera", asegura. "Constantemente van saliendo artículos y cuesta estar al día. Por tanto, que se me haya reconocido el trabajo me ha dado mucha energía para continuar."
De hecho, la científica asegura que coordinar la maternidad con el proyecto es muy complicado: "Se asume que no vas a cogerte la baja y yo quería estar con mis hijos". En este sentido, explica que la asistencia a los congresos es la parte más difícil: "Los compañeros después de tener hijos podían ir a los congresos, pero yo tenía una recuperación física después del parto. [...] Además, que debía dar el pecho y pensaba «O me llevo a alguien que venga con el niño o no puedo venir»". Y sigue: "Además, los gastos asociados a que viniera una persona conmigo no se pueden cargar a un proyecto, me lo tenía que pagar yo de mi bolsillo", explica.
Gracias a este proyecto consiguió la posición en la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (Icrea): "Está muy bien porque no tienes que preocuparte por tu salario. Tienes que preocuparte de pedir proyectos, de pagar los sueldos de la gente de tu equipo y de tener recursos para investigar." Así pues, asegura que en estos momentos el futuro no le preocupa, ni tampoco la jubilación: "Me queda todavía muy lejos". De momento, está pagando la casa que se compró recientemente ya nivel laboral está centrada en el nuevo proyecto del European Research Council: "La gran aventura de ahora es que hemos montado un laboratorio y podemos probarlo".