Muere Mariano Puig, el hombre que convirtió en multinacional al líder catalán de la cosmética
Fue impulsor de múltiples iniciativas como el Instituto de la Empresa Familiar
Mariano Puig Planas, expresidente de Puig, ha muerto en Barcelona a los 93 años de edad. El empresario fue miembro de la segunda generación del linaje familiar que ha convertido su apellido en un líder mundial de la cosmética, la perfumería y la moda. Mariano Puig, junto con su hermano Antonio —que murió en 2018 a los 94 años— fue el principal impulsor de la internacionalización de la empresa familiar. También fue presidente de Exea Empresarial, la sociedad patrimonial de la familia, que reúne sus participaciones en Puig, Flamagas, Isdin, Uriage y Apivita. Durante su carrera mantuvo la discreción habitual de la empresa, pero a la vez la supo proyectar y participó en iniciativas como el Instituto de la Empresa Familiar (IEF), que ahora preside Marc Puig, hijo de Mariano y también actual presidente de Puig.
En su última gran aparición pública, en la IESE, Mariano Puig destacaba la filosofía de gestión empresarial que aprendió en su casa. “Mi padre me enseñó que la vida era aprender a hacer, hacer, enseñar a hacer, hacer hacer y dejar hacer”, destacó.
Su personalidad no se puede entender sin remontarse a su padre, Antonio Puig Castelló, el fundador de la compañía, que fabricó Milady, el primer pintalabios en España, y vivió su primer éxito con el agua de Lavanda. Casado con Júlia Planas, Antoni Puig Castelló tuvo cuatro hijos que a partir de los años cincuenta se fueron haciendo cargo de la empresa. Mientras Antonio y Mariano llevaban el peso de la perfumería, José María Puig se encargó de la de distribución. Por su parte, Enrique Puig Planas (Barcelona, 1939-2008) se abocaría a las relaciones institucionales, siendo también fundador de la Copa del Rey de Vela —que se celebra cada año en Mallorca— y presidente del Salón Náutico de Barcelona y el Real Club Náutico.
El caso de Puig es el de una empresa familiar que ha sabido romper el tópico que apunta que la tercera generación acaba con el negocio. Puig ha sabido transitar en el relevo empresarial hasta el punto que su caso ha sido estudiado en la prestigiosa Universidad de Harvard, y la compañía es ahora una auténtica multinacional familiar que en 2019 —último ejercicio antes de la pandemia— facturó 2.000 millones de euros.
Mariano Puig fue capital en la consolidación de la empresa. De hecho, no dudó en presentarse como "el hombre fuerte del grupo", del que con 30 años ya era director ejecutivo. Ingeniero químico, formó parte de la segunda promoción de la prestigiosa escuela de negocios IESE. Su padre estudió en Inglaterra, un hecho que pesó después en su estrategia de internacionalización de la empresa y en la educación de sus hijos. Mariano también viajó por Europa, y fue a Ginebra (Suiza) a aprender el negocio de la cosmética.
Fue una estancia en el extranjero que abrió miras. En pleno franquismo, Puig mostró su vocación internacional con la apertura, en 1962, de la primera filial en el extranjero. Poco más tarde hizo su entrada en el mercado francés, en 1968, con un contrato con Paco Rabanne. Es una marca que para Puig fue clave, como reconocía el propio Mariano Puig, porque no les ligaba a España, lo cual en aquel momento hubiera sido perjudicial. Después llegarían otras marcas como Carolina Herrera, Antonio Banderas o Nina Ricci, que apuntalaron el crecimiento de una empresa que ya se había tragado a sus principales rivales en la liga nacional, como Myrurgia o Galo.
Mariano Puig era cercano al monarca emérito Juan Carlos I, a la vez se hizo omnipresente en muchas iniciativas de la sociedad civil. Impulsor del Instituto de la Empresa Familiar y de su homólogo europeo, European Family Business, también formó parte del patronato de la Fundación pro Real Academia Española, la Fundación MACBA, el patronato de la Fundación Princesa de Asturias, la Fundación Esade y Sport Cultura Barcelona.
Premio y acercamiento a Manuel Valls
Los entonces príncipes Felipe y Letizia inauguraron la nueva sede de Puig en la plaza Europa de l'Hospitalet de Llobregat poco antes de subir al trono. Después, Mariano Puig recibió del ya rey Felipe el premio Reino de España, otorgado por los círculos de empresarios de Madrid y el País Vasco y el Círculo de Economía de Barcelona. Un premio que le fue concedido en 2017 —en pleno proceso—, pero que no quiso ir a buscar a Madrid y no recogió físicamente hasta 2019 en un acto celebrado al IESE, aprovechando la estancia en Barcelona de Felipe de Borbón para inaugurar el Mobile World Congress.
La discreción típica de los empresarios catalanes siempre ha acompañado a los Puig, especialmente en el aspecto político, al margen de su relación con la monarquía. Dos excepciones. Antonio Puig Planas fue socio fundador de Òmnium Cultural. Y Mariano Puig asistió a la campaña electoral de las municipales de 2019 al mitin central de Manuel Valls.