Así ha cambiado la economía después de la covid: reindustrialización, teletrabajo y retorno del turismo
La economía catalana se beneficia de los fondos europeos, pero al mismo tiempo abandona cualquier intento de reformular el modelo turístico
BarcelonaLa pandemia cambió para siempre la economía, pero más a escala geopolítica que en el día a día de los ciudadanos. El teletrabajo se ha consolidado, pero no es mayoritario y el turismo sigue siendo un motor de crecimiento. En cambio, la UE y EE.UU. han emprendido cambios sustanciales para fortalecer su capacidad productiva.
Teletrabajo
Se modera, pero también se consolida
El estallido de la Covid-19 y los confinamientos representaron un impulso repentino a una tendencia que ya había comenzado, a un ritmo más lento, años antes: el trabajo en remoto desde casa. El teletrabajo tocó techo en el 2020, cuando un 10,6% de los trabajadores españoles trabajaba desde casa, según datos de Eurostat, la agencia europea de estadística. Con la normalización de la actividad y el progresivo relajamiento de las restricciones, las cifras se moderaron un poco, hasta el 7,6% en el caso de España en el 2022. A pesar de la caída, los datos son superiores a los de antes de la pandemia, cuando nunca llegaron al 5%.
El tipo de tejido productivo y de factores culturales y climáticos hacen que España esté bastante por debajo de los niveles de teletrabajo de países del centro y norte de Europa –Irlanda y Finlandia superan al 20% de trabajadores en remoto–, donde hace más frío y donde hay más trabajos de alto valor añadido que se pueden realizar desde casa, en sectores como la informática, las comunicaciones, las finanzas o el diseño. De hecho, este auge del teletrabajo en el norte del Viejo Continente (y en otros países, como Estados Unidos) explica también el incremento del número deexpados (extranjeros con trabajos bien remunerados) que en los últimos años se han trasladado a Barcelona, con la consiguiente presión al alza sobre el precio de la vivienda.
Fondos europeos
La UE da un paso más para unificar su economía
La pandemia puso de manifiesto la necesidad de muchas empresas de digitalizarse. Este hecho, unido a la cada vez más evidente urgencia por hacer frente al cambio climático, empujó a los estados de la Unión Europea a crear los fondos Next Generation. Se idearon para impulsar la transformación digital, la innovación tecnológica y la sostenibilidad en el tejido productivo europeo, sobre todo en los países del sur del continente, más afectados por la pandemia.
En total, España debe recibir la imponente cifra de 163.000 millones de euros en seis años, de los cuales aproximadamente la mitad son a fondo perdido (el resto son préstamos a intereses bajos que el Estado deberá devolver), uno 12% del producto interior bruto (PIB). El pasado año, según datos del gobierno español, publicó cada mes convocatorias de ayudas por valor de 2.000 millones, de media.
La creación de los Next Generation es un paso más para integrar la economía de la UE, ya que representa una transferencia de dinero para inversiones de los países más ricos a los más pobres con el objetivo de que éstos mejoren su productividad y, por extensión, su competitividad.
Turismo
El cambio de modelo queda en nada
Después de un 2020 y un 2021 con el turismo muy detenido por las restricciones y los repuntes de contagios, la economía catalana y española encabezaron la crisis económica derivada de la cóvida en Europa y, posteriormente, la cola de la recuperación. El debate entre economistas, expertos y administraciones se centró durante dos años en un cambio de modelo productivo que consistía en abandonar el turismo –que representa cerca del 18% de la actividad económica en Cataluña– y apostar por sectores de alto valor añadido, como la investigación, la tecnología y las comunicaciones. El verano del 2022, ya sin restricciones, el turismo se disparó de nuevo y el año pasado quedó claro que el cambio de modelo era papel mojado: en el 2023 representó un nuevo récord de turistas en Catalunya, con 18 millones de visitantes extranjeros.
Los buenos datos del turismo son una de las razones –junto a la menor inflación– por las que la economía española ha crecido a un ritmo mayor que el resto de Europa. La buena noticia es el incremento del gasto de los turistas, que el pasado año también batió los registros históricos con más de 20.800 millones de euros, un 26% más que en el 2022.
Reindustrialización
Europa y EEUU quieren ser autosuficientes
La pandemia puso sobre la mesa una realidad para las economías más desarrolladas: desde un punto de vista industrial, no eran autosuficientes. Con el estallido de la pandemia, la Unión Europea, Estados Unidos y otros países ricos como Canadá o Australia se encontraron sin capacidad de producir el material y la maquinaria necesaria para dotar a los hospitales. Todo tipo de material sanitario, como mascarillas o respiradores, se producía en fábricas ubicadas en países emergentes –principalmente China y el sudeste asiático– a miles de kilómetros de distancia.
Además, en 2022, cuando Europa y EEUU abandonaron las restricciones, la capacidad productiva de China y los países emergentes no fue suficiente y se produjeron cuellos de botella en las cadenas logísticas y escasez de componentes industriales. La política de cóvido cero aplicada por el gobierno chino durante los primeros meses de 2022 aún empeoró más la situación.
La terciarización de las economías desarrolladas en las últimas décadas supuso una debilidad con derivadas geopolíticas, ya que aumentaba la dependencia de los estados más democráticos del mundo de Pekín y otros capitales poco amantes de los derechos humanos. Esta debilidad volvió a confirmarse ya con la pandemia terminada, cuando la invasión rusa de Ucrania puso de manifiesto la fuerte dependencia de Europa del gas que le abastecía el régimen de Vladimir Putin.
Ante esta situación, la UE, Reino Unido y EEUU emprendieron políticas para incentivar la relocalización de factorías en su territorio o, como mal menor, en países lo más cercanos posible y con el mínimo de tensiones diplomáticas. Las disputas entre China y Taiwán seguramente incrementarán aún más la tendencia de Occidente a reindustrializarse.