HOMENOTES Y MUJERES

El veterinario que se enfrentó a su padre por las aves de Guissona

Jaume Alsina convirtió una cooperativa agrícola de la Segarra en el grupo BonÀrea

Una discusión con el padre alteró el camino natural de la vida profesional de Alsina y, de paso, la configuración empresarial de las comarcas de Lleida y también de Catalunya. El incidente se produjo en 1961 y sirvió para poner de manifiesto dos formas radicalmente distintas de entender el mundo de los negocios: la de Alsina padre y la de Alsina hijo.

La entidad que Alsina Jr. había creado dos años antes junto a otros socios era la Cooperativa Avícola de Guissona, que tenía como socio clave la Cooperativa Agrícola de Guissona, la entidad gestionada por su padre y que acumulaba décadas de historia. Veinticuatro meses fueron suficientes para que los jóvenes emprendedores de Avícola fueran conscientes de que la forma de funcionar de Agrícola no era la que ellos querían para su proyecto.

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Esta rotura supuso el despegue del Avícola, que en la década de los setenta se encaramó al primer puesto de la lista de empresas leridanas, en una década marcada por la presencia del propio Alsina hijo en la alcaldía del pueblo, un cargo que abandonó en 1974.

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Pero aquello apenas era el comienzo de lo que iba a venir: un verdadero modelo de éxito. Con el mando firme de Jaume Alsina, y ya convertida en una firma de dimensiones colosales, en 1999 se ejecutó el cambio definitivo en el negocio, la transformación en sociedad anónima, que ponía punto y final a cuarenta años de cooperativismo. Los socios de la entidad inicial pasaron a ser accionistas de la nueva empresa, mientras que la cooperativa vio mermado el negocio en beneficio de la SA. La integración de toda la cadena de actividades, desde los productores hasta el consumidor final, ha resultado una apuesta ganadora salida del cabo de Alsina después de haber viajado por Estados Unidos.

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La voluntad de liderazgo que siempre ha presidido la corporación se demuestra con hechos concretos, como la adquisición de su primer ordenador IBM en tan temprana fecha como en 1969 o el tour por varios países europeos que hicieron los promotores con la intención de aprender sobre engorde de aves de corral.

Actualmente, una de las características que más llaman la atención del grupo es el perfil multinacional de los trabajadores, en buena parte extranjeros y de orígenes muy diversos: senegaleses, ucranianos, rumanos, peruanos... Son algunas de las cuarenta nacionalidades que encuentran. Por cierto, que la relación entre la empresa leridana y sus trabajadores se ha comentado con frecuencia porque la gran cantidad de productos y servicios a los que tienen acceso hace pensar en los modelos de colonia del siglo XIX, donde la mano de obra tenía todo lo que necesitaba consumir sin salir de los límites de la factoría.

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Pero no todo se acaba en la ahora llamada Corporación Agrícola Guissona, porque el grupo ha ido creciendo con otras ramas, como una cadena de supermercados, gasolineras, una caja de ahorros (caja rural), una correduría de seguros y una comercializadora de energía, además de un par de fundaciones, todo unificado ahora bajo la marca BonÀrea.

El conglomerado ya sube hacia los 2.000 millones de euros de facturación, con generación continua de beneficios y un balance muy saneado fruto de la aversión de los gestores del grupo a endeudarse con los bancos. Por cierto, cabe recordar que la cadena de supermercados, hoy con cerca de 500 tiendas, nació durante la década de los noventa para dar salida a una punta de sobreproducción en la que incurrieron los asociados.

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Y, siempre, detrás de todo y al pie del cañón está este veterinario de la Segarra con un empuje único para los negocios, que ha sabido construir una de las principales empresas del país y que emplea a casi 5.000 trabajadores. Diferentes premios se acumulan en el currículo de Alsina, que en 2010 recibió también la Creu de Sant Jordi. La continuidad de la estirpe dentro del negocio parece asegurada gracias a los hijos de Alsina, que ya tienen responsabilidades en el grupo.