De toda la vida

"La testosterona ha bajado muy en todo el mundo"

El herbolario Llobet de Travessera de Gràcia está abierto desde 1855

BarcelonaUn espectáculo. Sentarse durante una hora en uno de los viejos bancos de madera del herbolario Llobet de la Travessera de Gràcia, 159, es un espectáculo absoluto. No paran de entrar clientes, un goteo constante, no paras de aprender. Álvaro Palacios sabe todo sobre el poder medicinal de las plantas y muestra su erudición con total naturalidad. Te quedas hipnotizado. Cecilia compra salvo cerveza para reforzar el pelo, también espirulina, que da buenas dosis de energía, y colágeno, para el dolor de huesos, que el médico le recomendó para no tener que operarse. Un cliente compra cantidad de hierbas porque se hace él las pote en casa y está muy contento. "¿Sabías que con la genciana se hacía la absenta y que con el ajenjo hacemos el vermut?" "La semilla de apio va muy bien para los problemas renales y el enebro es digestivo, desinfectante y depura el cuerpo". “Buenos días, quisiera una infusión que me dé un poco de tranquilidad”; “¿Está muy nervioso?”; "Sí, es que me he jubilado hace poco y tengo ansiedad y, además, me ha salido azúcar"; “Le recomiendo estas cápsulas y también andar todos los días y cuidar la alimentación”. "Desde que tomo el guayac he recuperado mucha movilidad muscular". Y él mismo, Álvaro, solucionó unos molestos problemas de piel gracias al comino negro. La pauta dermatológica no le había terminado de funcionar del todo.

"Creo en las hierbas, tengo fe en ellas", es una afirmación que a menudo le llaman a Álvaro. Y él siempre responde lo mismo: "Fantástico, quizás te van bien, pero lo importante es que te mires las analíticas, ¿eh?" Tiene clarísimo que si hay algo que sea fundamental en la filosofía de un herbolario son los límites que no puede traspasar: “Es delito decirle a un cliente que deje de tomarse tal o cual tratamiento médico y se pase a las hierbas que yo le puedo recomendar”. Si viene alguien con un ataque de ansiedad y pide tratamiento, se le envía de pie al médico. A pesar de los impresionantes avances médicos y científicos, la herboristería todavía tiene su rincón, con efectos probados y sin efectos secundarios destacables: "Cuando algo funciona, funciona, ¡no es una cuestión de fe!" En Llobet va todo tipo de clientela, sobre todo gente con problemas de sueño, de nervios, de dolor que no se va, de malas digestiones... Gente que quiere intentar resolver lo que la medicina no le soluciona o gente que prefiere no acudir al médico: “Esto, por lo general, no es lo habitual; la gente no quiere hierbas sino pastillas, quiere comodidad, efectos inmediatos, y es normal, claro”, reflexiona Álvaro.

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El herbolario Llobet nació en 1855 regentado por la familia Llobet Hewitson y tres generaciones se hicieron cargo hasta que en 1977 el neto del fundador se jubiló y traspasó el negocio a su ahijado. Pero no se entendían y la relación era mala, hasta que en 1995 una amiga de la familia –la madre de Álvaro– tomó sus riendas. Pronto cumplirá treinta años con él y hoy está acompañado por su mujer y su hija. Un establecimiento centenario que no es el más antiguo de Barcelona pero sí el que más tiempo lleva abierto ininterrumpidamente. El de la plaza Reial es más antiguo, pero estuvo unos años cerrado hasta su reciente reapertura. “Es un trabajo bonito y muy enriquecedor que te permite estar cerca de la gente y ayudarla”. Un oficio para el que no existe mucha formación reglada, tan sólo algunas enseñanzas de la dietética y la fitoterapia, y conocimientos continuadores de la carrera de farmacia. Él lo ha aprendido gracias a la herencia intelectual del señor Llobet, a algunos cursos y, sobre todo, a la experiencia detrás del mostrador.

Un momento importante para el negocio y su crecimiento fue la crisis económica del 2008: “Cuando surgen problemas y angustias, lo primero que se resiente es el cuerpo”. La mayor parte de la clientela es de edad avanzada, tiene su lógica, pero también viene gente joven con problemas musculares, lesiones y nervios. Con la pandemia de 2020, un incremento exponencial de demanda de vitaminas para el cabello en la población femenina. ¿La explicación? Álvaro cree que se debe a la mala asimilación de los nutrientes. ¿Algunas curiosidades? Determinadas nacionalidades –obvia decir cuáles por no estigmatizar– especialmente concienciadas en la conservación del cabello y también en remedios afrodisíacos: “¡La testosterona ha bajado mucho en todo el mundo!”

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También algunos impedimentos que se han salvado. Como la obsesión no exitosa del PP por prohibir la venta de algunas plantas medicinales e incentivar sus usos farmacéuticos para favorecer a las grandes empresas. O el hecho diferencial catalán respecto a otros territorios del Estado, donde está prohibida la venta de plantas a peso. ¿Y el turismo cómo afecta? Si el negocio estuviera en el centro de la ciudad, debería dar un giro de 180 grados y enfocarse en la compra impulsiva mucho más vinculada con la perfumería, la cosmética y la decoración que con las plantas medicinales.